El misterio de los orígenes de su fortuna, la impunidad que marcó gran parte de su vida, sus poderosos contactos y su grado de perversión hacen de Jeffrey Epstein un firme candidato a la galería de villanos más célebres de la historia de la literatura y el cine. Pero no. Epstein fue tan real que asusta aún muerto. El megamillonario estadunidense construyó una brutal red de pedofilia y tráfico de personas en las narices de la alta sociedad estadounidense y europea que, en muchos casos, usufructuaron sus servicios y en otros –»sencillamente»– decidieron ampararlo. La docuserie «Jeffrey Epstein: asquerosamente rico» se propone revelar esas oscuras tramas mafiosas, pero también darle lugar a decenas de víctimas que sistemáticamente fueron abusadas y privadas de toda justicia.

¿Pero quién era Epstein? Un banquero y financista multimillonario con grandes conexiones globales que se desenvolvió con poder creciente desde los ’80 hasta el año pasado. El actual presidente Donald Trump, el ex mandatario George Clinton y el príncipe Andrés de Gran Bretaña eran algunos de sus amigos más notorios. Epstein  residía en Palm Beach (Florida, EE UU) y se decía que tenía comprada a toda la policía de la lujosa localidad y buena parte de su Poder Judicial. También contaba con una lujosa casa en Nueva York, un enorme rancho en Nuevo México y una isla privada en el archipiélago de las Vírgenes, entre otras. La enumeración no pretende ser un reporte inmobiliario. Reconstruye algunas de las bases de operaciones de una red que unía a víctimas y victimarios de todo el mundo. Para más datos, Little St. James, su propiedad en el archipiélago de las Vírgenes, era conocida como la Isla de los Pedófilos.

Epstein disfrutó de un modo de vida perverso –pero sobre todo delictivo– durante décadas sin mayores sobresaltos. Sus permanentes donaciones e influencia lo mantenían lejos del radar de los curiosos. Hasta que un grupo de investigadores de la policía de Palm Beach descubrió que el multimillonario reclutaba alumnas de secundario mediante engaños para que le hicieran masajes sexuales. Epstein y su pareja –Ghislaine Maxwell– habían creado un sistema por el cual les pagaban 200 dólares a cada niña y le daban la misma suma por cada amiga que llevaran, una especie de sistema piramidal de pedofilia. La cantidad de involucradas –se estima que tres por día– hizo imposible que la práctica no se filtrara.


Amenazas y sobornos desactivaron el frente periodístico. Pero en 2005 la investigación policial llegó a los tribunales. Los testimonios eran abrumadores, pero el arsenal de abogados de Epstein y un fiscal sospechosamente condescendiente –Alexander Acosta, luego ministro de Trabajo de Trump– llegaron a un acuerdo escandaloso. Epstein apenas recibió una condena de trece meses, pero bajo un sistema que le permitía salir doce horas diarias, seis días a la semana. El acuerdo también le brindaba inmunidad para próximas investigaciones a él y a sus cómplices.

«Jeffrey Epstein: asquerosamente rico» devela paso a paso esa sinuosa y oscura trama, pero también ofrece el testimonio de las sobrevivientes que nunca se cansaron de reclamar justicia. Algo parecido llegó, aunque fuera tarde e insuficiente. La irrupción del movimiento Me Too cambió drásticamente el clima de época y el fiscal de Nueva York Geoffrey Berman encontró la forma de reabrir el caso. El 6 de julio de 2019 Epstein fue detenido por tráfico de menores en Florida y Nueva York. Esta vez no habría escapatoria y sería llevado a juicio público. En los allanamientos de sus propiedades se encontró todo tipo de pornografía infantil y cámaras en cada una de las múltiples habitaciones, lo que alimentó la teoría de que parte de su fortuna provenía de la extorsión.

El 10 de agosto de 2019 se dio a conocer que Epstein se había ahorcado en su celda del Centro Correccional Metropolitano en Manhattan. Autopsias contradictorias y el hecho que nunca se investigaron a sus cómplices ahondaron las especulaciones conspirativas. El magnate pedófilo, finalmente, era parte del pasado. Pero la serie documental de Joe Berlinger (reconocido por su trabajo en «Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bund») abre las puertas para reflexionar sobre la impunidad de esta enorme red y de tantas otras que –sin tanto brillo ni glamour– se multiplican en todo el mundo.



Jeffrey Epstein: asquerosamente rico

Showrunner: Joe Berlinger. Director: Lisa Bryant. Cuatro capítulos. Disponible en Netflix.