Poco se sabe de la autora del libro en el que Gyllenhaal se basó para escribir el guion de La hija oscura. Elena Ferrante es el pseudónimo de la —supuesta— escritora italiana que desde 1992 viene publicando varios libros con un éxito editorial y comercial bastante importante. Es mucho lo que se especula acerca de su identidad —si de hecho es una sola persona o un colectivo de autoras, y hasta se ha llegado a pensar que podría también ser un hombre— pero lo cierto es que quien escribe prefiere mantenerse prácticamente en el anonimato. Gyllenhaal tuvo un acotado intercambio por mail en el que la autora le dijo que le gustaba el guión, pero que mejor la directora se lo apropiara, ya que ella no quería estar demasiado involucrada. Recientemente, la debutante realizadora reconoció, entre otras influencias de las que se nutre su cine, la de Lucrecia Martel.

En cuanto a Ferrante, un periodista italiano llegó incluso a realizar una exhaustiva investigación de los libros financieros de la editorial que publica a la autora para poder dar con su identidad, ya que el sello se niega a revelarla. En 2020, y por primera vez, Ferrante accedió a dar una entrevista con motivo de la publicación de La vida mentirosa de los adultos. En el contexto de esa entrevista, la librera catalana Fe Fernández Villaret puso el foco en un punto importante: la clasificación por parte de la industria editorial de los libros de Ferrante como “libros para mujeres”. La pregunta era: “¿Por qué los libros que ven el mundo con mirada femenina, no interesan a los hombres?”.La respuesta de la autora fue contundente: “Con frecuencia, los hombres, incluso los muy cultos, ni siquiera intentan leer nuestros libros. Como usted apunta, los consideran ‘para mujeres’, y con esa fórmula no sólo parecen proteger su virilidad de toda posible degradación, sino que nos niegan el don de la universalidad, que solo se atribuyen a sí mismos. Ellos escriben libros para hombres y mujeres; nosotras, en cambio, solo conseguimos escribir para mujeres. Es uno de los muchos síntomas de cómo siguen considerándonos seres humanos de rango inferior”.

El film La hija oscura (The Lost Daugther, en su idioma original) narra una historia compleja, que, con cierta sutileza de recursos, genera impresiones muy concretas con las que es fácil empatizar. No se trata de un relato fantástico, sino de una realidad concreta. La maternidad es el tema principalmente abordado por su directora, y a partir de esto, se desprenden una serie de elementos que circundan el tema, como el deseo, la vida profesional, el matrimonio y la familia. Probablemente uno de los mayores aciertos del film sea contar con esa doble narrativa que se genera a partir de la experiencia actual del personaje de Leda Caruso, encarnada por Olivia Colman,  y en los fashbacks de su juventud, donde la protagonista de la historia es interpretada por Jessie Bukcley. Este recurso excede lo meramente narrativo y nos da también la posibilidad de contrastar algunos de estos elementos, como el deseo y las ambiciones de una joven Leda, en comparación con la adulta, que encuentra dificultades con respecto a esos mismos temas.

El disparador del film es el encuentro casual de la protagonista con una joven madre llamada Nina (Dakota Johnson) y su hija. Leda observa a esa mamá primeriza, los problemas que tiene con su también joven pareja, las complicaciones de crianza con su pequeña, y esto empieza a traerle recuerdos de su propia historia, y sobre todo de una decisión particular que tomó en algún momento de su vida. La revelación de esa decisión es crucial en el argumento: y se trata de cuando Leda confiesa haberse alejado de sus hijas, siendo ésta uns niñas, durante tres años, en los que se dedicó a viajar y a realizarse profesionalmente como escritora y profesora de literatura. El foco de la trama esta puesto en esto, en una madre que decide dar prioridad a su propio deseo, a darle entidad por sobre otras ocupaciones históricamente adjudicados al rol femenino.

En una entrevista brindada al New York Times, Maggie Gyllenhaal resume al film como una historia acerca de lo que las mujeres han tenido que silenciar de manera colectiva. Y este es otro de los puntos álgidos: lo que Leda hace con Nina, compartir su experiencia, hacerle saber que es normal sentirse agobiada por la maternidad, que no está sola y que a alguien más también le sucedió lo mismo. Así como Gyllenhaal dijo, en la misma entrevista, que al leer el libro de Ferrante sintió que si alguien escribió acerca de ello, es posible no estar sola ante el terror o la ansiedad. Ese silencio colectivo puede convertirse también en un relato colectivo con el que empatizar.

La propuesta de Maggie Gyllenhaal definitivamente invita a pensar muchas de las categorías construidas socialmente en torno al rol de la mujer de manera efectiva, así como la obra de Ferrante lo hace no sólo con La hija oscura sino con otros de sus libros como El amor molesto, La vida mentirosa de los adultos, o La amiga estupenda —adaptada a formato serie y con el mismo nombre por HBO, en 2018—. Es una invitación, un relato que de forma sutil nos va llevando por lugares que todas y todos podemos identificar. El film no pone el énfasis en representaciones complejas y metafóricas, sino más bien, concretas e identificables. El diálogo con la película se torna fluido gracias a esto.

A partir de esta propuesta cargada de simbolismos interesantes como recursos narrativos —la muñeca robada, la forma de las cáscaras de naranja, la niña que se pierde en la playa, etcétera— junto a una fotografía realmente bien lograda y una locación que como soporte de la trama ayuda y mucho —es fácil ver la influencia de Martel que Gyllenhaal dice tener si le prestamos atención a esto, y al sonido— hacen de La hija oscura un relato sobrio y realista que va directo al grano.

Maggie Gyllenhaal no duda en afirmar que existe un cine de mujeres —women´s filmaking— hecho por ellas, con sus miradas particulares. La hija oscura es una clara propuesta en este sentido, como otras que se van abriendo camino en una industria históricamente masculina, y aportan a una mirada más consciente sobre las inequidades de género que existen todavía en nuestra sociedad. El debut como directora de Gyllenhaal nos asegura también que este prometedor aspecto de su carrera recién empieza, y que, de seguro, podemos esperar nuevas propuestas a la altura de su opera prima.