En enero de 1972, la vida del músico brasileño Caetano Veloso se vio afectada por dos hechos que lo marcarían para siempre: vuelve del exilio en Londres a su Bahía natal y publica la que quizá sea su obra maestra, Transa

A finales de los ‘60 y comienzos de la década del ‘70, en Brasil el verbo “transar” no solo se vinculaba a lo sexual. Su uso más extendido se asociaba a la transacción, al intercambio, a la mezcla. Es de imaginar que, a partir de ese concepto, Caetano proyectara explicitar el campo de fuerzas inmanente a su quinto álbum de estudio: un cruce o hibridación de sonidos que reformulaba el vínculo siempre estimulante entre tradición y vanguardia.

Eran tiempos de contracultura, de experimentación, pero también de dictadura. De persecuciones, torturas, asesinatos y exilios que en 1968 se agravaron con la fase más cruenta de la dictadura brasileña y la supresión total de los derechos individuales y las libertades públicas. En ese contexto, el 27 de diciembre de 1968 Caetano Veloso y su amigo y colega Gilberto Gil fueron detenidos en San Pablo. Se los acusaba de participar de Roda Viva, insolente y polémica obra de teatro de Chico Buarque.Estuvieron presos dos meses; luego, se los confinó en Bahía para ser finalmente “invitados” a abandonar el país. Tras pasar por las convulsionadas Lisboa y París, el manager de ambos, Guilherme Araújo, les propuso que se instalaran en Londres, una ciudad más tranquila y con una intensa escena musical.

Cuando llegaron a Londres, los Beatles estaban por lanzar Abbey Road y los Stones estaban en la cresta de la ola con el Beggars Banquet. Según comenta Caetano: “Nuestros favoritos, antes de ir a Londres, eran los Beatles, Jimi Hendrix, Janis Joplin y The Mothers of Invention. También James Brown y figuras del blues como John Lee Hooker. Pero ya sabíamos de Pink Floyd y The Who, y ahí conocimos a Led Zeppelin, T-Rex (que me encantó), Faces, Bowie (que no me gustó cuando lo vi). Me encantaba una banda llamada The Incredible String Band”.

Más allá de la promisoria escena artística de la Swinging London, los primeros años de exilio fueron muy deprimentes para el de Santo Amaro. La distancia y los recuerdos de la prisión lo atormentaban, y apenas salía de su domicilio de la Redesdale Street. Aquello fue “un sueño oscuro”, según cuenta en sus memorias. Solo después de visitar fugazmente Brasil y actuar junto a João Gilberto y Gal Costa en la televisión, y de grabar a instancias del productor Ralph Mace su primer disco en Londres, las cosas comenzaron a cambiar: “A partir de allí, mi vida en Londres fue luminosa”, escribe en su libro Verdad Tropical.

Acoplada a una banda de músicos elegidos con minuciosidad, la obra que estaba tramando involucraba a la música, claro, pero no terminaba en ella: Transa es, además de un disco sonoramente excelso, una suerte de objetivación artística de la conciencia del propio Caetano Veloso. Una fulgurante devolución de la antropofagia musical, cultural y estética que Caetano supo acometer al frente del tropicalismo, y que ha desarrollado en cada una de sus propuestas siguiendo el legado modernista de Oswald de Andrade.

Grabado en Londres en los Chappell Recording Studios, y producido por el británico Ralph Mace bajo la dirección musical del carioca Jards Macalé, Transa se registró en unas pocas sesiones, prácticamente en vivo. A diferencia de su primer disco en el exilio, donde siguió instrucciones de la producción, ahora Caetano tomaba las riendas a través de meditaciones y collages musicales inmersos en un mundo utópico, oracular, taumatúrgico, plagado de climas entrañables y citas con la historia musical y cultural de Brasil.

En el inicio del álbum, el tema “You Don’t Know Me” fluye híbrido entre el inglés y el portugués, citando las canciones “Maria Moita” (de Carlos Lyra y Vinicius de Moraes), “Reza” (de Edu Lobo y Ruy Guerra), y “Hora do Adeus”(de Onildo Almeida y Luiz Queiroga) en la exitosa versión de Luis Gonzaga; luego, “Nine Out of Ten” incorpora tempranamente el reggae de la Portobello Road londinense a la música brasileña, mientras que “Triste Bahia” es una extensa revelación del espacio natal del propio Caetano en la que musicaliza un poema barroco del bahiano Gregorio de Mattos (1623-1696) entre citas de afoxé, samba de roda, y cantos y percusión de capoeira.

En la magnífica “It’s A Long Way” la fusión folk es con “Sodade, meu bem sodade” (Zé do Norte), “Consolação” (Baden y Vinicius), y “A Lenda do Abaeté” (Dorival Caymmi), a lo que se suma un guiño beatle en la letra (“it’s a long and winding road”). La antigua samba “Mora Na Filosofia”, de Monsueto Meneses y Arnaldo Pasos, es santo y seña de la capacidad transformadora de Caetano, que la reinterpreta con tintes psicodélicos y una notable sensibilidad redentora. “Neolithic Man” combina letra en inglés con ritmos de samba y tambores de capoeira, mientras el cierre, con la brevísima “Nostalgia (“That’s What Rock’n Roll Is All About)”, pone en jugo un festivo rock and roll confesional con Gal Costa al fondo.

Caetano puede afirmar que “las citas de viejas canciones brasileñas me consolaron por la falta de Brasil”, pero esas interpolaciones adquieren en el disco un carácter no solo afectivo, sino, y sobre todo, ontológico:cada tema del disco recorre las tradiciones musicales del país e inserta géneros e instrumentos populares (atabaque, capoeira, berimbau, samba, roda, candomblé…) en toda una constelación que es, a un tiempo, arqueología y revolución.

Hay obras de arte que no solo son una caja de resonancia de su época. Sino que, además, logran erigirse en archivo ético del tiempo y de la historia. Eso es Transa: una Biblia musical que actualiza la tradición llevándola a un nuevo estadio. Es difícil hallar en la música afrolatinoamericana una obra lograda con mayor inteligencia en torno al radio de la memoria y el sentir contemporáneo. Si observamos su inagotable obra posterior, hasta el reciente Meu Coco (2021), vemos que es la mirada de Caetano, su actitud, su fidelidad al tiempo, lo que se articula en sus obras: una disposición musical que aborda lo propio mediante un tono exógeno que revela de plano el ethos híbrido e inacabado de la cultura. De ahí que Transa sea un álbum único: una obra maestra en la que tradición y vanguardia se conjuran sin anularse.