Hace tres décadas atrás este grupo de jóvenes  de Avellaneda no soñaba con tener una carrera musical, solo quería mostrar sus canciones y salir a divertirse. Pero lograron hacer un camino que los sorprendió. Y aquí están.  Acompañadas por animaciones del artista plástico Ricky Túnez, la Mancha de Rolando estará celebrando sus 30 años de rock el sábado 5 de marzo en el Teatro Flores (Av. Rivadavia 7806).

«Con orgullo y alegría porque el proyecto dura tanto tiempo. Es tan efímero todo, que estos 30 años llaman todavía más la atención. Estamos contentos de que sigan apareciendo canciones y ganas”, confiesa Manuel Quieto. Su voz  y la guitarra es el sello reconocido del grupo, que comparte con Facundo Piñero (batería), Manuel Acosta (guitarra) y Matías Sobrado (bajo y teclados). Este último es también el productor musical y fue quien aportó el nombre  del último disco de la banda, La revolución de la alegría,  que salió en plena etapa de cuarentena estricta en el año 2020. Con una dosis importante de ironía,  el nombre más allá del tinte político por la referencia, surgió en plena pandemia con  algunas canciones que sin muchos acordes transmiten alegría y energía, y otras más elaboradas que muestran la curiosidad del grupo.

“Fue loco que la gente nos agradeciera  que le diéramos en ese momento algo para pasar ese rato de encierro. Nosotros estamos felices de ayudarlos aunque sea con eso”, define Quieto.

El cantante cree que nada garantiza que una banda pueda sobrevivir tantos años, disfrutando de lo que hace y creando canciones nuevas. “Uno se  proyecta  para adelante por el deseo fuerte de hacer cosas: viajar, componer, tocar. De chico no lo pensabas, se trataba de hacer y hacer. Pero en el camino te agarra el miedo de que quizás no podés seguir. O que no puedas crear nuevas canciones. El fuego sagrado que uno siente al encontrar un ritmo o melodía o una letra es posible que no siga encendido. Pero los miedos siempre vuelven. Recuerdo cuando salió el primer disco, me sentí vacío al terminarlo, como que había dado todo, y pensé que no iba poder  hacer otro. Pero luego aparece otro y otro, y uno se acostumbra que es así y que se trata de dejar todo en cada partido”.

Para Quieto hacer un disco es como hacer un asado: “Si lo haces muy rápido te sale crudo y si lo dejas mucho tiempo tampoco sale bien. Hay un tiempo justo para esperar que la inspiración vuelva. Siempre te van a surgir ganas de decir algo y te va a venir una melodía en la que encaje”. Para el cantante aplica el refrán que dice que cada maestrito con su librito: “Yo no podría hacer temas para otros, mi manera de hacer canciones tiene que ver con una descarga personal, de mis vivencias y mis posturas, en forma de reflexiones. Es algo catártico.” 

En referencia a los éxitos  y los temas que ya son una marca registrada  de la banda, aquellos que no pueden faltar en cualquier presentación, ellos sienten que  son iguales que los otros. “Cuando un tema le llega a mucho a la gente está buenísimo y te cambia la vida. Pero el primer éxito siempre es que uno esté conforme y poder sacarlo. Cuando uno se siente orgulloso y sorprendido por el trabajo realizado, es casi más importante que lo que pueda venir después, siempre lo vivimos así. Expresar lo que sentís  es único.  Pero es verdad que cuando la gente te cuenta cuánto le gusta o le llego un tema es algo que te emociona, nunca te empalaga y no te da lo mismo: es conmovedor y  te renueva la esperanza de poder provocar lo mismo en el futuro”.

Sobrevivir tantos años no es fácil. Hay distanciamientos, crecimientos en distintas direcciones, tiempos distintos y cambios de formación. “Nada se puede eternizar y mucho menos las relaciones entre amigos. Uno se abraza al presente, pero uno no baja los brazos o tira la toalla porque las diferencias entre las personas pasan en todos los ámbitos. Creo que uno construye el futuro mirando los errores del ayer. Cada cambio se dio porque se tenía que dar y creo que es parte de la historia de este tipo de bandas, que surgen cuando uno es chico”.

Frente a las críticas que desde ciertos sectores surgen por mostrar una postura política y apoyar una idea, Quieto responde convencido: “La verdad que duele, pero te fortalecen. No debería molestarme la opinión de otros lejanos a tu manera de pensar y hacer las cosas, pero no es fácil tener un escudo. Lo que si es que nunca nos detuvieron, hay que seguir para adelante. Siempre habrá alguien que no comprenda lo que hacés, mienta, invente cosas u opine con mala leche. Pero bueno, no puedo dejar de hacer algo por el qué dirán. Me la banco y listo”. 

El gusto popular es aleatorio y la banda lo sabe. “Tratamos de no perder la chispa para crear, mantener esa brasa encendida. No perder las ganas a pesar de todo. Giramos constantemente y estos dos años que no se pudo, la sufrimos. Tuvimos un hueco en el corazón. Ahora queremos tocar y tocar, todo lo que se pueda. En Capital una fecha al año o dos, porque con la oferta que hay no es redituable y la gente tiene un presupuesto acotado. Preferimos salir al interior y afuera, para no saturar al público”, destaca Quieto.

“La situación es compleja desde lo económico y social. La crisis mundial es la verdadera causante de muchos de los problemas que vemos en Latinoamérica. Argentina es un país que le está costando remontar esta pandemia y peor con la deuda sucia que dejaron. Pero creo que  tenemos que entender que a todos les cuesta y nadie, ni la oposición o la actual coalición de gobierno puede escapar a esta realidad mundial. Pero hay que intentar seguir”, reflexiona.  Para el músico lo más doloroso es ver como algunos tienen tanto y otros no tienen para comer: “Hay que achicar esas diferencias, las injusticias sociales hay que revertirlas, yo veo sufrir a mis compatriotas por falta de trabajo, por no tener plata o porque no  tener oportunidades. Es un dolor que se te clava y que ni siquiera te inspira a transformarlo en arte. Pero hay que seguir luchando y en nuestro caso diciendo lo que pensamos”.


Mancha de Rolando

La banda festeja sus 30 años de carrera. Sábado 5 de marzo a las 19 en el Teatro Flores, av. Rivadavia 7806.