La serie Mindhunter se estrenó en 2017 y la buena recepción por parte de las audiencias devino en una esperada segunda temporada. Con excelentes guiones y actuaciones, propone no sólo una continuación a la altura sino que avanza en algunos elementos de manera más original. Basada en el libro Mind Hunter: Inside FBI’s Elite Serial Crime Unit, es realizada por un equipo de directores encabezado por el célebre David Fincher (Pecados capitales, El club de la pelea, Zodíaco, La habitación del pánico, La red social), quien dirige los primeros tres episodios.

La singularidad de Mindhunter se encuentra en el sombrío trabajo de un grupo de policías investigadores que a finales de los años setenta comienza a entrevistar delincuentes que cumplen condenas. Desde allí buscan obtener indicios que les sirvan para producir perfiles comunes y resolver crímenes similares. Puede parecer una idea ya vista en el cine. El recordado personaje de Clarice Starling empleó este mecanismo al entrevistarse asiduamente con Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes. Sin embargo, Mindhunter va más allá, enalteciendo la dimensión psicológica en la creación y puesta a prueba de una Unidad de Ciencias de la Conducta que en series como Criminal Minds, por ejemplo, se asume como una institución incorporada por el FBI.

Mientras la primera temporada presentó la división de estudios de la conducta y los personajes principales, esta segunda entrega se centra en una serie de crímenes entre 1979 y 1981 de los que resultaron 28 víctimas mortales. Bill Tench (Holt McCallany), Wendy Carr (Anna Torv) y Holden Ford (Jonathan Groff) son los personajes protagónicos que podremos conocer de manera mucho más íntima que en la anterior entrega. Esta vez sus métodos poco ortodoxos los llevarán a enfrentarse a tramas de poder, sus nuevos jefes y a la burocracia policial.

Una constante de las series actuales es proponerles a las audiencias identificarse con personajes malvados. En Mindhunter es un condimento potenciado cuando aparecen personificados asesinos reales como Wayne Williams, Charles Manson y David Berkowitz, entre otros. De allí, la serie presenta un desplazamiento hacia la biopic en relación a las constantes de su formato basadas en pura ficción. Las escenas más tensas se desarrollan en escenarios privados como cárceles, habitaciones, oficinas, obviando establecer el relato desde la escena del crimen, por lo que no se trata de una historia donde ver exultantes persecuciones, derramamiento de sangre y cuerpos mutilados.

No obstante, la historia se construye en una forma narrativa donde los personajes y la historia principal continúan desde el primero hasta el último capítulo de la temporada, oficia también como unitario cuando en cada episodio se desarrolla por completo un conflicto. En este devenir, la serie ostenta no mostrar altibajos de calidad y de tensión dramática entre episodios.

La división de Estudios de la Conducta es más fría y racional que el investigador de la calle, que privilegia la acción y el uso de armas. Por eso en Mindhunter toma protagonismo la palabra, el guión renovado en cada episodio, la trama sofisticada. Al tiempo que no juega con grandes finales, cuando apela a cierto código con las audiencias a quienes deja  pensando.

La cultura participativa propia de las audiencias de los medios digitales que se desenvuelve en foros y grupos, como un juego, por estos días comparte en redes sociales fotografías y memes de los criminales de la historia comparados con los actores que los personifican.

Se trata finalmente de una apuesta más a las historias audiovisuales que exploran la nostalgia por el pasado y desenvuelve el relato en los años setenta. Estrategia que no solamente le sirve para contar casos conocidos por la opinión pública, sino también para diferenciarse de historias actuales que involucran de manera ineludible los desarrollos tecnológicos al servicio de cierta velocidad en la resolución de crímenes.

Mindhunter se destaca entre tanta reiteración de contenidos bajo demanda y se convierte en una buena opción de maratón. La historia deja abierta la puerta a una continuación ya confirmada que habrá que esperar, quizás otro año y medio, como sucedió con la segunda temporada.  «