Tessa Connover lleva a duras penas el final de su matrimonio con David. Pese a conseguir disimularlo con la entereza de la corrección política, las cosas se ponen peor: David le anuncia su compromiso con Julia Banks, a quien le presenta su hija, le permite convivir y establecer una relación de familia ampliada. Julia muestra buenos progresos en su nueva situación de esposa y madrastra (casi se podría decir que es una emulación de su antecesora rubia), pero los celos y la envidia de Tessa se desbordan.

 

Tal vez se podría decir nada más de una película con algunas reminiscencias a otra tan poco agraciada como La mano que mece la cuna, cuya éxito antes que su calidad cinematográfica habría que buscarlo en haber llegado en el momento en que la maternidad se convertía en una especie de posgrado universitario o de heroicidad de deporte extremo, y entonces cualquier intromisión extraña en la educación del hijo propio llamaba a las peores fantasías catastróficas.

Pero la idea del macho disputado por las bajezas de las féminas ya pasó de moda hace tiempo, y en los actuales ha sumado el denuesto que consiguieron las cuestiones que fomentan esa visión del mundo. A lo inentendible de su producción se suma que tiene en la dirección a una mujer, lo mismo que en el guion. Pero bueno, en esta industria los compromisos sobran y las razones de la existencia de esta película habrá que buscarlas por ahí.

No más letra para un film sobre el que los usuarios de sitios de cine en todo el mundo han dicho cosas poco bonitas, lo mismo que los críticos.

Mío o de nadie (Unforgettable. Estados Unidos, 2017). Dirección: Denise Di Novi. Guión: Christina Hodson. Con: Katherine Heigl, Rosario Dawson, Geoff Stults, Cheryl Ladd. 100 minutos. Apta mayores de 16 años.