Sebastián Zanetto en piano, Matías Carazzo en vientos, Tavo Centurión en bajo y Lucas Zalazar en batería hacen Rizoma, grupo surgido en 2015 con la idea de hurgar en la música latinoamericana a partir del jazz, que es como hizo su primer disco, del mismo nombre. Pero al que la vida y el arte llevaron a modificaciones en la formación que los metió por otros caminos. “Como cambió la agrupación, la influencia de quiénes entraron a participar hizo que hubiera trasnformaciones, aunque no sé si solo eso. Pero eso fue uno de los elementos que llevó a un disco más jazzero – funkero, digamos, y no tanto a lo sudamericano, como el otro”, confirma la impresión de estas mutaciones en el sonido Zanetto, pianista, compositor y arreglador que, como el resto, tiene una vida artística previa y paralela con varios trabajos discográficos en su haber, de los cuales El alfabeto de la mirada, de 2019, es el último solista.

En lo que no coincide el músico, esta vez, es en que Micelio, el nuevo álbum en cuestión, se trate de un disco más introspectivo que el anterior: “Yo lo siento al revés. ¡Qué loca la percepción de los demás!, está buenísimo”. Y agrega sobre esas similitudes y diferencias: “En el anterior, eran todos temas de Matías (flautista, saxofonista, clarinetista y compositor de música contemporánea) y míos. Y en este ya se introdujo Tavo Centurión (bajista, autodidacta y compositor) y él empezó a aportar temas también. No sé si sus temas los hicieron en pandemia, en cunato a los tres míos, sí los hice en ese tiempo”.

Seguramente la pandemia quedará como un antes y un después de muchas cosas, pero unas cuantas de ellas empezaron a cambiar antes, como anunciándola o a la espera del acontecimiento que las confirmara. Zanetto cree que algo de eso que estaba por venir está en el origen de Rizoma. “Para mí lo que pasó ahora con entre el primer disco y éste fue que se potenció el factor cooperativo. Cuando empezamos a armar Rizoma con Matías le pusimos así al grupo porque queríamos eso, algo no vertical. Yo personalmente venía de grupos, digamos; en los cinco discos anteriores míos todo era: Sebastian Zanetto grupo, trío, sexteto, y venía como liderando todo. Desde lo creativo -eran todas músicas mías-, pero también la convocatoria, la producción, como que era todo muy verticalista. Y a Matías, que ya venía participando en discos míos de sexteto y después de trío, le tiré la propuesta de armar un grupo donde todo sea más horizontal y que se empiece a expandir, a convocar a otras personas que nos gusten cómo tocan y las músicas hacen, y que nutran a Rizoma: cada uno propone un tema y el grupo lo realiza; como esta cosa de soltar, digamos, no de controlar tanto”.

El resultado fue un primer disco con temas de ellos dos “más Leandro (Alem), que se sumó con la batería y la percusión”. El horizonte rizomático llevó a invitar a Gustavo a grabar unos bajos. “Y después de ahí mutó. Porque Leandro tenía que viajar y empezamos a tocar con otros, y llamamos a Lucas Salazar (formado en la música folclórica cubana, y académicamente como instrumentista) y por eso a este disco le pusimos Micelio. Esta cosa de que cada uno propone una música y el grupo reordena o rearregla casi libremente, no hay como una cabeza. Por eso te digo que para mí la palabra es cooperación. Y la palabra ‘micelio’ tiene que ver con esa red de hongos que cooperan en pos del equilibrio de un bosque o de un ecosistema.”

Esos hongos que viven en colonias indican que Rizoma responde más al concepto de Giles Deleuze que a la definición biológica del tallo de ciertas plantas -aunque el concepto provenga del ejemplo biológico-: el rizoma de Deleuze tiene más que ver con lo que no tiene centro y viaja en un derrotero sin dirección, más que con el arraigo. “Nosotros lo pensamos según el concepto de Deleuze; se trabaja horizontalmente y uno interactúa con el otro sin la idea del dominio o del poder de que uno es más que otro. Y es lo que nos está pasando a los cuatro con el grupo. Con Matías lo fantaseamos así y ahora parece que se está desarrollando; el trabajo del inconsciente de que uno no sabe hacia dónde va, y suelta.”

En ese no saber adónde se va y soltar, no preocupa la falta de certeza, tampoco la falta de un centro. “En los dos temas míos le pedí a Matías que tocara saxo soprano, y la tímbrica esa era muy cálida para lo que buscaba. Lo digo a modo de ejemplo de una búsqueda que no tiene por qué tener una brújula. Siento que por ejemplo en el rock la brújula está perdida: fueron tan fuertes las presencias de Charly, Fito y Spinetta -y muchos más de los ‘80- que ahora hay una especie de limbo. Contrario a lo que siento respecto a lo nuestro; los espacios folklóricos y jazzísticos están en ebullición, hay una cantidad, algo que se está intensificando. Es un in crescendo bestial en cantidad de propuestas y de producción”. El sábado 29 de octubre será una muy buena oportunidad para conocer parte de la bestia.


Rizoma
Presenta Micelio, su último disco. Sábado 29 de octubre, Café Vinilo, Estados Unidos 2483.