El inquilino

Este film mudo de 1927 marca la línea de suspenso y manejo de la intriga que seguiría el cineasta a lo largo de toda su trayectoria. Hitchcock, que en esa época estaba entrando en su treinta años, se basó en la novela de Marie Belloc Lowndes The Lodger, así como en la obra de teatro sobre los asesinatos cometidos por Jack el Destripador Who Is He?, logrando armar un guión sólido, no sólo porque cuenta una muy buena historia y desde un relato visual atrapante, sino también porque explica de manera fehaciente cómo fue evolucionado el talento del director, que con los años fue forjando un estilo propio indiscutible que marcaría a fuego el cine del siglo XX.

Un asesino serial conocido como El Vengador está matando jóvenes rubias (por eso también es conocido como “el enemigo de las rubias”) bajo la  intensa niebla de Londres. Al mismo tiempo, misterioso hombre alquila un cuarto en la pensión de los Bounting, cuya hija Daisy, resulta casualmente (o no) una modelo blonda.

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Juego sucio

Una película adelantada a su tiempo con una trama que se construye paulatinamente y con una lectura política y social más que interesante. Estrenada en 1931, la historia está inspirada en un texto del escritor inglés John Galsworthy,  que la había pensado para teatro pero que Hitchcock tomó porque quería mejorarla, y lo hizo con infinidad de recursos visuales como principal herramienta. Todo el drama gira alrededor de la rivalidad entre un propietario rural y su vecino, un industrial advenedizo. Es la lucha entre una vieja familia tradicional y una familia moderna que pelean por tierras en un pequeño pueblo inglés hasta casi destruirse mutuamente. Las tensiones entre clases sociales en primer plano rompen el idílico panorama de la campiña, con un manejo creciente de la tensión, las diversas situaciones conllevan a que una de las familias no toma el camino áspero: recurrir a un chantaje que desencadenará en un trágico final.

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Sabotaje

De 1936, cuenta la historia de un agente de Scotland Yard que sigue la pista de un saboteador cuyo plan consiste en colocar una bomba en Londres. Una de las películas olvidadas de la primera etapa británica de la carrera del director, plantea el conflicto, así como los personajes, de manera magistral. Una impecable obra de suspenso donde el creador demuestra un gran interés por retratar el ambiente urbano del Londres de la época y la vida humilde de una familia de clase media baja como la del protagonista. Buscó poner los hechos importantes en lugares que eran familiares a los espectadores, poniendo al encargado de cometer actos de sabotaje, regentando un humilde cine de barrio y que adquiere los explosivos en una lugar que tiene una pajarería como fachada. Hitchcock enfatiza este aspecto de cercanía mostrando esmero para describir el entorno familiar del protagonista con una economía de lenguaje de la que hace gala, usando una serie de planos que puedan darnos a entender toda la idea de ese sabotaje del que habla el título.

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El hombre que sabía demasiado

Es una película con una clara alusión al libro El hombre que fue jueves, de Chesterton, que tiene dos versiones: una en 1934  y otra en 1956, aunque es la primera la que quizá menos se conoce. De lo que no cabe ninguna duda es que su maestría narrativa se muestra en ambas, así como el espíritu de la época en que fueron rodadas. La primera se sitúaa entre Valses de Viena (1933) y 39 escalones (1935); la segunda en 1956, en plena erupción del magma creativo del maestro inglés, que consignó en dicha década títulos tales como La ventana indiscreta (1954), Atrapa a un ladrón (1955),  o Vértigo (1958), por nombrar algunos de sus clásicos. La versión de 1934 muestra a Bob y Jill Lawrence, un matrimonio de una situación económica holgada, propia de una aristocracia adinerada cuyo mayor problema es cómo pasar su vacaciones en Suiza con su hija Betty. En la versión de los 50 cambia Suiza por la exótica Marrakech, pero el conflicto es el mismo. En ambas versiones, el abandono del suelo patrio será el origen del conflicto.

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La trama

Esta es la última película del director, estrenada en 1976. Ya en retirada, el británico  muestra su última ficha de humor con una trama llena de sorpresas. No estaba en su apogeo, el cine iba cambiando y él se ponía grande: tenía 76 años cuando filmó esta especie de comedia extraña, basada en una novela mediocre, The Rainbird Patting de Victor Canning, buscando la manera de  sacarle el mayor provecho. La película narra dos argumentos en paralelo para confluir en el tramo final en una sola. El papel principal se le ofreció a Jack Nicholson, que no pudo tomarlo por cuestiones de agenda, luego a Al Pacino, que pidió demasiado dinero. El director eligió entonces al comediante Bruce Dern y a Barbara Harris para dar vida a un matrimonio: él taxista y, en sus ratos libres, también investigador privado, y ella una adivinadora y vidente, que engañó a sus clientes haciéndoles creer que tiene contacto con el más allá. Con el juego de verdades y mentiras tan de Hitchcock, el filme que genera una divertida confusión, donde una vez más el espectador sabe mucho más que los personajes.

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