Hay una tradición latinoamericana que entrelaza arte, política, feminismo y mundo culinario. En Argentina tiene sus orígenes en Cocina ecléctica (1890) de Juana Manuela Gorriti. Intelectual pionera, Gorriti recopiló y publicó un recetario que le servía para denunciar el sojuzgamiento social de la mujer en el siglo XIX. Lo propio hace Laura Esquivel en su novela Como agua para chocolate (1989) que aúna la cocina con los tópicos de la pasión, la rebeldía y el deseo femeninos y el contexto del México revolucionario. A su vez, en Afrodita (2014) Isabel Allende escribe recetas de cocina para incentivar el erotismo femenino tan relegado en las sociedades patriarcales.

En Natural, el disco número diecinueve de su carrera, la “Sole” se suma a esa tradición. Conceptualmente, el álbum gira en torno al mundo culinario como metáfora de la fusión de ingredientes de su música. En efecto, los diez temas de Natural combinan folklore latinoamericano con géneros musicales más actuales. Y, para recrear este deleite de los sentidos auditivos y visuales, el chef German Sitz crea deliciosos platos que son recreados por Soledad Pastorutti en los videos oficiales de las canciones.

En las letras se vislumbra una Sole más política y más feminista. El mismo feminismo del que dio cuenta al participar en septiembre del Festival Equal, un recital impulsado y liderada por mujeres en donde compartió escenario con Lali Espósito, María Becerra, Karina, Taichu y Marilina Bertoldi, entre otras. Y que, en la gira promocional europea del disco la reencontraron en España con Lila Downs y la Niña Pastori. 

-¿Cuáles son los tópicos principales que aborda Natural?

-El tema principal de Natural es el amor que está siempre presente en todas y todos, aunque a veces no lo dejemos manifestar. El ser humano destila amor aun cuando está enojado. En estas canciones se expresa el amor a la tierra, al prójimo, a la cultura, el amor que también es deseo por un mundo mejor y más equitativo. “Hispano”, el tema de Jorge Fandermole que fue la piedra fundacional del disco, expresa el amor al idioma, pero también da cuenta de que todo amor tiene sus contradicciones. El idioma con el que aprendí a hablar, con el que digo “te amo”, es un idioma que a priori no le pertenecía a Latinoamérica, que es fruto de una matanza terrible de las poblaciones originarias. Y, sin embargo, terminamos hablando y queriendo este idioma. Se trata de que, a veces, en la vida hay que conciliarse con lo bueno y lo malo que nos toca vivir.

-“Que haya pan y trabajo, que a nadie le falte un techo. Ser feliz es un derecho.” dice la letra de “Los paisajes” ¿Cuál es la relación entre la música y la política?

-Todos los seres humanos somos seres políticos porque vivimos en una sociedad que se organiza de esta manera. Entonces, es inevitable que la política esté siempre aun cuando uno no lo haga conscientemente. Yo busco que prime el sentido común, la empatía. A nadie le gusta ver sufrir a otra gente. Vivimos en este contexto selvático que hace que ignoremos un montón de cosas y dejemos pasar muchas injusticias repetidas. Para hablar sobre las cosas comunes, para denunciar los derechos que nos faltan, los músicos tenemos una herramienta: las canciones. La música es también cuerpo, el baile, los gestos, las letras. Todo eso es política. Hay que expresarse, sin lastimar a nadie, con mucho respeto y con altura. Para expresarse hay que tener el recorrido que permita comprender que no todo el mundo vive la misma realidad.

-¿Cuál es el tema de Natural que particularmente te representa en este momento de tu vida y por qué?

-Por lejos, “Los paisajes” es mi preferido. Primero, porque me enorgullece haber sido parte de la composición. Segundo, por juntar a Nicolás Membriani que es un payador -ese arte antiguo que nos enseñó a rimar de una manera muy especial- con Loli Molina, una artista argentina espectacular que en ese momento estaba en México empapada de esa cultura y Claudia Brant, una luchadora que estaba en Los Ángeles. Yo estaba en Arequito y lo hicimos todo por Zoom. Fue una especie de laboratorio, de experimento personal y colectivo de una canción que fue común a nuestros sentimientos y deseos. Me gusta la canción porque habla de cosas que nos pasan, de las buenas, de las malas. Es una canción paisajista en el sentido de cómo nombra a este país. A mí me gustan las canciones que describen más que las que señalan con el dedo. Yo no soy quién para decir qué está bien y qué está mal.

-En “Natural” la comida tiene un espacio central. ¿Qué lugar ocupa lo culinario en tu vida?

-Es parte de mi vida diaria. Soy un poco inconstante, si puedo, me puedo perder horas cocinando, sino lo resuelvo  con un fast food (risas) Me encanta la comida y comer bien. Soy admiradora de las cocineras y de los cocineros. Siento que el amor se transmite también a través de la comida. Lo aprendí de mi abuela, lo aprendí de mi abuelo cuando hacia ese pollito asado, que no sé qué le ponía para que tuviera ese gusto especial.  Mi vieja, mi viejo y mi marido son grandes cocineros. Lo culinario es un encuentro muy especial. Si me pongo a cocinar, me gusta escuchar música y meterme en la cocina como si estuviese componiendo una canción. Y siento que el diálogo que se genera durante las comidas, si dejamos los celulares -lo cual es algo que recomiendo-, es maravilloso.  

Soledad en vivo.

-¿Sentiste que en algún momento el folklore no te llenaba del todo y te sentiste liberada cuando pudiste fusionarlo con otros géneros?

-No es que no me llenaba, sino que quería aportar algo nuevo. En este sentido, este disco es el más logrado de mi carrera. Yo me acerqué al folklore con una impronta de adolescente que generó una revolución en su momento, pero con canciones tradicionales. Luego perseguí otras búsquedas porque siento que el folklore como género tiene algo de estático y representa un momento cultural, social e histórico del país. Sobre todo, habla de la gente que está de mi lado del campo. Actualmente el folklore necesita incorporar nuevos sabores y colores, géneros y sonidos, porque es todo: la ciudad, el canto, lo que nos ponemos, lo que comemos, lo que pensamos, lo que decimos, lo que sentimos, lo que bailamos.

-¿Qué te motivó a ser parte del festival de mujeres Equal? ¿Qué mensaje estético y político se puede dar a través de estos eventos?

-El mensaje estético y el político está dado y resumido por el propio nombre del festival. Equal tiene que ver con una actualidad, con la visibilidad que están teniendo las mujeres, con lo que está ocurriendo ahora en relación con las luchas femeninas y la expansión de derechos de las mujeres. A su vez, Argentina es uno de los países modelo en relación al crecimiento de la participación femenino en música. Para mí es un honor estar ahí porque el folklore ha sido un ámbito prevalentemente masculino. Además, está buenísimo medirme en escenarios muy diferentes. Esa siempre fue mi marca de identidad: enfrentarme a públicos diversos. Aparezco en Cosquín, que es un festival tradicional que tiene medio siglo, y aparezco en Equal. Lo que me gusta de Soledad es que es todo terreno.

-¿Qué obstáculos tuviste en tu carrera por ser mujer?

-Yo nunca me frené por nada, fui siempre pura pasión y no reparé si era mujer o qué generaba en el resto. Lo que sí es cierto es que había muy pocas mujeres con la misma popularidad o acompañándome en el camino. Yo soy un caso extraño, incluso en mi rango etario. Evidentemente, la falta de mujeres en los espacios públicos parecía determinada o condicionada por las sociedades patriarcales o machistas y fue lentamente que las dinámicas fueron cambiando y habilitando a las mujeres a ser políticas, profesionales y artistas. Las mujeres han demostrado que el género no es impedimento para crecer, para poder ser quién querés ser. Yo quería cantar y me dediqué a cantar. He tenido un montón de dificultades, pero no solo por ser mujer, sino también por el género artístico, por ser del interior, por ser petisa. Una no tiene que reparar en eso y tiene que seguir. Yo quería cantar, es mi manera de expresarme y no dejé que nada me detuviera. «

¿Cuándo?

Soledad Pastorutti sigue presentando Natural. 9 y 10 de noviembre a las 21, en el en el Teatro Coliseo, Marcelo Torcuato de Alvear 1125.





Soledad y el desafío de crecer ante la mirada de todos

Con el pasó del tiempo, Soledad se transformó en mucho más que una cantante. Incursionó en los reality, la ficción y más. Desde octubre acompaña a Toti Quesada en la segunda temporada de Aventura gastronómica argentina, la producción de Sony Channel que se emite los viernes a las 22:30.

-¿Por qué no volviste a la ficción después de la película La era del sol (1999) y la telenovela Rincón de luz (2003)?

-No dije “no” a la ficción. Los proyectos que aparecieron no me interesaron o requieren un tiempo que no le quise quitar a la música. Además, no me gusta la presión. Sin embargo, la televisión y el cine me permitieron llegar a un público nuevo y me permitieron sostenerme en el tiempo

-¿Qué que saldo te deja haber sido participe de diferentes reality?

La voz y Elegidos me sirvieron mucho para revisitar canciones, por ejemplo. Yo me lo tomo siempre muy en serio. Trabajo muchísimo para elegir repertorios, a veces discutiendo con la producción para incluir canciones olvidadas o que la gente no conoce. Hay que hacer una memoria de la música y de los artistas. Por ejemplo, en la última La voz un chico de Corrientes cantó un tema de Mario Bofill sobre la vida en un pueblo del interior. Cuando leí lo que se generó en las redes sociales, sentí que había cumplido con el objetivo de seguir difundiendo lo que ocurre en el interior del país.

-¿Cómo fue madurar frente a la gente?

-Fue uno de los desafíos más grandes que he tenido como persona. Empecé muy joven. Tomé la decisión de mostrarme con todos mis cambios hormonales y con todas las cosas que una mujer vive desde que era casi adolescente. Hoy puedo sentirme orgullosa de cómo se dieron las cosas.