Juana, de Daiana Rosenfeld, es un documental con el que la directora termina su trilogía sobre mujeres anarquistas –Los ojos de América (2015), Salvadora (2017), al que también habría que sumarle la serie de televisión Libertarias (2019)- que hicieron posible a la construcción de un enorme y combativo colectivo feminista que en los últimos tiempos se hizo tan visible.

“Creo que el anarquismo fue de los movimientos políticos más importantes de nuestro país, fundacionales hasta 1930 -señala Rosenfeld-. Me interesa mucho esa época como fundacional del país. Y desde las mujeres creo que las anarquistas abogaban por reclamar ciertas cuestiones hacia fines del siglo IXX y principios del XX, que tienen mucha actualidad porque eran mujeres muy de avanzada para su época, por decirlo de algún modo.”

Con la participación de Dora Barrancos, Elsa Calcetta y Gisela Manzoni que aportan testimonios que explican la importancia de la lucha de Juana Rouco y de las mujeres anarquistas en general, el film tiene en la voz de misma Juana (leída por María Eugenia López, mientras Lucia Montenegro la representa en el recorrido ficcional) el hilo conductor de su propia historia signada por un ida y vuelta entre Europa y la Argentina.

“Ella vivió mucho en Necochea, donde pudo concretar su sueño de hacer un periódico por y para mujeres, que tuvo mucha influencia en toda Latinoamérica e incluso los números llegaban a Estados Unidos, Por eso elegí que toda la atmósfera estuviese ahí, en ese espacio y con ese viento. Filmé todo ahí. Me interesaba mucho porque Necochea es una ciudad muy ventosa y quería que el viento fuera como un elemento más, como si el viento la llevara de un país a otro, la hiciera cruzar el mar, a Europa y volver”, asegura la directora.

Nacida en España, Juana escapó de la hambruna y el fascismo hacia la Argentina, donde llegó con doce años y analfabeta. Pese a eso, luego contaría, tenía el sueño de liberar a las mujeres de un sistema económico y una autoridad patriarcal a las que consideraba partes de un mismo sistema de opresión. Su «bautismo de fuego» en protestas fue en 1904, y en 1907 tuvo una participación importante en la huelga de los inquilinos, que provocó su expulsión del país.

“En algún punto los reclamos siguen siendo los mismos. Si una lee el periódico que hizo, Nuestra Tribuna, más allá del contexto de la época lo que se habla es de salud social y reproductiva, el tema del acoso en la calle y en el trabajo, la falta de igualdad ante el ingreso salarial: son reclamos que siguen vigentes. Aunque creo que dentro de todo en el anarquismo se le daba lugar a las mujeres, ahí en Nuestra Tribuna se le reclama a los propios compañeros: nosotros tenemos que criar hijos revolucionarios, y que ellos como que para afuera eran muy libertarios, pero adentro seguían reproduciendo el mismo sistema patriarcal y capitalista del que se quejaban y combatían.

-Incluso cuando se les daba participación no era suficiente para conseguir la igualdad.

-En la actualidad sigue pasando. Y yo me vengo sorprendiendo y creo que recién ahora se está empezando a visibilizar la problemática, que ni siquiera ha cambiado tanto. La selección de los textos de Juana tiene que ver con esos hechos históricos y cómo dialogan con su vida. Me interesaba mucho ver qué pasaba con Juana con sus propias contradicciones, cómo era ser mujer en esa época, ser luchadora y a la vez tener dos hijos, conflictos maritales y las demás cosas de la vida.

-En ese diálogo que decís da la sensación de que Juana está en una gran soledad.

-Creo que todas estas mujeres más revolucionarias, o si querés un poco más adelantadas a la época -lo digo porque realmente en ese contexto era muy difícil lo que estaban reclamando- hay una especie de soledad, una soledad como anacrónica, atemporal. Pero me parece que tiene que ver más con cierto empuje, cierta forma de ver la vida que no estaba muy aceptada por la sociedad. Y en un momento ella empieza a darse cuenta de que más allá de todo, de su lucha, se choca un poco con una realidad que ocurría más allá de sus deseos. Y hasta sus propios compañeros en algún momento le pusieron freno, porque a ella también la movía mucho su enojo, su furia, y eso me parece que también la hizo pegarse contra la pared.

-De alguna manera la película muestra que con la lucha no alcanza.

-Y (suspira), sí. También es estar en el momento indicado en el lugar adecuado, y un contexto que favorece y esa energía colectiva que acompaña. Solo no se puede, sola no se puede. Más allá de la lucha feminista acá realmente si no hay un cambio de conciencia estamos en el horno. Nosotras podemos visibilizar y luchar y seguir y avanzar con ciertos derechos, pero si no hay una conciencia colectiva que no tiene que ver con el género -varones, mujeres, trans, cis-, una cuestión de conciencia social, es muy complicado de cambiar. Hasta el día de hoy me sigo revisando a nivel individual y colectivo en relaciones más cercanas, y veo cómo el patriarcado nos atravesó y cómo nos destruye en algún punto a nivel personal.


Juana. Escrita y dirigida por Daiana Rosenfeld. Con Lucia Montenegro (Juana), María Eugenia López (voz de Juana), Dora Barrancos, Elsa Calcetta, Gisela Manzoni. Disponible en Cine.Ar y Cine.Ar Play.