Desde Cosquín recibió un no rotundo a su participación luego de haber pasado con un 10 unánime a la ronda final del PreCosquín en CABA interpretando “El grito santiagueño”, de Raúl Carnota y “Celedonia Batista”, de Teresa Parodi. La artista Ferni de Gyldenfeldt sintió un dolor profundo pero no se quedó en lamentos ni en publicaciones e hizo una denuncia ante el INADI por discriminación.

Inmediatamente tuvo el apoyo del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades y del Inamu. Cuatro horas después de la denuncia de la cantante, desde Cosquín avisaron que habían decidido cambiar el reglamento y a partir de ese momento el rubro del tradicional concurso pasó a llamarse solista vocal, sin distinguir el género. El jueves 7 de octubre Ferni quedó seleccionada para representar a la Ciudad de Buenos Aires el próximo enero en el PreCosquín, sobre el escenario Atahualpa Yupanqui. Lo hizo con interpretación de «Como de zamba» de Susy Shock y Leopoldo Caracohe.

“Me interesa que haya pasado lo que pasó, es algo histórico”, dice Ferni a Tiempo Argentino unos días antes de la final en la que fue seleccionada. “El jurado (integrado por Marian Farías Gómez, Mónica Abraham y Franco Luciani) entendió en la primera ronda que yo estaba calificada para pasar a la final. Entendió que yo estaba con el talento y las características vocales para seguir participando, y desde Cosquín dijeron que no”, completa. Estaba inscripta en el rubro solista vocal femenina pero en su documento figuraba su nombre masculino.

De acuerdo a la Ley 26743 de identidad de género, la persona tiene derecho a que su identidad autopercibida sea respetada a pesar de lo que indique su documento. “Yo no tuve problemas al inscribirme, cuando lo hice me sentía más identificada con el rubro femenino con el masculino”, afirmó. Apenas le dieron la noticia de que no podía seguir participando del concurso desde Cosquín también le ofrecieron cambiarse al rubro masculino, pero se negó.

Ferni de Gyldenfeldt es hace siete años docente de música en el Liceo N°9, donde trabaja la ESI desde la música. Tiene una extensa formación musical y vocal, forma parte del conjunto de folklore Allpa Munay y junto a su hermana gemela Luchi realiza el espectáculo lírico Opera Queer. “No hice esto por ningún estrellato, lo hice por todos estos años que venimos trabajando en el marco de leyes, con la ley de identidad de género, la ley de cupo de festivales que en su artículo 2 inciso 1 habla de feminidades y disidencias, por los años de autogestión. Sin querer Cosquín nos dio un premio para visibilizar algo que venía pasando para, además, modificarlo”.

-¿Te sorprendió la rapidez con la que se modificó el reglamento?

-Sí, pero a la vez no tuvieron más chances, porque era ilegal. En cuatro horas cambiaron un estatuto histórico. Me parece importante reconocer a Gabriel Musso (intendente de Cosquín) por la rapidez y por darse cuenta que lo que estaban haciendo era del siglo pasado. Este cambio nos tiene que hacer entender que las disidencias sexuales y de género, las diversidades estamos diciendo muy fuerte “ni un paso atrás”. Ni un paso atrás en materia de derechos humanos, en materia de lo que nos imposibilita las leyes y las propias libertades, estas emancipaciones que tantos años nos han costado históricamente pero que nos llevaron a conseguir triunfos, derechos y leyes por las que tantas compañeras pusieron su vida como Lohana Berkins o Diana Sacayán.

-¿Esperabas el acompañamiento institucional que tuviste?

-No. Pero a su vez fue tan contundente y tan rápida la respuesta de Victoria Donda (presidenta del INADI) y todo el acompañamiento del instituto, más el asesoramiento de abogades, el ministerio de Mujeres que se comunicó a través de Alba Rueda y el apoyo del Inamu que ahí entendí que estaba sintiendo en carne propia un acto de discriminación y transodio, no a mi persona en particular sino el de una ley que estaba desactualizada, que no nos visibilizaba ni nos registraba como posibles ganadoras para una final de concurso. A la vez me dio fuerzas porque es un dolor, pero nuestra tribu por todo lo que vivimos, nos armamos de cierta coraza, cierta resistencia y sabemos que siempre nos cuesta un poco más. Y si no, tenemos que llevarlo a medidas tan extremas como una denuncia para que las cosas cambien. También hay que decir que se cumplió la ley. Yo no fui sólo a pedir asesoramiento, de algún modo fui a pedir un cambio en algo que estaba regido por un binarismo que hoy estamos deconstruyendo y problematizando.

-Tu denuncia es un paso hacia esa deconstrucción

-Entendí rápido que el camino era éste que era institucional porque lo que pasaba era ilegal. Estas leyes fueron violadas no sólo para mí sino para toda la comunidad. Nunca me hubiera imaginado es que en tan pocas horas iba a cambiar el estatuto, que se iba a abolir la categoría de voz masculina y voz femenina para poner una sola categoría de voces humanas. En principio es algo histórico que se mueve y nos habilita a las personas no binarias o identidades trans como posibles, legítimas y reconocidas intérpretes de música folklórica.

-El folklore y en particular del escenario de Cosquín está identificado con el hombre, ¿Sentís que es romper con eso?

-Y son estas cosas incongruentes que tiene la sociedad, desconociendo por ejemplo que la mayor intérprete argentina de música folklórica y para mi gusto la mejor cantante de Latinoamérica fue una mujer como Mercedes Sosa. Hay que seguir esa huella, volver a tomar esa lucha, volver a reconocerse en todo lo que significó en esa época para Mercedes subir a un escenario en Cosquín. Tenemos que volver a la raíz de eso para empoderarnos y saber que nada de lo que hoy tenemos se construyó desde la pasividad. Tenemos que seguir dándole batalla al machismo que hay en el folklore. ¿Cómo vamos a de construir el folklore si lo que pasa en Cosquín en horario central sólo es de tipos cantando con poncho? El último festival de Jesús María, de 50 musiques, 48 eran hombres y sólo dos mujeres. Entonces si seguimos viendo eso y si nuestras infancias siguen sólo viendo eso se va a seguir desconociendo. De algún modo, dijimos “mirá cómo nosotras podemos cantar una zamba, una chacarera”. Y no hablo sólo de la identidad de género, también hablo de tradiciones, de la música, de saber de dónde venimos. Amamos esta música folklórica fusionándola con todo lo que propone un siglo: el siglo de la mujer y de las disidencias y diversidades. Llevar esta fuerza y esta furia a la creación musical y a la interpretación artística y creativa. Mirá todo lo que se puede hacer.

-Es un cambio que ya no tiene ninguna vuelta

-Hace años que estudio música, estudié canto lírico y me dedico a cantar. Esta semana celebramos por ejemplo que Luchi, mi hermana es la primera docente en el país y en el continente, en tener una cátedra de canto no binaria. Eso es parte de un cambio social muy fuerte. Cuando era alumna no tenía una profesora trava, ahora mis alumnes tienen una profesora trans no binaria de Música en primer año. Eso forma parte de un cambio social que estamos viviendo. Las disidencias sexuales y de género somos artistas, somos periodistas, somos abogades, somos profesionales de la salud, somos arquitectes, somos madres, padres, personas visibles en esta sociedad. Y también podemos ser artistas de folklore, entonces de esto se trata todo lo que pasó con Cosquín. Todo ese entramado de música popular y construcción comunitaria que llevo de mi experiencia en todos estos años es el que hizo que cantara en ese concurso, segura de ser quién soy. Esto sorprendió al jurado por eso me dolió la negativa posterior. A ese dolor lo respiré y lo sané, pero luego tuve que reconocer por qué pasó. Entender además que ilegal. Esto nos da la oportunidad para saber cómo proceder en estos casos, la importancia de hacer una denuncia a nivel institucional. Con años del festival nunca nadie había presentado una sola denuncia, por eso es importante usar y aprovechar las herramientas que nos da el Estado. Tenemos que empoderarnos de lo que hemos conquistado.

Resolución de la Comisión Municipal del Folklore