Este nuevo Ni Una Menos, como en los años anteriores decidimos hacer un proceso asambleario para construir las demandas y el documento que se leyó en el Congreso. Pero sumamos una particularidad que fue hacer asambleas en movimiento: es decir, hicimos asambleas en distintos lugares: la primera fue en el sindicato de la CTA, luego en la Asamblea Feminista de Villa 31 y la tercera en Constitución anfitrionadas por la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR).

Estos procesos asamblearios permitieron entender cómo la violencia por razones de género se conjugan en cada espacio. Atravesamos primero una discusión muy grande en relación a la violencia económica, otra muy importante en relación a los recursos efectivamente vigentes para salir de las violencias por razones de género, y la tercera con un repudio al Poder Judicial. Por eso, entre nuestras consignas hoy decimos, con este Poder Judicial no hay Ni Una Menos. Es un poder que no sólo revictimiza a quienes denuncian violencia de género, sino también que criminaliza la participación política de las mujeres. Lo vemos en el caso de las mujeres mapuche, presas en el Sur y que recién el jueves se logró un acuerdo con el gobierno nacional. Pero también en el caso de Milagro Sala y en la no investigación del intento de femimagnicidio de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Es una justicia que desoye, descree y revictimiza a quienes denuncian. No es eficaz en los juicios, y al mismo tiempo, criminaliza la participación política de las mujeres.

Debates en las calles

Los sindicatos han sido y son desde los paros feministas, uno de los sectores más importantes de este feminismo popular. Han acompañado y tejido con nosotras una agenda que pone en el centro la desigualdad económica. Creo que la presencia tan activa de los sindicatos dentro del movimiento feminista es también lo que hace que nuestro feminismo sea popular.

Entonces, la necesidad de pensar estas consignas desde las asambleas en movimiento se gestó el 8M porque allí la participación de las compañeras de los barrios populares de la Capital Federal ha sido muy importante. También hay una relación muy estrecha con la agenda económica que planteamos el 8M, marcando el antagonismo con la deuda externa, y diciéndole al Estado que debe priorizar saldar las deudas con las mujeres, lesbianas, travestis y trans antes que las deudas con los acreedores externos.

Las cifras de femicidio muestran que estamos ante un fenómeno estructural que está absolutamente entramado con un sistema económico y social, que se sostiene en base a la desvalorización del trabajo de mujeres, migrantes, personas travestis trans. Esa desvalorización del trabajo funciona en tándem con formas de violencia. Si bien se avanzó, estas cifras expresan que todavía seguimos sin abordarlas de modo profundo.