El Grand Jamboree es conocido como el Mundial de la Biotecnología. Una competencia impulsada por el Instituto Tecnológico de Massachussetts y desarrollada en Francia, donde se reúnen miles de investigadores, inversores y empresarios en busca de iniciativas transformadoras. En la edición que comenzará este jueves, una empresa argentina será la única participante latinoamericana: Biospi, puesta en marcha por estudiantes de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y la Universidad Tecnológica Nacional (regional Córdoba). El próximo domingo se sabrá si la Argentina se sube al podio por la creación de una vacuna oral para aves que apunta a cortar la transmisión de la bacteria Campylobacter jejuni, principal causante de intoxicaciones alimentarias en humanos.

“Hoy hay niños menores de cinco años que mueren por Campylobacter y adultos mayores que se infectan. Hay alrededor de 96 mil casos por año, es la número uno de las enfermedades de seguridad alimentaria. La vacuna no solamente evitaría toda esta cantidad de muertes, sino que además en Estados Unidos y Europa se están poniendo restricciones para animales que hayan sido infectados con esta bacteria. No van a poder salir al mercado. En Argentina y Brasil eso todavía no está vigente, pero se está trabajando. La importancia de la vacuna también es en este ámbito”, destaca Uriel Miralles. Es mendocino, tiene 23 años y cursa el cuarto año de la Licenciatura en Biotecnología en la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia (FQByF) de la UNSL.

Desde París, donde se prepara para exponer el proyecto que encara con la startup Biopsi, Miralles cuenta a Tiempo que “hoy existen alternativas para tratar enfermedades avícolas, pero están enfocadas en gripe aviar y no en bacterianas. Solo se están tratando con antibióticos, sin tener en cuenta que ese tratamiento va a quedar obsoleto en el trascurso del tiempo porque generan una resistencia y eso produce que sean ineficientes”. La vacuna oral que desarrolló junto a su compañero Jeremías Conrero (cordobés de 25 años y Técnico Superior en Mecatrónica) “tiene el potencial no solamente de salvar vidas sino también de poder afrontar la problemática desde la industria avícola, favoreciendo que aumente la cantidad de proteína disponible y que cada persona que consume pueda sentirse segura”.

Salud y sustentabilidad

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, Campylobacter es una de las cuatro principales causas mundiales de enfermedad diarreica y está considerada como la causa bacteriana más frecuente de gastroenteritis en el mundo. Las infecciones por Campylobacter suelen ser leves, pero pueden ser mortales en niños pequeños, personas mayores e inmunodeprimidas.

El proyecto de Biospi -con la participación de especialistas del Conicet y la Universidad Católica de Cuyo- se basa en el desarrollo de una vacuna contra esa bacteria a base de espirulina, una microalga considerada como un ‘superalimento’ por sus propiedades nutricionales. Y se encuentra entre las terapias biológicas sostenibles: una vacuna oral, de bajo costo, que no requiere de inyección ni refrigeración. La creación fue seleccionada entre 350 trabajos del mundo y quedó entre los 15 finalistas del Grand Jamboree.

“La tecnología tiene el potencial de que de la misma manera que podemos hacer esta vacuna oral a través de un alimento contra Campylobacter la podemos hacer contra salmonella o cualquier otra bacteria que sea resistente a antibióticos. Lo que afrontamos es frenar la problemática o la resistencia antibiótica desde la raíz del problema, en las granjas de engorde”, explica Miralles.

Es un honor poder participar dentro de estas 15 startups que fueron seleccionadas. Nos da la oportunidad de poder visibilizarnos no solamente en Argentina sino en el mundo. Mostrar que nuestra solución, nuestra tecnología en desarrollo, tiene el potencial de cambiar el futuro de la humanidad. Enfocarse en la seguridad alimentaria y también en ser carbono negativo, no emitir dióxido de carbono o gas metano que pueda incrementar el efecto invernadero”, celebra el joven investigador.

Ciencia made in Argentina

Miralles y Conrero estudian, trabajan y planean seguir formándose con carreras de posgrado. A futuro, proyectan vivir de Biospi, avanzar con las investigaciones y pasar las etapas de laboratorio y clínica para llegar al mercado.

Argentina tiene un potencial enorme, somos el país latinoamericano líder en el desarrollo de startups biotecnológicas. La idea central es que la ciencia tiene que salir del laboratorio, salir del papel y transformarse en un producto para impactar en el mundo”, plantea el estudiante de Biotecnología, en un contexto de fuertes cuestionamientos al rol de la ciencia nacional por parte del sector libertario.

“En el Grand Jamboree somos los únicos participantes argentinos este año. Por eso nos enorgullece, de alguna manera representamos al país”, remarca el joven mientras trabaja contrarreloj en la preparación del stand donde los próximos días le hablará al mundo sobre su vacuna. El sábado contará el proyecto en tres minutos ante el jurado. El domingo, la final: se sabrá si Argentina suma otra copa.