Una también decía “Mal de Chagas”. Y creía que era una enfermedad que solo sucede en las casas de adobe donde hay vinchucas. Desconocía que se puede tener la infección y nunca desarrollar la enfermedad o recién mostrar síntomas después de 20 o 30 años. Cuando se habla de Chagas hay que cuestionar, incluso, la forma de nombrarlo para no dejarse llevar por los mitos y prejuicios que rodean esta problemática sociosanitaria compleja.

La comunidad científica argentina no solo avanza en la forma de contar sus múltiples dimensiones sino que además, genera innovaciones en cómo abordarlo. En Chaco, un equipo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA desarrolla un estudio precursor para la eliminación de las vinchucas de los hogares rurales que promete ser un camino posible para la prevención del trypanosoma cruzi, parásito responsable de la enfermedad, con héroes impensados: los perros.

El proyecto comenzó en 2007 en Pampa del Indio, Chaco, por el impulso de 15 investigadoras, investigadores y becarios del Laboratorio de Eco-Epidemiología de Facultad. «Nos concentramos en el área rural donde se rociaron con insecticidas unas 1400 a 1600 viviendas, y después monitoreamos cada cierto tiempo si volvían a aparecer vinchucas porque podía haber reinfestación», cuenta a Tiempo Victoria Cardinal. Es investigadora del Conicet, docente de la Facultad y una de las creadores del proyecto. «En 2016 hicimos una evaluación muy grande de todo el municipio luego de casi diez años de control sostenido –continúa–, para saber cuál era el estado de infestación de las viviendas y si habíamos logrado el objetivo de interrumpir la transmisión de trypanosoma cruzi«.

Una aclaración: hay que saber que las vinchucas también se alimentan de los animales como perros, gatos o aves. «Hay vinchucas que son del monte (silvestres) y a veces son atraídas a la vivienda por la luz o porque hay gallineros con corrales», explica. Sin embargo, el problema es el otro tipo de vinchuca –triatoma infestans–, que es la  transmisora del parásito. «La gente las trae (a esas vinchucas) con sus cosas o a veces si uno tiene cerca una vivienda con muchas, se da una invasión». En ocasiones sobreviven al rociado porque quedaron huevos, o estaban en alguna grieta que el insecticida no llegó a penetrar. El control posterior era clave.

En ese momento solo ocho de las más de 1400 viviendas (menos del 1%) tenían vinchucas al momento de la evaluación. Prácticamente se habían eliminado. Pero quedaban las que resistían a los insecticidas y la pregunta de qué hacer con esos hogares.

Amores perros

Pampa del Indio está a 192 kilómetros de Resistencia. Tiene un parque protegido de 8600 hectáreas y es una zona de transición hacia los bosques nativos que conforman El Impenetrable. El 50% de su población es de la comunidad quom. Para realizar el estudio, el equipo articuló su trabajo con referentes, técnicos de los programas de Chagas de la provincia y la nación y de los hospitales. «En general la gente está cansada de que les prometan y no cumplan, entonces si decimos que volvemos, volvemos», cuenta.

Para actuar en las ocho casas donde las vinchucas no morían se propuso la idea del animal como trampa. «Surge esta necesidad de buscar nuevas herramientas para controlar las vinchucas resistentes y  proponemos un ensayo que implica intoxicar a las vinchucas mediante el animal del que ellas comen», subraya. En el mercado ya existía una droga veterinaria que se administraba a los perros para eliminar garrapatas y pulgas: el fluralaner. El ensayo proponía estudiar el impacto de esta droga en la eliminación de las vinchucas resistentes y para eso había que administrarla a los perros de los hogares.

«Hay que considerar que los perros no son solo mascotas en las viviendas de Chaco, son los guardianes, los que cuidan las cabras, las gallinas, los que acompañan a los chicos en la escuela. En las familias tienen un rol importante y esta pastilla no solo mataba las vinchucas, sino que pudieron ver cómo un perro con un poco de sarna se curaba y mejoraba el pelaje». Utilizaron 72 perros como «carnada». Le pedían a la población que los ataran durante el mayor tiempo posible en los lugares donde habían hallado vinchucas, mientras sacaban a gallinas y gatos para que la única fuente de alimento de los bichos sean los canes que habían tomado el fluralaner. La experiencia fue exitosa.

Tras los resultados positivos (publicados recientemente en la revista científica Parasites & Vector), el equipo comenzó a preparar un diseño experimental de mayor envergadura en 240 casas, con una posibilidad crucial: cambiar la manera de luchar contra la vinchuca. «

La necesidad de convencer a la población

La dosis de fluralaner aplicada en 72 perros generaba un efecto casi del 100% de eliminación de vinchucas a los 60 días y de un 50% a los cuatro meses, por lo que se recomendó volver a administrarla. «En febrero de 2020 muchos de los sitios que tenían vinchucas ya dejaron de tenerlo, el resultado es alentador», afirma Cardinal. Había un desafío de convencimiento: desde hacía diez años el equipo le pedía a la gente que no dejara que los animales duerman o convivan en los espacios domésticos, ahora debían dejar a su perro en los lugares de la casa donde más vinchucas había. Cardinal aclara que en el estudio (donde trabajaron con un veteninario), no observaron «ningún efecto adverso».

Victoria Cardinal, investigadora y docente.