Sonrisas, ojos rojísimos y lágrimas. No había alrededor del Congreso una sola persona que tuviera esas señales. Era la señal de un triunfo esperado durante años y reclamado por generaciones y generaciones.
Cuando se escuchó el resultado, la multitud ubicada por avenida Callao y avenida Rivadavia estalló en gritos y cánticos.
“Es la primera vez que vivo algo así, queríamos estar acá, acompañar. Nunca nos tocó vivir algo así”, coinciden tres mujeres que prefieren no dar los nombres. “Nos escapamos del trabajo para escuchar la votación”, dice.
La pelea fue cuerpo a cuerpo, voto a voto, minuto a minuto. Durante la noche, mientras en la calle el frío se hacía insoportable, algunos lugares del centro (bares) se pusieron a disposición para que las mujeres pudieran ingresar al baño o estar un ratito apenas en un espacio calentito.
La votación que cambió su resultado tantas veces que el jueves por la mañana, alrededor de las 8 la ansiedad se hacía insoportable. El comentario sobre el frío que era el que más se había hecho durante la madrugada se transformó en la curiosidad por cómo venían los números que cambiarán la vida de las mujeres argentinas.
A las 8 también, muchos manifestantes retomaban su rutina cotidiana mientras desde Callao ingresaban columnas de estudiantes secundarios que se dirigían a Rivadavia. Era el punto de encuentro de esta marea verde gigante e inquieta.
“Me metí con la lucha feminista hace dos años y cuando estás ahí dentro te das cuenta de las problemática de las mujeres, aparece primero el aborto. Es tu decisión lo que pase en tu cuerpo. Uno se da cuenta que quiere o no ser madre y lo puede decidir”, expresa Milagros, estudiante secundaria del Colegio Nacional. Participó de las actividades con un grupo de cinco amigas de 16 años que vienen desde 2015 participando de las actividades que propone el movimiento feminista. Durante la madrugada del jueves las más jóvenes fueron las que agitaron la noche, la calentaron y le pusieron una mística única.
Saltos, gritos, bailes se fueron improvisando a lo largo de las avenidas, a modo de celebración. La pulsada se ganó en las calles con la alegría de una lucha justa y colectiva y la fuerza de esa unión intensa entre las generaciones nuevas y las históricas del movimiento feminista.
Pasado el mediodía las calles seguían tomadas no tanto por gente como sí por una alegría multiplicada, con la sensación de fin de fiesta. De una fiesta tan inesperada como merecida.
La celebración “oficial”
No hubo otra palabra que emoción durante la mañana del jueves. El mundo parecía detenerse en cada abrazo, en cada universo femenino que se encontraba con el otro.
Entre las manifestantes, la sonrisas de las integrantes de la Campaña por el Aborto Legal,Seguro y Gratuito, quienes presentaron el proyecto por primera vez en 2006 eran las que más brillaban.
Luego del saludo entre todos los colectivos que acompañaron esta lucha durante los últimos meses, parte de sus integrantes almorzaron en el Bauen.
Todo es celebración. Los brindis se multiplicaron a lo largo de la mesa. Mezcla de alegría triunfal y alivio, las mujeres compartían cómo vivieron esas horas de incertidumbre y de conteo uno a uno.
“No pudimos dormir. Ayer a cada momento nos decían que no nos daba el número, esta mañana era una ansiedad pero a su vez tenía toda la confianza de lo que pasaba en la calle”, dice al borde de las lágrimas la médica Stella Maris Manzano, integrante de la campaña. “Si nuestros diputados no podían ver nuestra enorme movilización con una plaza vacía del otro lado, es que estaban ciegos. El acompañamiento de los muchachos a las chicas fue muy emocionante por eso hoy cuando ganamos fue llorar de alegría”, agrega Manzano.
La ley sufrió algunas modificaciones en relación a la original. “La felicidad que tenemos además es porque tuvimos una ley buena, comparada con la de Uruguay ha llegado más allá. Acá no tenemos período de reflexión, no pudieron obligarnos a ser tuteladas por psicólogas o trabajadoras sociales, perdimos en lo que es objeción de conciencia pero lo imaginábamos. Eso demuestra cómo la Iglesia Católica y la evangélica defienden a los vagos porque todo el mundo puede ser objetor lo que no puede es entrar a trabajar en algo que le molesta como no dejaríamos que un testigo de Jehová médico entre a una hemoterapia” explica la médica. “Había coherencia y compromiso desde nuestro lugar, respeto por la dignidad de las mujeres, desde el lado que votaron en contra mentían diciendo que se pueden salvar las dos vidas, por ejemplo, cuando sabemos que no podemos prometer que ninguna
Para Manzano en el debate las posturas en contra no fueron serias mientras que las a favor sí. “Oí que nos trataron de perras, otro habló de los marsupiales. Massot fue muy fuerte cuando comparó esto con un genocidio, cuando dijo ‘ni nosotros en la dictadura nos animamos a tanto’. Massot reconoce que fue uno de los torturadores o cómplices civiles de la dictadura, me encantaría que lo hagan responder por esto y me digan a qué se animó. Porque mataron mujeres, picanearon uteros y robaron bebé”, dijo duramente Manzano.
Por su parte, Liliana Daunes definió su estado como “exultante”. “Ayer con gran expectativa y mucha alegría, siendo una más en esta marea que se dice tuvo alrededor de un millón de personas, formé parte de algún momento del escenario y siempre reencontrándome en el abrazo con otras en las miradas. O esta complicidad de andar con un pañuelo por todos lados”.
Daunes es otra integrante clave de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “Llegar hasta acá es reconocer que hubo un camino de construcción del feminismo y del movimiento de mujeres que tiene más de 30 años y que ha podido con argumentos y paciencia empujar la historia. Tengo esa conciencia y la alegría de pertenecer a este movimiento y lo vivo con alegría y la emoción a flor de piel”.
Daunes dijo que durante la mañana se abrazó con miles de chicas y chicos. “Fue encontrarnos con otras y llorar de alegría. En este mundial el primer gol de las feministas y se lo dedicamos a Francisco. Y siento que quienes dimos la primera patada fuimos nosotros y la patada es mucho más que patear una pelota sola porque hemos pateado las pelotas del patriarcado”