“Sí al transporte gratis”, “No al transporte público”, “Las calles son del pueblo”, “Escuchen a los vecinos de Nordelta” dividían las distintas posiciones de los carteles levantados por los vecinos de Nordelta en el Concejo Deliberante de Tigre, este jueves, en plena votación para que el colectivo 723 ingrese al barrio y las trabajadoras y trabajadores no dependan de la empresa privada MaryGo para llegar a sus trabajos.

Luego del escándalo por la discriminación a trabajadores en Nordelta, el Consejo Deliberante de Tigre autorizó a la Línea 723 a prestar el servicio público en la avenida que circunda el complejo de barrios cerrados. La ordenanza fue impulsada por el intendente Julio Zamora y tuvo el apoyo unánime de los bloques del Frente Renovador, Unidad Ciudadana y Cambiemos. 

La nueva norma autoriza el ingreso de la línea de colectivos 723 a la avenida troncal que circunda a Nordelta, con el objetivo expreso de que pueda prestar su servicio a los vecinos del complejo como a quienes concurren a trabajar allí todos los días. En medio de una sesión caliente por los gritos cruzados entre trabajadores y vecinos, la presidenta del Concejo Deliberante, Alejandra Nardi agradeció «el trabajo intenso que hicieron todos los presidentes de cada bloque y los concejales para tratar este proyecto. Pensamos en el bienestar de los vecinos y por eso llegamos a un acuerdo para aprobarlo por unanimidad”.

El proyecto de ordenanza fue presentado días atrás por el Poder Ejecutivo municipal, luego de que se difundieran testimonios y videos de la discriminación sufrida por trabajadores y trabajadoras del lugar a quienes se les impedía el ingreso al servicio de transporte privado que opera en el predio.

Florencia Mosqueda, actual presidenta del bloque de Concejales de Unidad Ciudadana de ese distrito afirmó a Tiempo: “Triunfó la política, lo pudimos resolver después de muchas discusiones, entre los vecinos, entre los bloques”. Y explicó: “Esto significa que el Estado intervino como tiene que ser: a favor de los más débiles. La regulación del Estado y de la política resultan fundamentales, no vamos a apoyar la privacidad de esos barrios, lo que se hizo fue liberar la troncal, es decir que pueda pasar el colectivo por calle pública”.

La concejala explicó que subyacía en el conflicto un odio de clase, “había carteles que decían ‘No al transporte público’” y, por otra parte, dentro de la administración de Nordelta como la de los mismos vecinos las posiciones distaban de ser unánimes: “Había vecinos a favor de que el transporte ingresara, de modo que no había un único posicionamiento, había contradicciones y diferentes opiniones”.

Por lo tanto, la unanimidad “no fue en desmedro de nadie sino a favor de todos los vecinos de Tigre”, afirmó Mosqueda.

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Hasta último momento, por dicho motivo, ciertos vecinos de Nordelta buscaron prolongar el sistema cuestionado. Descontentos con la iniciativa municipal, representantes de los distintos barios privados que integran el complejo presentaron un proyecto alternativo al que denominaron «superador», y que proponía combinar un circuito privado con el público. 

La propuesta fue desechada por el pleno del Concejo Deliberante en una sesión extraordinaria que culminó con expresiones de celebración por parte del grupo de trabajadoras que presenció el debate. “Durante muchos años se caracterizó a Tigre como una zona de barrios cerrados. Nosotros queremos hablar de barrios abiertos, de cohesión social. Consideramos que los espacios públicos son democratizadores, por eso impulsamos este proyecto”, afirmó Zamora, al momento de presentar la norma que finalmente se aprobó.