En medio de la gira europea, la comitiva presidencial recibió una buena noticia de parte del gobierno francés. El primer mandatario Emmanuel Macrón le confirmó a Alberto Fernández que restituirán los restos del hijo del cacique tehuelche Liempichún Sakamata, tras un reclamo nacional que llevaba años.

Hasta 2009 estuvieron expuestos en el Museo del Hombre de París. Pero hay que remontarse más de cien años atrás, a finales del siglo XIX, cuando el francés Henry de La Vaulx, que ostentaba el título de conde, llegó a las comunidades del Lof Liempichúm de Río Senguer, en la provincia de Chubut.

“El hijo del Cacique estaba muerto cuando La Vaulx pasa por el paraje Liempichúm. Lo atiende la comunidad, lo reciben, le muestran el cementerio. Y luego él va y profana la tumba. No hay registros fotográficos del hijo del cacique, sí de su padre”, revela a Tiempo el antropólogo Fernando Pepe, titular del Programa Nacional de Identificación y Restitución de Restos Humanos del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas.

“La Vaulx hizo cosas macabras, llega a cocinar cuerpos que saca de las tumbas, lo amenazan las comunidades y lo quieren acuchillar”, continúa Pepe.

El proceso de devolución se inició en junio de 2015 a partir de una gestión del Ministerio de Relaciones Exteriores a cargo de Héctor Timerman, luego del reclamo de los descendientes, tanto los Sakamata de Puerto Madryn como del Lof Liempichúm de Río Senguer.

La Vaulx había venido a nuestro país por encargo del Ministerio de Educación de Francia para buscar restos óseos de la Edad de Piedra. Pero estuvo lejos de esa misión. La Vaulx se apropió de 18 esqueletos y 100 cráneos de comunidades nativas de toda la Patagonia. De hecho, están abiertos otros dos casos de restitución con el Museo del Hombre: otro ancestro y el cacique Guaycurú Lisali, que fue regalado al príncipe de Orleans.

“Para nosotros, y principalmente para las comunidades reclamantes, es una muy buena noticia y muy esperada. Venimos acompañando desde el 2015, cuando iniciamos el reclamo, esta confirmación por parte del Estado francés de la restitución del hijo del cacique Liempichúm Sacamata”, afirma Pepe.

Y añade: “Cada acto de restitución es un triunfo de las comunidades y abre camino para la reparación histórica que les debemos a las comunidades originarias, desde la antropología y desde el Estado, que fue el que realizó el genocidio que permitió a estos viajeros profanar las tumbas de las comunidades».

“Como investigadores esa es nuestra obligación. Para las comunidades es muy importante recibir ambas devoluciones. Tener los datos sobre la salud, alimentación, prácticas culturales de sus antepasados permite saber sobre sus mayores, hacer uso de los resultados de las investigaciones, y plantear necesidades ante una ciencia que escucha y da respuestas”, señaló Leonor Acuña, investigadora y titular del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (Inapl).

La presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, Magdalena Odarda, añadió que “reconocer que estos restos mortales pertenecen a un pueblo y a un lugar es reconocer que ese pueblo o esa comunidad está vivo y presente en el territorio”.