Temas para tratar en el Congreso de los Estados Unidos sobran, pero el que eligieron este miércoles llama la atención: los ovnis. Los miembros de la subcomisión de Seguridad Nacional, Frontera y Asuntos Exteriores del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes escucharon a tres «valientes testigos», como los definieron, sobre sus experiencias con objetos no identificados. Uno de ellos, David Grusch, ex funcionario de Inteligencia geoespacial, llegó a afirmar que el Gobierno de EE UU tiene pruebas de la existencia de ovnis, pero que decidió ocultarlas por más de 10 años.

Grusch, señaló que el Pentágono tiene en su poder restos de naves extraterrestres «intactos y parcialmente intactos». Según el ex director de análisis de fenómenos anómalos inexplicables, o fenómenos aéreos sin identificar (UAP, sus siglas en inglés), también se recolectaron «pilotos muertos».

Además de Grusch, declararon David Fravor, comandante retirado de la Marina; y Ryan Graves, expiloto de la Armada. Se trató de la primera de una serie de audiencias pensadas para forzar al Pentágono a que difunda la información clasificada de la que disponen para «descubrir la tapadera”, como lo definió el congresista republicano Tim Burchett, de Tennessee, uno de los más activos en el tema.

Su compañero Glenn Grothman (Kentucky), presidente del subcomité, aseguró que buscan acabar “las salvajes especulaciones sobre la naturaleza de los ovnis, que no benefician a nadie, a base de hechos”.

Rutina

“Mientras estamos hablando, nuestro cielo está lleno de UAP, cuya existencia no se denuncia lo suficiente. Los avistamientos no son raros, ni aislados. Son la rutina. El estigma de los UAP es real, y plantea un desafío poderoso a la seguridad nacional”, remarcó Graves.

Para él, como reconstruye el Diario El País, todo empezó en 2014, cuando era piloto de F-18 y vio durante un vuelo que partió de la costa Este a la altura de Virginia Beach un “cubo gris oscuro o negro dentro de una esfera transparente que se acercó a 15 metros del avión que encabezaba la flotilla. Calculamos que tenía entre 1,6 y tres metros de diámetro”.

“Pronto esos encuentros se volvieron tan frecuentes que discutíamos el riesgo de encontrarnos con UAP como parte de la preparación al vuelo”, agregó, y pidió “permitir a los pilotos, tanto militares como comerciales, que denuncien lo que ven sin temor a las represalias”.

Grusch, por su parte, enfatizó que fueron los ideales de la “verdad y transparencia” los que lo llevaron a convertirse en un denunciante (“whistleblower”), tras 14 años en los servicios de inteligencia, también en el programa de UAP del Pentágono, creado en 2020. Al año siguiente quiso empezar a contar lo que sucede “tras conocer informes preocupantes de múltiples compañeros y de militares respetados y acreditados en activo o retirados que dejaban claro que el Gobierno opera en este asunto en secreto, sin la supervisión del Congreso”.

«Ciertamente, ha habido colegas míos brutalmente represaliados administrativamente por hablar”, añadió, aportando un dato curioso: solo el 5% de los avistamientos son denunciados.

La faz de la Tierra

Robert García, representante demócrata por California, pidió al comité que afrontara el asunto con “mente abierta”, y le preguntó a Grusch si creía que el Gobierno tenía algunos UAP en su poder. “Absolutamente, sí, me lo confirmaron 40 testigos a lo largo de cuatro años”.

-¿Y sabe dónde pueden estar?

-Lo sé, y así se lo reporté a las autoridades correspondientes.

El tercero en intervenir, Fravor, recordó el día en 2004 en el que participó en unas maniobras de entrenamiento como piloto de un Strike Fighter en la costa de San Diego. Un controlador les comunicó que había que suspender la misión, porque llevaban un par de semanas topándose con artefactos que bajaban cono el rayo de los 80.000 a los 20.000 pies y se quedaban a esa altura durante horas. Entonces, contó Fravor, apareció un objeto blanco “que se movía muy abruptamente sobre el agua, como una pelota de ping-pong”.

“No soy un fanático de los ovnis pero les diré que lo que vi durante un período de cinco minutos, es algo que nunca, antes o después, he visto. Era una tecnología increíble”, continuó. Y advirtió que no cree que esa tecnología esté “al alcance de ningún país sobre la faz de la Tierra”.

La de este miércoles era la tercera audiencia sobre el tema en el Congreso tras medio siglo de silencio. En la celebrada en abril en la Cámara Alta, Sean Kirkpatrick, director de la oficina encargada de los avistamientos, explicó el Gobierno estaba analizando más de 650 casos potenciales de UAP: “De esos, hemos priorizado aproximadamente la mitad de ellos por tener un valor anómalo e interesante, y ahora tenemos que revisarlos y preguntarnos: ¿Cuántos tienen visos de ser verdad?”.