Primera ola de escritura

Por: Página blanca

En el marco de la Muestra virtual de Talleres Tiempo 2020, el Taller de escritura creativa "Página blanca" exhibe su expresión literaria. Escrituras de todo el país son presentadas en microrrelatos y autobiografías creativas, en dimensión federal a lectores y lectoras del diario.

A pesar de vivir un año entre alfileres, la escritura de historias levantó un espacio resiliente pese a la distancia. El taller virtual de escritura creativa de Tiempo, Página blanca, destelló en creaciones y acompañamientos, construyendo una vigorosa Resistencia colectiva veinte veinte, al arañar el fin de año. A continuación, la costa literaria creada por la edición Primavera de escritura creativa, en la pluma de integrantes del taller, coordinado por Juliana Corbelli.

La cima 

Mis dedos están agrietados, sangran al encontrarse con el filo de las rocas. Sufro de vértigo. A mi viejo le pasa lo mismo, ¿será genético? A esta altura los músculos poco responden e irrespetuosos tiemblan. Cada pensamiento es un movimiento clave con el que puedo avanzar o caer en cuestión de segundos, tengo pocas opciones. Falta menos, pero tengo ganas de llorar y aflojar el cuerpo ¿por qué me expongo? Son mis últimas fuerzas, siento las gotitas de sudor que me van cayendo sobre los ojos. Me arrastro. Falta menos y quiero mi recompensa: contemplar los silencios de una naturaleza árida e imponente. Estoy sola, pero por primera vez en mucho tiempo siento que no estoy aislada.

Soledad De Marco | Nació en Mataderos, un barrio porteño al sur de la capital, donde todavía puede escucharse el silbato del vendedor de churros. Nació a tan solo veinte días de que la Argentina recuperara su democracia. Como tercera hija mujer, heredó juguetes, ropa, colegio y libros.  Actualmente vive en Villa Urquiza con una perra abuela que la acompaña desde hace varios años y con Tita, una cachorrona que llegó para derrochar juventud a esa pequeña manada.

Equilibrista

Recuerdo el momento en el que aprendí a andar en bicicleta sin las dos pequeñas rueditas adicionales. Porrazos mediante, al pedalear los primeros metros, me envolvió un sentimiento inigualable: la libertad. Qué potente. Mientras más avanzaba, más libre, llegué a creer que podría volar. Escucho a lo lejos la voz de papá ¡Volvé! Por la calle no, gritó. Frené en la esquina y pegué la vuelta. Me esperaba con una sonrisa y un abrazo. ¡Viste, lo lograste hija!

Está caluroso, el paseo por el camino de tierra dificulta un poco el andar. Atravesar la arenilla requiere de un esfuerzo mayor y las piernas se han desacostumbrado. El aire de campo refresca los rostros, las chicharras irrumpen con su ensordecedor sonido, la tarde cae y es hora de un mate. Todo va a estar bien, me dice mientras acaricia con su mano segura mi espalda transpirada. Los cuerpos encuentran el lugar donde se sienten cómodos y, en esa inmensa llanura, pienso otra vez en papá.

María Bernarda Tinetti | Tengo muy mal humor por las mañanas y cuando necesito comer algo. El día que nací, en mi pueblo vivían cinco mil personas. La noche es mi mejor amiga para escribir. Suelen decirme ‘mano verde’ porque gajo que planto, hecha raíces. Cumplí cuarenta este año, pero tengo esa edad desde los veinte.

Patético equipaje

—Ma, ¿Cuántos jeans pongo en la valija?

—Poné dos. Todo lo tuyo tiene que entrar en el bolso del club—contesté con firmeza. —Al final siempre estás en short y malla. No tenemos más lugar en el coche.

—¿Cómo que no hay más lugar?— me preguntó, mientras comprobaba desde la ventana, que el portaequipaje estaba completo. — ¿Qué hay en esas cajas?

—Alcohol en gel, barbijos, guantes descartables, máscaras de acrílico, bidones de lavandina, jabones, repelentes, protectores solares, varias botellas de alcohol al 98 %, rociadores, un mate para cada uno, agua mineral, botiquín de primeros auxilios….y algunas cositas más. — Me agité.

—¡Ay mamá!. ¡Qué equipaje de vacaciones! ¡Es patético!—

—¡No! Es un equipaje pandémico— Intenté un chiste para refutarla. Pero no le encontré la gracia.

Gabriela Deocare | Soy Gaby, nací y vivo en CABA, pero pasé mi niñez en el monte riojano. Allí construí un espíritu libre, aventurero y agreste, que vive en el cemento añorando. Amo la infancia y el juego. Me hice profe de Educación Física para seguir jugando. Y así ando, explorando y descubriendo caminos lúdicos y espacios de libertad.

Efectos

Las ovejas que cuento en las noches de insomnio tienen inmunidad de rebaño. Mientras riego, les recito un manifiesto a las margaritas. Mis nuevos caniches se llaman Hoz y Martillo. Hace unos días firmé un contrato millonario como panelista para un programa de entretenimientos. Cuando el conductor me presenta yo tomo un traguito de vodka y lanzo fuego por la boca. La semana que viene sortearán un huevo de Fabergé que la producción compró por internet. Piensan presentarlo como una pieza única, fabricada por mí.

-¡La curva del rating no se aplana!-  gritan como una arenga detrás de cámara.

Al final, firmo algunos autógrafos: Con cariño Dimitri Pérez- y abajo aclaro entre paréntesis “El Juan”.

Dicen que la segunda dosis me la van a dar en vivo.

Cristina Valenzuela | Nací en la ciudad donde hoy vivo. Cuando era niña decía que nunca me iba a casar y tampoco tendría hijes. Quería ser azafata.

Me gusta mirar las nubes y descubrir formas. Soy tímida. Bailo y escucho música para aplacar la tristeza. Detesto el viento.

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¿Y ahora qué?

En el viaje de regreso recordaba lo que ella le había dicho esa mañana: “Sabés, soñé que nos íbamos a Grecia. Este año me jubilo y nos vamos. Después de la vacuna organizamos el viaje. ¿Te parece?”

Sentía que le pesaban los brazos, las piernas y el corazón. Veinte años en constante obediencia. Una carrera interrumpida por el cansancio y de entrega a esa fábrica que no era suya. Ahora “la gran familia” le decía: “queda desvinculado de la empresa”. ¿Cómo empezar de nuevo a los cincuenta y seis años? Se sintió descartable.

En esas últimas cuadras hasta llegar a su casa, solo pensaba en cómo le iba a decir que por ahora no podrían viajar, que tal vez nunca.  Abrió la puerta y la vio sentada en el sillón, su cara bañada en lágrimas.

–¿Ya te enteraste?

 –Sí, no lo puedo creer. Se murió el Diego.

María de los Angeles Buceta | Siento orgullo de ser docente porque en el aula soy lectura, palabra e historia. Soy de las que piensa que la libertad es seguir creyendo en las utopías. Soy, simplemente, María de los Ángeles.

Los progres del norte

Arde bastante. Pero no da poner cara de dolor. Sonrío y los ojos se me cierran. Ciento ochenta y tres reporteros gráficos disparan su flash y me hablan a la vez. “Acá, Martín”. ¿Es posible mirar para arribabajoderechaizquierdaycentro en un movimiento? Vendría bien. La noticia es que – conmigo-  toda la población del país ha sido vacunada, de forma gratuita. Qué orgullo, che. Nos declaran Nación libre de egoísmo. Fuimos los últimos en Sudamérica. En los países desarrollados o con un fuerte Estado de Bienestar solo es gratis para trabajadores e inmigrantes que buscan quedarse a vivir. El resto tendrá que pagar su vacuna, cuando consigan más dosis. “Primero los del Sur”, dijeron.  Los principales políticos y empresarios del mundo ya dijeron que no los cuenten, que prefieren donar las suyas para los pobres. Ya tienen anticuerpos. Arde bastante, siento un hormigueo en el brazo, pero dicen que este dolor vale la pena.  

Matías Pozzo | Me dicen impuntual, porque me tomo la vida despacio. Nací veinticinco días tarde, pero ¿quién quiere nacer? Leo mucho, escribo poco. No hablo a la mañana. Fundamentalista de las zonas de confort y optimista del tiempo: cada cosa tiene el suyo para alcanzar su buen punto. ¿Yo? Sigo crudo.

Viaje al dos mil veintiuno

Espero en el andén. No está muy claro, pero algo adentro mío dice que lo peor ya pasó. Antes de subirme al tren, veo un gato negro. Se detiene, se sienta, mueve su cola y me mira desafiante. Volvé por donde viniste. No se te ocurra cruzar. Me acerco despacio, pero el gato cruza.

Subo al tren con preocupación. Logro sentarme. Comienza a marchar, avanza mil metros y se detiene. Suena en altavoz un hombre que avisa que el tren se rompió. Tendrán que esperar el próximo. Algo suave me roza, miro a mí costado, el gato negro pasa entre mis piernas, da un salto a la ventanilla, voltea para mirarme y escapa. 

Corina Bertone | Soy Corina. Me aburro fácilmente de todo. Extraño cada lugar que habité. El amor por las plantas se lo debo a mis abuelas.  Me reencuentro con mis muertos en las noches estrelladas. Soy la que se creyó el verso de que para destruir al sistema había que meterse. Y ahora estoy adentro, atrapada, buscando la salida.

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¿Será solo un sueño?

Las noticias asedian los televisores, las redes, las radios, los diarios. Un poderoso virus invadió el planeta sin pedir permiso. Los informes no parecen reales. Las películas de ficción sobre pestes, epidemias, virus, pandemias actualizan los tiempos insólitos.

Sentada en mi jardín, observo el limonero repleto de azahares con su aroma tan peculiar, los pimpollos rosados del rosal, las orquídeas desde su lugar protegido, entre las ramas, me sorprenden. Me acompaña el silencio de los jardines traseros, no hay gente caminando ni niños jugando en la plaza. Escucho el silencio, somos amigos, tengo la misma sensación que siento en mis viajes al sur. Llena de promesas, recorro la quietud de sus lagos, rutas. Extraño sentarme a tomar mate y charlar con mis hijas en el jardín, mirando jugar a los chicos. Los almuerzos domingueros, degustando el asadito de Caco. ¿La naturaleza cuestiona el daño al planeta? Realidad o ficción, estoy viviendo un antes y un después en mi vida.

Graciela Rimondi | Soy como el Ave Fénix, renazco de las cenizas, cuando ya no esté me convertiré en colibrí para recorrer los jardines de mi vida.

Palabras que cambian la vida

Hay palabras que te visitan sin avisarte y tienen el descaro de presentarse completamente desnudas.

Otras, al decirlas, te sanan un poquito.

Otras, te salvan de la vida.

Hay culpas que llaman a tu puerta, puntuales, a la misma hora todas las madrugadas. Andrajosas, con mal olor y te suplican por lo que tengas para darles.

Un día les das un nombre y tu sueño recupera las madrugadas.

Carina Ortiz | La hija mayor. Madre gallina. La que abraza. La querible. Nací en San Juan, lugar donde se aprende a mirar del sol y la luna. Me gustan los paisajes con horizonte, la palabra Abracadabra y las flores de los cactus. Me conozco un poco más los días de mi cumpleaños. Cuando amanezco talento mi cabeza llena de ideas e imágenes. Tengo un don para encontrar la belleza. Enseño para salvar a los niños del odio.

COVID-19 ECONOMÍA Y  MARADONA

Era pasado el mediodía y estaba escuchando la radio. Era el momento del pase entre Roberto y El Cadete. Pesky con sus imitaciones le sacaban una sonrisa, las noticias de la pandemia de Covid-19 y la economía eran desalentadoras. Estaba por llegar la vacuna, pero sentía que faltaba tanto para enero de 2021. En fin, en eso estaba, cuando de repente El Cadete dice:

-Roberto, está apareciendo en los portales una noticia. Maradona tuvo un infarto. TN y Clarín dicen que murió.

-Cadete, cortamos el pase y chequeamos.

Largo silencio de radio. Propagandas del medio web.

Sonó el teléfono, atendió y la voz de su hija sin más:

-Mamá, murió Maradona.

-¿Estás segura?

-Sí, ma, está por todos lados.

Y sin más palabras cortaron.

Graciela Anfosso | Soy petisa y por eso algunos compañeras/os de trabajo me dicen: peti. Me gusta desayunar tranqui  y leer los diarios de mi predilección. Desde que nació mi nieto hace cinco años, he vuelto a descubrir que no todo está perdido.

*El nuevo taller a distancia de escritura creativa comienza en marzo. Socios y socias tienen un descuento. Consultas a: talleres@tiempoar.com.ar.

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