“Acá no hay libertad de los padres para elegir qué tipo de educación pueden recibir nuestros hijos, es como si nos estuvieran subestimando”, lanza Elías Carnotta, papá de una nena que asiste a la Escuela N° 12 DE 9 del barrio de Colegiales. “Porque ahora si no los queremos enviar a jornada completa ¿vamos a tener que pagar una privada de jornada simple?”, cuestionó en diálogo con Tiempo, mientras se manifestaba.

La tranquilidad del barrio de Colegiales se vio interrumpida por el reclamo razonable de cientos de familias que integran la comunidad educativa porteña. Bajo la consigna “Salvemos la Jornada Simple”, se movilizaron hacia las puertas de la escuela ubicada en Conde 943, en rechazo al cambio compulsivo de cursada que ordenó la ministra de Educación porteña Soledad Acuña. Al igual que miles de chicas y chicos, la hija de Elías, realiza varios tratamientos médicos diarios tras la jornada escolar. Ella tiene síndrome de asperger y la asistencia a los diferentes controles son diarias. “No lo quiero personalizar en mi hija pero en esta situación se encuentran miles de nenas y nenes. Y además no es tan difícil de entender. Nosotros elegimos jornada simple por varias razones, es por eso que seguramente vamos a judicializar el tema”, agrega Elías.

Las familias que eligen una escuela de jornada simple, lo hacen por diversos motivos: organización, jornada laboral, o para complementarla con otras actividades a contraturno, desde tratamientos médicos (lo más común) hasta clases deportivas, artísticas o culturales que los chicos y chicas ya no podrían sostener por el horario.

Esta escuela cuenta con una comunidad estudiantil con muchos niños y niñas integrados en el turno mañana y turno tarde y la infraestructura carece de espacio para jornada completa «porque tendríamos que desdoblar grados, no tenemos espacio físico», explica a Tiempo una fuente del establecimiento educativo. La escuela tiene alrededor de 200 alumnos y en su interior posee un pequeño comedor con capacidad para menos del 15% de la totalidad de estudiantes. No entrarían todos los chicos y chicas en ese espacio ni siquiera dividiéndolos en dos grupos. Al lugar asiste un 20% de chicos con algún tipo de discapacidad que realizan integración. «Esto quiere decir que al número total de estudiantes tenemos que sumarle cinco acompañantes APND (Acompañantes Personales No Docentes) por aula. El espacio no alcanza ni poniendo la mejor de las voluntades», explican desde la escuela.

El conjunto de las familias coinciden que no se oponen a la jornada completa, pero que quieren ser ellos quienes decidan qué tipo de educación recibirán sus hijos y con qué modalidad. Además afirman que los tiempos de implementación de esta medida son imposibles, ya que muchas escuelas comenzarán a funcionar a partir del mes de septiembre.

De la jornada participaron los gremios docentes porteños mayoritarios que vinieron a brindar su apoyo a las familias. “En principio el gobierno porteño intenta tomar esta medida en septiembre, y esto rompe cualquier tipo de organización familiar. Claramente una medida que llegó de manera inconsulta”, puntualiza a Tiempo el secretario adjunto de Ademys, Jorge Adaro. “La ministra Acuña no puede ir en contra de miles de familias que eligieron la modalidad simple y que tradicionalmente ya organizaron su vida en ese sentido, con muchas actividades elegidas por esas familias en otros espacios”, cierra. Por la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-CTERA), Natalia Militi, secretaria del nivel primario de ese gremio señaló que “en ningún momento el gobierno de la Ciudad habló con las familias, siempre son decisiones unilaterales y no les importa qué es lo que necesita la comunidad educativa”, expresa Natalia Militi. La docente y referente educativa analizó que esta medida se tomó a las apuradas y el gobierno porteño la quiere imponer como sea. “Nosotros desde UTE apoyamos a la comunidad educativa y le exigimos al gobierno que los escuche y hable con las familias”.

Tiempo se puso nuevamente en contacto con el ministerio que conduce Soledad Acuña, y ahora detallaron que tienen como objetivo adherir a más de 40 escuelas a jornada completa. Al preguntarles sobre si tenían como posibilidad construir nuevas escuelas para la modalidad jornada completa, no quisieron responder.

Otras de las organizaciones presentes en la manifestación fue la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH) regional CABA. “No se pueden cambiar las condiciones de cursada en el mes de septiembre de los niños y niñas en las escuelas de la Ciudad. No es justo que se haga de manera compulsiva y obligatoria”, analiza en diálogo con este medio Ramiro Geber, uno de los presidentes de la APDH CABA. “La improvisación en materia educativa del gobierno de Larreta es cada vez más evidente”, agrega y concluye: “En la Ciudad hay temas más urgentes como una alta tasa de niñas y niños que no tiene una vacante y necesitan entrar al sistema educativo”.

Reunión con la Defensora del Pueblo

Este miércoles se realizó un encuentro en la Defensoría con madres y padres cuyos hijos e hijas concurren a escuelas de jornada simple de la Ciudad. Participaron más de doce establecimientos que reclaman el respeto por el turno escolar que han elegido. ”La opción que el Gobierno les propone a quienes no estén de acuerdo con esta medida, es que cambien de escuela a sus hijos e hijas.

En tanto, tampoco se saben los criterios de esta determinación, menos aún a esta altura del año”, destaca a Tiempo la titular de la Defensoría, María Rosa Muiños. “Por otra parte, no todas las escuelas cuentan con las condiciones edilicias acordes, incluida por ejemplo el servicio de comedor; no se advierten los fundamentos pedagógicos que sustentan y, a su vez, sorprende el desconocimiento de las decisiones familiares”, agrega y concluye: “La Ciudad debe ofrecer opciones eficientes para las familias. Si se estima o se evalúa que faltan escuelas, la solución sería construir más y no así cerrar la oferta”.