El ex combatiente de Malvinas e hijo de un obrero frigorífico desaparecido, José Luis Lovey brindó este martes una gota de su sangre para compararla con los 600 restos que el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) mantiene en custodia y busca identificar. La extracción se realizó en el Hospital Evita Pueblo de Berazategui y concurrió con sus hermanos Juan Carlos y Ramona Ester. Con sus muestras, el servicio de Hemoterapia de ese centro de salud quedó inaugurado como centro de recepción de muestras de sangre de familiares de víctimas de del terrorismo de Estado.

“Más allá de que la muestra nuestra sea positiva o no, no importa eso, lo importante es que yo como mis hermanos pudimos donar una muestra, por esos 600 cuerpos que todavía están esperando que alguien los reconozca. Ojalá que coincida con nosotros”, dijo el hombre poco después en un homenaje que le realizó la Municipalidad y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires.

La historia del ex combatiente e hijo de un desaparecido salió del anonimato cuando la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner lo homenajeó junto a otros ex combatientes en el Congreso el 2 de abril pasado, con motivo de los 40 años de la guerra de Malvinas. Lovey es empleado de la Obra Social del Congreso y su padre, Mauro Lovey, está desaparecido desde junio de 1976 cuando salió de su casa del barrio San José de Berzategui rumbo al frigorífico La Estrella, ubicado frente a la cancha de Racing, en Avellaneda, donde trabajaba. José Luis Lovey tenía en ese momento 13 años y no imaginaba que seis años después estaría en un Grupo de Artillería disparando cañonazos contra las tropas británicas que intentaban desembarcar en las Islas.

“Fue como sacarme una mochila de encima”, dijo Lovey al recordar el acto en el Senado cuando le contó su historia a la vicepresidenta. “Quería sacar todas esas cosas que tenía guardadas, fue por eso que se lo dije. Y bueno, la verdad que me sentí aliviado”, le contó a Tiempo Argentino. Y recordó: “Hace poco, le mandé una nota a la vicepresidenta. Espero que le hayan hecho llegar la nota porque ahí le agradecía por lo que hizo y le comentaba que me sentí muy aliviado después”.

Lovey y sus hermanos dieron este martes una muestra de su sangre este martes en el marco de la Iniciativa Latinoamericana de Identificación de Personas Desaparecidas (ILID) que impulsa el EAAF para incrementar las identificaciones de personas desaparecidas entre 1974 y 1983. En la provincia de Buenos Aires la iniciativa la coordina la Subsecretaría de Derechos Humanos a través del director de Investigación y Memoria, Víctor Hugo Díaz, y junto con el Ministerio de Salud, trabajan para que los hospitales de la Provincia se conviertan en centros de recepción de muestras de sangre de familiares de víctimas del terrorismo de Estado.

Tras la toma de las muestras, Lovey fue homenajeado en un acto encabezado por el intendente Juan José Mussi, el subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, Matías Moreno, del que también participaron autoridades municipales y compañeros del Lovey de la Agrupación Héroes de Malvinas de Berazategui. “Se que acá en Berazategui hay familias que no han dado muestras de sangre y ahora se pueden acercar al Hospital voluntariamente. Les digo que está bueno para intentar cerrar una historia difícil de nuestra vida”, dijo Lovey.

En el homenaje, Mussi remarcó que “Berazategui es un municipio malvinizador” y recordó que cuando a la oposición le tocó ser gobierno “intentaron poner un manto de olvido a todo: a Malvinas y a los desaparecidos”. En ese camino convocó a “exigir la unidad” de cara al año próximo.

Por su parte, Moreno remarcó el reconocimiento que la Argentina tiene en el mundo sobre cómo tramitar su “pasado traumático reciente” y recordó que el gobierno de Cambiemos “lo primero que hicieron fue poner la cuestión la cantidad detenidos- desaparecidos, desfinanciar las políticas de derechos humanos, intentaron restaurar la teoría de los dos demonios e intentaron beneficiar a los genocidas condenados con el famoso 2×1, pero además Patricia Bullrich ofreció entregar en parte de pago de la deuda las Islas Malvinas. Son eso: la entrega”.

Malvinas

Tras la desaparición de su padre, José Luis Lovey comenzó a trabajar, y poco después intercalaba su jornada con entrenamientos en el club Gimnasia y Esgrima por lo que viajaba de Berazategui a La Plata. “Siempre fuimos una familia humilde”, recordó.

Cuando estalló la guerra de Malvinas estaba en el Servicio Militar Obligatorio y no pudo avisarle a nadie. “Yo estaba en un Grupo de Artillería defendiendo para que los ingleses no pudieran desembarcar. Nosotros tirábamos con unos cañones que tenían 12 km de alcance. Pero hay camaradas que la pasaron muy mal, que estuvieron en primera línea y que fueron a los que se llevaron”, recordó Lovey, y remarcó que todos veteranos son “un pedacito de una historia de la Argentina”.

Su madre fue una mujer que pasó de buscar a su marido desaparecido a esperar que su hijo regresara de Malvinas. Y fue también el pilar de la recuperación para Lovey: “Estuve tres meses encerrado en una habitación y no quería ver a nadie”, recordó. “Sólo quería que la luz de la pieza estuviera prendida porque si estaba oscura era como que aparecían los fantasmas. Ella me ayudó mucho para salir adelante”, contó.

La desaparición

En 46 años poco se supo de la suerte de Mauro Lovey. Su hija Ramona Ester tenía 23 años y recuerda que poco después de la desaparición de su papá salió en su búsqueda: recuerda haber ido a cárceles e incluso el hospital Borda. “Pero nunca supimos nada”, dijo en la sala de conferencias del quinto piso de la Municipalidad de Berazategui, donde acaban de homenajearla junto a su hermano ex combatiente. A su lado, su hermano Carlos asintió y recordó que su papá era del año 21, que aunque no tenía militancia gremial leía mucho. “Era peronista y a veces se iba de boca porque entendía mucho de política. Y en esa época no podías decir nada”, recordó la mujer.

Los hermanos Lovey creen que a su padre lo bajaron del colectivo en el que viajaba rumbo al frigorífico en uno de los habituales retenes de control que en dictadura realizaban las fuerzas Armadas y de Seguridad. El hombre, de 55 años, estaba de licencia por enfermedad pero debía presentarse ante el médico de la empresa y según le dijeron a la familia, nunca llegó. Lo cierto es que con esta muestra de sangre ganaron la esperanza de poder dar cierre a esa ausencia: “Ojalá que se pueda comparar y que pueda coincidir con los que están en custodia y así cerrar. Sería lo más grande que me podía pasar, que se sepa la verdad de esa historia, de que se pueda recuperar el cuerpo de mi padre y le podemos dar un sentido entierro”, cerró Lovey.