Investigadoras de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) seleccionaron del botiquín mundial de medicamentos una droga que ya se aplica en pacientes con cuadros psicóticos y decidieron probarla in vitro en el laboratorio con el virus del dengue. ¿El resultado? Comprobaron que impide la multiplicación viral porque bloquea su ingreso a las células. Se trata del primer paso de un largo camino de ensayos científicos para contrarrestar esta enfermedad transmitida por los mosquitos que, según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año causa 390 millones de infecciones en todo el planeta.

«En la Argentina hubo en el 2020 un brote terrible de dengue, con casi 60 mil casos, pero con el tema del Covid quedó tapado. En 2021, bajó a alrededor de 4 mil. Y este año también disminuyó, según se estima, por el cambio climático y la gran sequía existente (que no favorecería la propagación de mosquitos). Pero cuando llega el verano siempre hay que estar precavidos», advierte la doctora en Química, Elsa Damonte, integrante del Laboratorio de Virología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

Prevenir la picadura es por el momento la mejor medida para evitar esta dolencia. «Hoy, contra el virus en sí, no hay mucho. No existe aún ningún antiviral aprobado –remarca–. Y la vacuna que se usa en Brasil o en países de Asia, donde hay endemia, tampoco es muy efectiva.

No empezar de la nada

Uno de los desafíos del dengue es que presenta cuatro variaciones o serotipos distintos. «Cuando una persona se infecta por primera vez puede presentar fiebre con síntomas parecidos a una gripe, aunque un poco más complicada, pero generalmente se supera en poco tiempo. El organismo, entonces, genera anticuerpos que lo protegen contra el serotipo que lo afectó», describe Damonte, profesora emérita de la UBA. Sin embargo, si luego vuelve a contraer la enfermedad, pero de un serotipo distinto al primero, es factible que la persona sufra una combinación peligrosa. Los anticuerpos contra el primer serotipo y la segunda variante en el organismo pueden formar un complejo infeccioso. «Cuando esto ocurre, está bastante probado, que se da el dengue severo o hemorrágico que es más serio y puede tener una alta tasa de mortalidad», precisa la especialista.

Con este panorama, este equipo de científicas de Exactas UBA no intentó empezar de la nada a generar una droga innovadora, sino que optó por buscar entre los fármacos que ya se emplean, alguno que pudiera servir como antiviral.

«Utilizar un compuesto ya aprobado para uso humano ahorra un montón de ensayos porque ya se sabe que es seguro en cuanto a toxicidad, y se conoce su farmacocinética y farmacodinamia», enfatiza Damonte. De este modo, en caso de funcionar se está unos pasos adelante. «Por el contrario, el desarrollo de nuevos medicamentos es costoso, lo que podría limitar su uso en países latinoamericanos y asiáticos de bajos ingresos, donde el dengue es endémico», remarcan Luana Piccini, Viviana Castilla y Elsa Damonte en la revista científica Archives of Virology.

Damonte y Piccini, las investigadoras principales del proyecto.

¿Y a mí por qué me miran?

Entre los miles de fármacos de los anaqueles del mundo, las investigadoras apuntaron su mirada a uno en particular: la trifluoperazina (TFP), un derivado de las fenotiazinas que registran más de cien compuestos aprobados para uso clínico. Cuando analizaron cómo esta droga actúa en las células, las científicas la consideraron una candidata factible como blanco de prueba: las reacciones que dispara en el organismo podían ser adecuadas también para frenar la infección viral.

«Con los antecedentes de este compuesto, nos pareció interesante ensayarlo para el caso de dengue. Y tuvimos buenos resultados, porque efectivamente actúa contra los cuatro serotipos, y tiene actividad antiviral en concentraciones que no son citotóxicas», destaca. Las pruebas se hicieron en líneas celulares de mono, y también en líneas de origen humano «para tener un sistema más representativo de la infección natural». En ambos casos, estudiaron el mecanismo de acción. «Vimos que la droga impide la entrada del virus a la célula. Lo inhibe y bloquea su ciclo de reproducción», detalla Damonte, también investigadora del Conicet.

Estos resultados in vitro no sólo fueron exitosos para los cuatro serotipos de dengue, sino también contra el Zika, otra dolencia transmitida por mosquitos y ocasionada por un virus de la misma familia, llamada Flaviviridae. «La droga, al impedir el ingreso del virus a la célula, es posible que sea efectiva contra otros agentes virales que circulan en las mismas regiones como fiebre amarilla y chikungunya. De ser así, sería excelente porque se podría indicar el fármaco, aunque no se tenga el diagnóstico definitivo, es decir, en las etapas tempranas, cuando la persona tiene los primeros síntomas. En ese momento es difícil, a veces, discernir si es un virus u otro. Entonces, hasta tener el diagnóstico, se puede brindar un antiviral de amplio espectro y esto permitiría frenar la propagación ante un brote epidémico», remarca la experta.

Con el entusiasmo de este promisorio hallazgo, Damonte concluye: «Pensamos que este resultado muestra que estamos ante una buena posibilidad y vale la pena seguir adelante. Como no tenemos modelos animales disponibles para ensayar la siguiente fase, una opción es intentar hacer una colaboración con algún grupo del exterior que se interese». «

Peces nativos para reducir la población de mosquitos

Las altas temperaturas llegan acompañadas de los mosquitos. Para disminuir la población de estos insectos en su fase de larvas acuáticas y así reducir la proliferación de enfermedades como dengue o Zika, la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) encara un proyecto en la Ciudad de Buenos Aires centrado en la utilización de peces nativos La iniciativa brinda asesoría y materiales de forma gratuita a instituciones que tengan estanques, piletas y otros tipos de cuerpos de agua donde se podría criar y reproducir el mosquito Aedes aegypti.

«El dengue está presente en la Argentina. Si bien este año está bastante seco, no debemos esperar a que ocurra un brote para abordar el problema. Es necesario llevar adelante políticas y medidas preventivas contra la enfermedad y el mosquito que la transmite», explicó Alejandro Koko López, docente de la cátedra de Acuicultura de la FAUBA. «Antes de ser un mosquito, el insecto vive en el agua como larva. Los baldes y los cacharros se tienen que dar vuelta, sin embargo existen espacios que no se pueden vaciar ya sea porque contienen un gran volumen de agua o porque sirven para regar. La iniciativa que llevamos adelante desde la cátedra apunta a usar el control biológico del mosquito en aguas de uso productivo o recreativo».

El proyecto se basa en «sembrar» peces nativos que se alimentan de las larvas del mosquito en estanques, fuentes o piletas. Utilizan especies como Jenynsia lineata y Cnesterodon decemmaculatus, comúnmente llamadas Madrecitas. «Usamos especies que están adaptadas a este tipo de ambientes, resisten una gran diversidad de condiciones ambientales y requieren muy poco esfuerzo de mantenimiento. Además, al consumir la microfauna de los ecosistemas acuáticos no requieren alimentación suplementaria. Mientras viven, pueden mantener a raya la población de mosquitos en un ambiente acuático pequeño. Es una estrategia de largo plazo. Un pez adulto puede consumir hasta 100 larvas por día».

López se refirió a los beneficios de basar el proyecto en el control biológico con especies nativas: «Bajamos el uso de insecticidas y repelentes. Atacar a las larvas en un sistema acuático es más efectivo que perseguir a los mosquitos en su fase adulta. Si bien existen compuestos químicos para controlar a las larvas, son caros y requieren una aplicación constante. Y al utilizar peces nativos no ponemos en peligro a las otras especies del ecosistema».

Clubes, escuelas u otras instituciones pueden escribirles a [email protected]. Luego, el personal de FAUBA va al lugar, intervienen, capacitan y monitorean. «Ya estamos criando a los peces nativos en 6 piletas de 1000 litros –acotó el docente–, y esperamos tener una producción grande asegurada».