Donde vivían tres o cuatro familias ahora hay 30 y en algunos casos más de 50. Cuando un emprendimiento inmobiliario demuele una propiedad vieja para levantar un edificio, la cantidad de habitantes en un mismo espacio crece exponencialmente según el número de pisos y departamentos construidos. Si la edificación de los nuevos edificios se realizara de manera proporcionada, no sería un problema, pero los vecinos y vecinas de diferentes barrios aseguran que la situación en la Ciudad “se descontroló” y que el gobierno porteño en vez de inspeccionar y regular es el que impulsa la construcción desmedida. La misma situación se repite en prácticamente todos los barrios y, desde hace un tiempo llegó a Palermo. Ante el avance inmobiliario, cientos de vecinas y vecinos se organizaron para exigir al gobierno de Rodríguez Larreta que “detenga la destrucción del barrio».

Colapso de servicios, familias enteras que abandonan el barrio, parejas que viven hace más de 40 años y deciden vender su propiedad, y vecinos furiosos por la desaparición de espacios verdes donde se levantan nuevos edificios. Ante esta problemática, habitantes de Palermo se organizaron en asamblea y decidieron crear la agrupación Palermo Resiste, un espacio que nuclea a quienes quieren defender la idiosincrasia del barrio y mejorar la calidad de vida. Para ello, presentaron en la Legislatura porteña un proyecto de Ley que, entre otros puntos, regula la ocupación del espacio público.

“El objetivo es detener la destrucción de nuestro barrio y rechazar la última modificación del código urbanístico que se realizó en el 2018. Desde hace un tiempo sufrimos la construcción a mansalva. Cada vez hay más edificios, cada vez son más los pisos que estos edificios tienen y cada vez hay más departamentos”, cuenta a Tiempo Carolina, integrante del colectivo Palermo Resiste.

El proyecto presentado en la legislatura la semana pasada abarca dos polígonos dentro de Palermo: la zona conocida como Palermo Viejo, definida por las avenidas Córdoba y Scalabrini Ortiz, y las calles Guatemala y Godoy Cruz; y el otro determinado por la calle Paraguay, Mario Bravo y Av. Coronel Díaz, hasta Córdoba, Scalabrini Ortiz y Guatemala. El documento plantea regresar al anterior Código Urbanístico que limitaba las alturas de los edificios y la construcción de departamentos.

“La edificación descontrolada impacta notablemente en nuestra calidad de vida y en nuestra salud: por los ruidos molestos, por la invasión de ratas, por los servicios que se nos cortan por malas prácticas en la construcción; y por otro lado, por todo el impacto ambiental que esto conlleva”, explica la integrante de Palermo Resiste y agrega: “Por ejemplo por la cantidad de árboles históricos que han arrancado para construir entradas de edificios, o la cantidad de metros que perdimos de pulmón de manzana que se reemplazan por unidades de cemento”.

El nuevo Código Urbanístico habilitó a las empresas privadas a incrementar la construcción hacia el interior de las manzanas, en detrimento de los pulmones verdes. Vecinas y vecinos aseguran que esto atenta contra la idiosincrasia del barrio de Palermo que cuenta con espacios abiertos en los que predomina el verde. “Es por eso que en el proyecto proponemos también limitar la ocupación edificable hasta un cuarto de manzana, para preservar los pulmones y cuidar nuestro ambiente”, suma la vecina.

Otros puntos fuertes del proyecto de los vecinos

El documento presentado por las y los vecinos de Palermo propone retrotraer los usos permitidos del suelo a lo que la normativa establece como «Baja mixtura de usos N°1», o sea, área residencial con comercios minoristas. El Código Urbanístico aprobado hace cinco años, segmentó partes de los polígonos contemplados en el proyecto en las áreas 2 y 3 de media mixtura de usos con comercios de mediana afluencia.

De aprobarse el proyecto de Palermo Resiste, daría marcha atrás con la exagerada ocupación del espacio público que hoy realizan restaurantes, bares y diferentes espacios gastronómicos. “Es indispensable regular la actividad comercial con la que tenemos muchos conflictos, para que se preste a convivir sanamente con los vecinos de barrio”, explica Carolina y remata: «Realmente nosotros sentimos que vivimos en un verdadero caos habitacional. Han destruidos casas históricas y características del barrio de Palermo. Necesitamos proteger las casas que quedan en pie para defender las características históricas de nuestro barrio”.