La revuelta del 18 de octubre de 2019, por el aumento de treinta pesos (4 centavos de dólar) del transporte público fue la gota que rebalsó el vaso, dando paso a una bronca que se encontraba contenida durante treinta años en el pueblo chileno. “No son treinta pesos, son 30 años”, decían los jóvenes; y toda la violencia del régimen neoliberal se desencadenó hacia ellos, arrebatándoles los ojos. Para hacer frente o detener a esos vientos de libertad, la mayoría de los partidos políticos con representación parlamentaria llegaron a un acuerdo el 15 de noviembre de ese mismo año, que estableció una hoja de ruta para el 2020: convocatoria a plebiscito en el mes de abril. Por motivos de la pandemia, el plebiscito no se hizo. La gente continuó manifestándose para que éste se realizara, concretándose finalmente el 25 de octubre del año pasado. La pregunta fue: “¿Quiere usted una nueva constitución?”. El 80% se pronunció por el SI.

Es así como se llega a la elección de los convencionales constitucionales del 15 y 16 de mayo de 2021, que se realizó con paridad de género. Los partidos que han gobernado Chile desde el retorno de la democracia en 1990, quedaron reducidos al 40% de los convencionales electos (24% la derecha y 16% la ex Concertación Democrática). El 60% restante son de: la lista del Pueblo, independientes (con una postura crítica al neoliberalismo), la izquierda (partido comunista y frente amplio) y pueblos originarios.

El pasado domingo 4 de julio fue elegida como Presidenta de la Convención Constitucional, una mujer mapuche, Elisa Loncón Antileo, académica universitaria, lingüista, doctorada en literatura. En el momento de asumir como presidenta de la Convención, a su lado se encontraba otra convencional mapuche, la Machi (autoridad espiritual) Francisca Linconao, quien fuera perseguida por el Estado chileno y encarcelada en los gobiernos de Bachelet y Piñera, por el supuesto delito de terrorismo, del cual fue absuelta.

Lo anterior constituye todo un símbolo. En las constituciones de 1833 y 1925, en el país trasandino, las mujeres y los pueblos originarios, fueron excluidos tanto en el proceso de elaboración de esas leyes fundamentales, como del derecho a la participación por medio del voto. Por otro lado la constitución de 1980 de la dictadura, fue redactada a puertas cerradas por los integrantes de la junta militar junto a sus asesores civiles y aprobada en un plebiscito fraudulento. Por tanto, la Nueva Constitución que surja de este proceso constituyente, que durará nueve meses, será la más democrática de la historia de Chile.

Los convencionales electos, en su mayoría, responden a movimientos sociales e independientes, insertos en los mismos, y no provienen de los partidos políticos que han gobernado Chile desde el retorno de la democracia (tutelada por la Constitución neoliberal de Pinochet). Es decir, será un proceso constituyente deliberativo entre los convencionales y los movimientos sociales, muy diferente a la política clientelar y elitista de los gobiernos de la ex Concertación Democrática y la derecha. Se definirá de esta forma la construcción de un Estado Plurinacional, la redefinición del Estado subsidiario del mercado y el control, por parte de la sociedad, de recursos como el agua y también del mar en manos de siete grupos económicos. Una nueva época se inicia, “Allende los andes”, no exenta de amenazas, pero, cuando un pueblo recupera la dignidad, la defiende.