La imagen de los seguidores de Donald Trump, enfurecidos, pretendiendo tomar el Capitolio, en Washington, tras la derrota electoral de su líder político, rebotan una y otra vez en muchas especulaciones de los ámbitos políticos brasileños. La pregunta es si los sectores extremistas del bolsonarismo, como se dejó entrever, podrían emular aquellas acciones si se confirma un triunfo de Lula en primera vuelta, e ir a por el Palacio Nereu Ramos, sede del congreso brasileño, o incluso invadir el Supremo Tribunal Federal, en la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia. Cargado de mayor fantasía o realidad es un corolario que no sorprende si se piensa que el candidato de la ultraderecha brasileña es el actual presidente Jair Messias Bolsonaro.

Tal vez una movida para evitar semejante circunstancia, hace pocas horas, el juez Alexandre de Moraes, miembro del Supremo Tribunal Federal (el máximo órgano de justicia) y encargado del Tribunal Electoral (TSE)llegó con una advertencia de juego limpio. Justamente se trata de un exaliado de Bolsonaro, en aquellas primeras semanas de su gobierno, durante las épocas en que el exjuez Sergio Fernando Moro era su ministro de Justicia, premiado por haber sido el factótum de que Lula fuera preso y que no pudiera ser candidato en esas elecciones de fines de 2018 para que  el excapitán del Ejército y político afiliado al Partido Liberal, fuera electo para ejercer como el 38º presidente de Brasil.

En el marco de violencia de las últimas semanas, un dato clave es el avanzado crecimiento exponencial de la población civil armada en los pasados tres años y medio, merced a la flexibilización de las normas para la compra y posesión de armamento. El principal impulsar fue justamente el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, quien llamó a integrantes de clubes de tiro a defender al jefe de Estado como «voluntarios» en la campaña. Tal vez el nerviosismo oficial sea porque, a pesar de una portentosa campaña de asistencia social que no se había dado en los primeros tramos de su gobierno, el presidente que pretende su reelección no pudo subir demasiado en las encuestas y por el contrario va perdiendo lentamente adeptos.

Así se llegó a este final de campaña. Y al debate en que Bolsonaro apuntó contra Lula, sin considerar a los otros candidatos. “Lo que está en juego en las elecciones es el futuro de la Nación. Brasil era una cleptocracia. Lula fue el jefe de una gran organización criminal. No podemos continuar en el país del robo”, afirmó. Y como si fuera poco, lo trató de “Mentiroso, expresidiario, traidor a la patria, tus hijos robaron millones de empresas».  «