«Es absolutamente preocupante el fenómeno de las nuevas derechas en el mundo, porque aparecen como expresiones actualizadas de viejas expresiones que responden a concepciones ideológicas muy claras que ponen en cuestión la consolidación de la democracia”. La que reflexiona es Karina Batthyány, directora Ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y autora, entre otros trabajos, de este último texto que acaba de presentar: Los desafíos de las ciencias sociales en la coyuntura latinoamericana. En esta charla virtual con Tiempo, esta socióloga doctorada por la Universidad de Versalles, Saint Quentin Yvelines, Francia, y egresada de la Universidad de la República, de Uruguay, reconoce que no tiene respuesta para decir cómo fue que tanto en la región como en gran parte del planeta llegamos a esta situación en que el espectro político se fue corriendo tan peligrosamente hacia espacios que ponen en discusión incluso el sistema democrático.

“Tal vez quienes nos dedicamos a las ciencias sociales prestamos menos atención en los últimos años a fisuras del orden de lo cultural y lo político que se fueron produciendo porque se puso demasiado énfasis en la cuestión económica y sus consecuencias sociales”, dice Batthyány, autora de más de un centenar de trabajos de investigación en su área. “Ustedes los argentinos hablan de grietas –resalta desde su despacho en Montevideo- yo diría que son fisuras que requieren de mayor análisis desde el punto de vista social”.

Esta situación no es privativa de América Latina, donde sobran ejemplos en Brasil –con Jair Bolsonaro-, Chile –con José Antonio Kast-, Argentina, con Javier Milei, y hasta Uruguay, donde el escenario de la ultraderecha también tiene representantes que defienden, entre otros de sus “valores”, los golpes cívico-militares de los años 70, y tratan de justificarlos con una supuesta guerra de los dos demonios. “Lo que preocupa de ese tipo de discursos es que ponen en cuestión la consolidación de la democracia en nuestra región, algo que yo creía un elemento estable, debo confesar”, dice Batthyány. 

Una muestra de lo que se dice es lo que ha ocurrido recientemente en Canadá, con el homenaje a un “héroe” de la Segunda Guerra Mundial en el Parlamento que resultó ser un militante nazi emigrado hace casi siete décadas a ese país. Un escándalo que terminó en un pedido de disculpas del primer ministro Justin Trudeau y la renuncia del portavoz de la legislatura. “También pensemos en Italia, en Alemania –acota la titular de Clacso-, y en distintos países donde este fenómeno está a flor de piel”.

Fundamentalmente el de estas derechas recicladas es un discurso en contra de lo establecido: “principalmente son anti Estado o mantienen una fuerte crítica al papel del Estado y mencionan a la corrupción como un elemento clave. Una corrupción que plantean además como extendida a toda la clase política”. Esta pregunta lleva a poner sobre el tapete la cuestión de la casta en los términos que se popularizó en Argentina desde Milei. “La corrupción es un cuestionamiento que pega directo sobre la base del sistema de democracia liberal, del sistema de partidos, porque erosiona la confianza de la ciudadanía, coloca en cuestión a esos partidos. Eso lo vimos en Brasil, ahora en Argentina”.

En ese marco, la disputa principal con la que estas derechas «recicladas» interpelan  es sobre el Estado y la responsabilidad pública en contrapunto con el papel que se le da al mercado. Y la reflexión es que hace décadas que se verifica un predominio absoluto de un mercado invasivo, metiéndose “en todas las dimensiones de la vida”, al decir de Batthyány.

Sin embargo, la dificultad de fondo es que ese modelo está en medio de una profunda crisis “y justamente por esa crisis del sistema capitalista que estamos viviendo empiezan a emerger estos discursos, que ya los vimos en el pasado”. Entre esas propuestas-ideas-programas que en verdad no son nada nuevos, re-aparecen sobre todo en Europa afirmaciones muy fuertes en favor de reivindicaciones de la dimensión nacional, con todo lo que conlleva en este momento que vive la humanidad por el drama de las migraciones “y por lo tanto en no considerar la movilidad humana como un derecho”, agrega esta segunda mujer en ocupar el cargo en Clacso, y la primera uruguaya, además.

Para la titular de la institución que nuclea a más de 800 centros de investigación en ciencias sociales en los países de América Latina y el Caribe, el análisis no solo se enfoca en una agenda de las ultraderechas relacionadas con la xenofobia. “Si hay una constante entre todas estas expresiones actuales es su discurso antifeminista, anti-género, o como dicen ellos, ‘este invento de la ideología de género’, que está siempre está presente”.

Y este es precisamente un fenómeno muy interesante de analizar, sostiene Batthyány, porque esa  dimensión del antifeminismo resulta ser un lugar donde se condensan varias de esas vertientes si se quiere más retrógradas de esa parte de la sociedad. “Estas derechas vinculadas se expresan defendiendo valores tradicionales asociados a la religión, a las cuestiones sexuales, a determinadas formas de concebir la moral sexual, a la familia, al lugar de las mujeres en la familia”.

No es una cuestión menor, porque cuando se separa la paja del trigo, aparecen reflejos de esa concepción del mundo en la esfera económica, “con discursos de quiénes y cómo deben participar de los mercados de trabajo, cómo deben ser las remuneraciones para unos y para otras, y esta es la expresión concreta en elementos intangibles del pensamiento que está por detrás de estos modelos de derecha y conservadores”.

En definitiva, estas nuevas derechas reconfiguradas no hacen sino mostrar la crisis de los modelos de democracia liberal que viven los países latinoamericanos. “Complejizar la discusión de estas ideologías y cómo articulan los distintos poderes que están detrás es uno de los desafíos de quienes trabajamos en ciencias sociales y es uno que estamos intentando abordar en Clacso -afirma Batthyány- para conocer todas estas expresiones y mostrar cómo se configura ese mapa del poder”.

El objetivo es plantear «la urgencia de superar las inequidades y desigualdades de nuestra región a partir de una tarea colectiva y de esbozar un nuevo contrato social que permita la construcción de un mundo más justo».