Fragmentos de una entrevista de la agencia Sputnik.

–¿Podría hacer un balance general del gobierno de Jair Bolsonaro?

–Está compuesto por tres grupos. El de extrema derecha neofascista, integrado por el propio presidente y sus hijos, (el filósofo y astrólogo) Olavo de Carvalho y otros segmentos; el militar que entró en una situación bastante difícil ya que el gobierno lleva al desgaste de las Fuerzas Armadas y el grupo neoliberal de Paulo Guedes (ministro de Economía) y compañía. Y los medios de comunicación, que fingen que no participaron, pero lo hicieron.

–Nunca antes un presidente perdió popularidad tan rápidamente.

–Lo chocante es el grado de absoluta irresponsabilidad que existe. No tiene un proyecto claro para Brasil. La única cosa que ven enfrente son valores de ultraderecha. Pensaban, incluyendo los medios de comunicación y el mercado, era que una vez elegido él sería domesticable. Quedó claro que él no lo es. Históricamente los neofascistas no son domesticables

—¿Hay riesgo de que Petrobras sea privatizada?

—Tras la reforma de las pensiones será el objetivo junto a los bancos públicos: el de Desarrollo de Brasil, el Banco de Brasil, la Caixa Económica. Los están destruyendo, como a la educación pública brasileña. Están comprometiendo el futuro del país. Olavo dice que Brasil es un país sometido al comunismo, que hay que limpiar. Pensaban: «él romperá los huevos para hacer nuestra tortilla neoliberal, pero cuando llegue la hora tenemos esa otra composición neofascista», contra gays, indígenas, negros, demarcaciones de tierras indígenas, de control de emisiones de gas de efecto invernadero. Pero entraron en crisis.

—En esa conjunción de intereses pueden cansarse del juguete y derribarlo?

-Pueden. Crearon un monstruo. Un proceso de golpe es muy difícil. Todas las instituciones brasileñas se deshicieron, tras el «impeachment» de 2016 sin crimen de responsabilidad. Hoy, la Cámara se pelea con el Supremo, el Supremo con la Fiscalía… Hay un proceso de debilitamiento institucional muy fuerte. Nos sabemos qué consecuencias tendría. Y no creo que los militares resuelvan el problema. La democracia brasileña está fuertemente atacada. Está corroída por dentro.

—Se cumplen tres años de su salida del gobierno.

—El golpe no lo dieron porque no les gustaba «eso» o «aquello», sino para reencuadrar Brasil y enmarcarlo bien bonito en el neoliberalismo. Éramos el gran país del mundo que no había completado ningún proceso de neoliberalización. Nuestro mercado de trabajo no estaba desregulado, las estatales importantes estaban en control del gobierno. Habíamos ganado cuatro elecciones consecutivas. En 2014 ellos pensaban que iban a ganar y no ganaron… No podían dejar que las elecciones (del 2108) sucedieran tranquilamente porque Lula sería elegido, así que detenlo y mételo un año en la cárcel.

—¿Cómo ve su situación?

—A Lula no lo encarcelaron por ese ridículo caso del apartamento, que no es suyo (…) Es un caso de prisión de un inocente para impedir que el golpe parara. No hicieron todo eso para después perder las elecciones. Usaron el «lawfare» para destruir al adversario político. Lula sufrió esa consecuencia.

—En Argentina, Cristina Kirchner podría volver al gobierno.

—Una victoria de Cristina Kirchner para nosotros sería una luz en el medio del túnel. No es en el final, en la mitad, porque el final para nosotros debe ser el regreso de un gobierno popular en Brasil. Pero la mitad es importante y Argentina sin ninguna duda será una luz en la mitad del túnel. Me parece gravísima la situación de Argentina. Jamás pensé que nuevamente vería algún país de América Latina sometido a las reglas del FMI, que al ser aplicadas llevan a la debacle, a la destrucción al desmantelamiento del país. Kirchner tuvo una actitud muy clara sobre la deuda argentina. Cuando a principios del siglo XXI hubo esa situación terrible, la salida del FMI fue ampliar la deuda argentina y hacerla impagable, lo que llevó a una absoluta parálisis política y la imposibilidad de pagar la deuda. A partir de la llegada de los Kirchner, tienes una renegociación del más del 80 o 90 por ciento. Consiguieron definir un perfil de pago de largo plazo, que no cargase mucho la economía. Sobró un trozo que fue comprada por los fondos buitre: vi a la presidenta Cristina luchando para tener reservas y no llevar a Argentina a endeudarse, para garantizar condiciones de vida para su pueblo. ¿Macri? Él volvió a endeudarse, la deuda no es pagable, puso a Argentina de nuevo en un callejón sin salida. Todo eso va a llevar al regreso de la presidenta Kirchner al gobierno argentino: ella tiene toda la capacidad de luchar por su país.

—¿Qué evaluación hace del gobierno de Venezuela?

—Maduro apenas resiste, está resistiendo un proceso de inmenso cerco. Tuvo una victoria táctica reciente: el hecho de que todas las promesas de Guaidó se mostraron vacías. No es una lucha sólo de Venezuela con EE UU. Nadie en su sana conciencia, Rusia, China, la propia Europa, podría permitir de ninguna manera una intervención. Lo vimos en Irak, en Afganistán. Vimos lo que hicieron en Siria. Si alguien defiende una Siria en América Latina está loco. Eso es lo que están pretendiendo hacer con Venezuela. «