Huntingdon, Reino Unido

Armados con chaquetas fluorescentes, escalera y herramientas, Tony Bennett y Derek Norman son la «guerrilla» del Brexit y libran una batalla contra el sistema métrico en la que ven en juego la pervivencia del espíritu británico.

El sol poniente proyecta un resplandor naranja en la calle principal de Thaxted, una pequeña localidad en el sureste de Inglaterra, y Bennett cuidadosamente pone una señal en yardas en sustitución de la que acaba de retirar, que estaba en metros. 

«Eran unas señales muy buenas, es una lástima alterarlas», dijo a la AFP Norman, que a los 82 años preside el Movimiento de Resistencia a la Metrificación (ARM). 

Hablando en su casa en Huntingdon, en el este de Inglaterra, después del trabajo de Thaxted, dijo que el sistema imperial -como llaman los británicos al sistema anglosajón de unidades- es «parte de nuestra cultura» y hay que defenderlo. 

Gran Bretaña comenzó a introducir el sistema métrico en la década de 1960, y el cambio se aceleró por la necesidad de armonizar las mediciones en toda la Unión Europea. 

Pero el gobierno ha renunciado a abandonar completamente las medidas imperiales por la oposición pública, impulsada por activistas como Norman y Bennett, ambos simpatizantes del Partido para la Independencia del Reino Unido (UKIP), antieuropeo y antinmigración.

Hoy en día, la mayoría de comercios y alimentos envasados usan unidades métricas, pero la cerveza, la sidra y la leche se venden en pintas. 

Llevadas por la confusión, las autoridades locales siguen instalando señales en metros, que Norman y su colega del ARM Bennett, sienten que tienen el deber de enmendar. 

«Cuando quitamos la primera señal, mi corazón latía por el miedo a que nos arrestaran», dijo Bennett, de 69 años. «Después de hacerlo un par de veces, se pierde el miedo». 

Ambos sienten que su campaña tuvo su papel en la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, en el referéndum del 23 de junio. 

Detenido siete veces

Los 15 años de campaña de la ARM prueban la autoridad que irradian las chaquetas fluorescentes, y sus cascos naranjas, porque muchas veces cambian las señales ante transeúntes e incluso policías que creen que son empleados municipales. 

Sus acciones abarcan desde el aeropuerto londinense de Stansted a la Torre de Londres, y se defienden asegurando que retiran señales ilegales y no hacen nada malo. 

Según explica Bennett, la mayoría de las veces las autoridades locales admiten su error y enmiendan las señales, con más de 3.000 cambiadas en todo el país como resultado de la campaña de la ARM. 

Aún así, Norman ha sido detenido siete veces y en 2002 fue condenado por daños y robo, aunque esta última convicción fue anulada. 

En la pared de la sala de estar de Norman hay una caricatura del verdulero Stephen Thoburn, uno de los «mártires métricos», procesado por no adherirse a las nuevas reglas sobre pesos y medidas métricas. 

En su apogeo, la ARM contó con 100 activistas, incluyendo a la esposa de Norman, Kay, quien actuaba como vigilante. Su nombre en clave era «half-pint» (media pinta). 

Bennett optó por «centena larga» (hundredweight), porque, explicó, «es una medida peculiar -112 libras- que resume nuestro sistema de pesos y medidas. Es completamente tonto, pero nos gusta». 

«El tiempo probará su locura»

Norman, antiguo ingeniero de radio de la Royal Air Force, acepta que el sistema métrico prevalecerá en muchas áreas de la vida pública. 

Sin embargo, «la mayoría de la gente mide su altura en pies y pulgadas, la mayoría de la gente quiere perder una libra de peso. Y eso, en todo el país ¿Por qué tenemos que cambiar?», se preguntó. Y agrega: «Fue nuestro propio sistema de medidas lo que causó la Revolución Industrial e hizo grande a Gran Bretaña». 

Para su rival Derek Pollard, secretario de la UK Metric Association (Asociación métrica británica), el sistema actual es insostenible. «Ya hay muchas áreas de uso del sistema métrico en la economía del Reino Unido, como la construcción, la industria, la ciencia, la medicina y la cartografía, y, para éstas, no hay vuelta atrás», dijo a la AFP. 

No ve ningún beneficio en perseguir judicialmente a gente como los de la ARM, porque «el tiempo probará la locura de sus actos».