La justicia de Islandia debe decidir en las próximas horas si deja en libertad o extiende la detención preventiva de un joven groenlandés de 25 años tripulante de un buque pesquero, acusado por el asesinato de una chica de 20 en Reykjavik, el 14 de enero pasado.

El crimen sacudió a los islandeses por los pormenores del hecho, pero sobre todo porque la tasa de homicidios en ese país es una de las bajas del mundo: menos de dos por año para una población total de 330 mil personas. Y los que matan son conocidos o familiares de las víctimas, lo que no es el caso.

Birna Brjánsdóttir era una chica muy normal, algo más alta que la media, de ojos claros y pelo castaño claro, que trabajaba en uno de los almacenes más grandes de la capital islandesa.

El viernes 6 de enero se fue con unos amigos a tomar unos tragos al bar Húrra, de la zona del puerto de Reykjavik. Estuvo hasta eso de las cinco de la mañana, según registran las cámaras callejeras en una ciudad que según mientan los vecinos, parece “El gran hermano”.

Las grabaciones la muestran caminando sola, algo zigzagueante, comiendo un falafel con pan de pita tras una parada en un local de comida al paso.


Pero nunca llegó a su casa. Algo que alarmó a su madre, que denunció la desaparición a la policía local y publicó su alarma en Facebook. Al principio los uniformados desestimaron la gravedad del hecho y es razonable.

En un país donde no se registran este tipo de hechos la réplica fue que la joven habría continuado la noche con alguien, que no daba para interrumpir su festejo ni para preocuparse. Pero la madre intuyó que esa era una interpretación errónea.

El tema fue creciendo desde FB y los medios comenzaron a requerir respuestas. Fue así que los policías miraron con mayor atención y descubrieron en las grabaciones de CCTV que ella caminaba sola por Laugavegur, hasta que de algún modo extraño aparece entrando en un Kia Rio color rojo. La señal del celular, se pudo determinar, continuó hasta que llegó a Hafnarfjordur, a las seis de la mañana. Allí también hay cámaras.

Y así se vio a dos hombres caminan hacia la costa con Birna pero un par de horas más tarde uno regresa sin ella. Y que luego se mete en el auto a limpiar con cierta urgencia.. En ese distrito comenzó la búsqueda: lo primero que apareció fue una de sus botas punk Dr Martens, el segundo dato es que el auto había sido alquilado por dos marineros del pesquero Polar Nanoq y había sido devuelto a la operadora que lo alquiló temprano en la mañana posterior a la desaparición de Birna.

Desde ese momento todo se aceleró. La nave ya había partido pero la justicia dio orden de que volviera a puerto. Asistidos por investigadores venidos especialmente de Austria –ya se dijo que los policías islandeses no están acostumbrados a lidiar con casos como este- los investigadores iniciaron una revisión del Polar Nanoq, donde se encontró el documento de identidad de Birna en un recipiente para basura, mientras que en el vehículo hallaron gotas de sangre de la chica.

A través de las redes sociales pronto se juntaron 700 voluntarios que hurgaron en todos los rincones de la costa.

El cuerpo de Birna Brjánsdóttir apareció ocho días después de aquel viernes que debió ser de fiesta, el domingo 15 de enero, en una cava de Selvogsvita, en el sur de la isla.

La pericia determinó que había sido estrangulada pero que había agua en sus pulmones, o sea, que fue arrojada viva al mar. Los dos jóvenes que iban en el coche fueron detenidos el 18 de enero, pero a los pocos días uno de ellos fue liberado.

El otro estaría más implicado por las pruebas parciales que pudieron recoger los agentes, dirigidos por Grímur Grímsson, el jefe de la policía de Reykjavik. A esta altura, la población normalmente pacífica de Islandia, azuzada por medios sensacionalistas, acusaban a todos los nativos de Groenlandia de las peores tropelías, reavivando viejas rencillas domésticas de la época de los vikingos.

El gobierno groenlandés envió condolencias a la familia y al pueblo de Islandia por un hecho que abochornaba a todos por igual. La familia de la joven, en tanto, agradecía el operativo encarado por la población que permitió hallar los restos de Birna y envió a su vez un mensaje de serenidad ante un hecho doloroso que no debía extenderse a todos los ciudadanos de la isla vecina.

Las autoridades, en tanto, debaten si es necesario poner aún más cámaras para prevenir nuevos casos como este (seguramente El crimen del año en esa nación). Hasta ahora el único sospechoso se negó a declarar. La segunda vez que estuvo ante el magistrado interviniente fue este jueves, y en unas horas se deberá resolver su situación procesal, cuando termine el segundo período de 14 días que según las leyes islandeses una persona puede estar detenida en custodia sin proceso firme. Todos en ese país descuentan que la prolongará por otro período.

El jefe Grimsson aseguró que confiaban en tener todo resuelto, pero faltan evidencias definitivas en el ADN del sospechoso. Se espera que el juez las reciba en unos días, provenientes de Suecia, donde hay laboratorios especializados en este tipo de análisis. Toda una movida para un caso quefue el más escalofriante para los habitantes desde el juicio al primer ministro Geir Haarde por la crisis bancaria del 2008 y el demencial crecimiento de su deuda externa, en 2014.