En su última conferencia de prensa del año y a pocos días de entregar el poder a Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que la responsabilidad de la «brutalidad» de lo que está ocurriendo en Alepo debe recaer sobre el gobierno de ese país y sus aliados, Rusia e Irán, a los que acusó de tratar de ocultar al mundo «la verdad» sobre los acontecimientos de lo que ocurre en esa ciudad del norte de Siria.

El gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, no puede tratar de ganar «legitimidad» a base de masacres, advirtió Obama.

No es un secreto que el acercamiento de Trump a Rusia cambiará los objetivos políticos de las relaciones exteriores de la principal potencia mundial (ver página 23) y el ataque directo de Obama a Rusia no hace otra cosa que marcarle la cancha al futuro mandatario.

«El mundo está unido en horror ante el asalto salvaje del régimen sirio y sus aliados rusos e iraníes en Alepo», subrayó el mandatario demócrata. No obstante, admitió que se siente «responsable» de lo que está ocurriendo en Alepo, como de otras situaciones «horribles» en otros lugares del mundo.

El conflicto sirio comenzó en marzo de 2011; desde entonces causó unos 300 mil muertos y obligó a más de 4 millones de personas a refugiarse en países vecinos y Europa, y a desplazarse a otras partes del país a otros 7,6 millones, según la ONU.

En Siria, ya pelean la mayoría de los países más poderosos del mundo –Estados Unidos, Rusia, Turquía, las principales potencias europeas, además de la milicia libanesa Hezbollah– y un amplio espectro de grupos armados rebeldes, entre ellos el Estado Islámico (EI) y la ex rama local de Al Qaeda.

La guerra se expandió y se arraigó tanto en el país árabe que la mayoría de las organizaciones humanitarias ya no pueden trabajar en las zonas más calientes y la ONU tuvo que dejar de contar los muertos por falta de información confiable.

La situación se volvió más violenta y compleja y alternó entre períodos de diálogo y de enfrentamiento abierto entre Rusia y Estados Unidos, las dos potencias que, cada vez más, parecen llevar la batuta de este conflicto.

La semana pasada el conflicto se concentró en Alepo, la segunda ciudad del país y en manos de los insurgentes desde hace más de tres años. Luego de que el gobierno sirio y Rusia anunciaron que habían tomado el control de la ciudad –tras intensos y sangrientos bombardeos– comenzó la evacuación de la ciudad. Pero el viernes tuvo que ser suspendida porque se volvieron a iniciar los enfrentamientos. «