Aveces, perdidos en el fárrago de los acontecimientos, cuenta distinguir lo esencial de lo accesorio. Sin embargo, hay algo en las palabras pronunciadas por Vladimir Putin este 30 de septiembre de 2022 que parecen caracterizar una realidad aún latente, o sólo olvidada. Veamos.

Primero, Putin apela al derecho de la autodeterminación de los pueblos, acorde a la Carta de las Naciones Unidas. Luego integra los plebiscitos en el conjunto de la historia, donde no faltan la antigua Rusia, Catalina la grande, Potemkin, la Gran Guerra Patria, las víctimas del golpe de 2014 en Ucrania y los caídos en el actual conflicto. En un país con centenares de etnias, idiomas y credos, recalca la cultura y las tradiciones del millón de votantes que eligieron el regreso a una Federación que no es racial ni confesional. «Quiero que las autoridades de Kiev y sus verdaderos amos en Occidente me escuchen», dijo, «ahora son nuestros ciudadanos para siempre».

En segundo lugar, interpreta la caída de la URSS como una catástrofe, caracterizada como una traición de las élites partidarias de entonces, que dividieron pueblos y territorios de manera antojadiza. La consecuencia fue el desmembramiento de la comunidad popular, «los terribles años noventa, hambrientos fríos y sin esperanza». Así, «el pasado no puede volver, la URSS ya no es necesaria». Constatamos así que no hay sueños imperiales en el proyecto político ruso. Incluso Putin ofrece retomar las negociaciones de paz, sobre la base de las realidades en el territorio.  

En tercer lugar, resalta el carácter colonial del comportamiento de Occidente. A partir de la propia experiencia pos-soviética, dice que «cuando ese Estado fuerte desapareció en los años noventa, se apoderaron de las riquezas de Rusia. Luego nos llamaron amigos y socios. Existió una gigantesca fuga de capitales. Lo recordamos todo, no hemos olvidado nada». Es allí cuando recuenta los crímenes históricos de Occidente: «la colonización, el comercio de esclavos, el genocidio de las tribus indias en América, el saqueo de la India, del África, las guerras que emprendieron Inglaterra y Francia contra China, el trafico de opio, la exterminación de grupos étnicos enteros. En las conquistas de tierras y recursos, trataron a los humanos como animales».

Por último, señala que las élites occidentales «no pretenden solucionar los problemas de injusticia y desigualdad. Eligen la guerra para solucionar sus contradicciones, como 1914. Con la segunda guerra mundial, Estados Unidos supero la crisis de 1929 e impuso la era del dólar. La crisis de los ochenta pudo resolverse con el saqueo de los recursos obtenidos de la caída de la Unión Soviética. La solución pasa por el saqueo de los recursos naturales de los pueblos que eligen un camino soberano para el desarrollo».

Así, la dictadura de las élites occidentales, que desconocen soberanía nacional y derecho internacional (con sanciones, bloqueos, chantajes, sobornos, intimidaciones) también está dirigida contra todas las sociedades, incluidos los pueblos de los propios países occidentales. Para Putin, «el mundo ha entrado en un momento de transformaciones revolucionarias, nuevos centros de desarrollo que representan a la mayoría de la población mundial». Habla de consolidar la sociedad con «soberanía, libertad de creación y justicia».

Justa, Libre y Soberana, me suena.  «