Estados Unidos y sus socios preparan en silencio el brutal Plan para «acabar» con la «dictadura» de Venezuela: el «Golpe Maestro», que está ya en marcha y cuya primera parte comenzaría antes de las próximas elecciones venezolanas, el domingo próximo. Si no tienen éxito en  derrocar al presidente Nicolás Maduro con la nueva ofensiva, donde utilizarán  todo el aparato propagandístico y mediático, más acciones violentas en «defensa de la democracia», accionarán el Plan B, que abarcará a varios países  imponiendo una «fuerza multilateral! para intervenir militarmente.

Panamá, Colombia, Brasil, Guyana son puntos claves del movimiento militar, con el apoyo de Argentina y otros «amigos», bajo control del Pentágono. Ya tienen preparadas las bases que ocuparán, los países de apoyo directo (fronterizos), y hasta hospitales y centros de acopio de víveres para sus soldados.

Esto surge de un documento real, que lleva la firma del almirante USN K. W. TIDD, es decir, Kurt Walter Tidd  almirante de la Armada de Estados Unidos, actual comandante del Comando Sur, que aún no ha sido divulgado. 

Al referirse a la situación actual de Venezuela, el informe menciona que tambalea la «dictadura venezolana chavista como resultado de sus problemas internos, la gran escasez de alimentos, el agotamiento de ingreso de fuentes de dinero externo y una corrupción desenfrenada, que ha mermado el apoyo internacional, ganado con petrodólares, y que el poder de la moneda nacional llega con escaso tiempo y el poder adquisitivo de la moneda nacional está en constante picada».

Suponen que este escenario que admiten –con una impunidad que aterra– que ellos mismos han creado, no cambiará. En este caso justifican sus acciones, advirtiendo que el gobierno venezolano acudirá a nuevas medidas «populistas» para preservar el poder. Asombra en qué lugar colocan a la oposición que ellos manejan, asesoran y pagan al entender que «el corrupto régimen de Maduro colapsará, pero lamentablemente las fuerzas opositoras defensoras de la democracia y del bienestar a su pueblo, no tienen poder suficiente para poner fin a la pesadilla de Venezuela» por las disputas internas e incluso «la corrupción similar a la de sus rivales, así como la escasez de raíces» (patriotismo). 

El Plan sostiene que la «democracia se extiende en América, continente en el cual el populismo radical estaba destinado a tomar el control. Argentina, Ecuador y Brasil son ejemplo de ello. Este renacimiento de la democracia (así le llaman) está soportado sobre las determinaciones más valiosas y las condiciones de la región corren a su favor». 

Por otra parte se alienta al presidente Donald Trump a actuar, considerando que «esta es la primera oportunidad para demostrar y llevar adelante su visión sobre democracia y seguridad», y se busca convencerlo de que «su participación activa es crucial, no sólo para la administración sino para el continente y el mundo». El plan está  destinado a ejecutarse en forma rápida y furiosa, como las medidas tomadas por los gobiernos de Mauricio Macri y Michel Temer, con una escandalosa historia de corrupción, transformados por el imperio en «líderes de la transparencia» que tomaron medidas en horas para la destrucción de los estados nacionales con la certeza del disparo de un misil. 

También abarca en sus once páginas «apelar a aliados domésticos como a otras personas insertadas en el escenario nacional con el objetivo de generar protestas, disturbios e inseguridad, pillaje, saqueos, robos, asaltos y secuestros de buques y otros medios de transporte, con la intención de desabastecer el país, a través de todas las fronteras y otras posibles maneras, poniendo en peligro la seguridad nacional de sus vecinos».

Consideran importante «causar víctimas», señalando como responsables de esos hechos a los gobernantes «magnificando, frente al mundo la crisis humanitaria a la que está sometida el país», usando la mentira de una corrupción generalizada de los gobernantes y ligar al gobierno al narcotráfico para desacreditar su imagen frente al mundo y sus seguidores domésticos”.

Como en una novela de suspenso, el documento llama a «utilizar a los oficiales del ejército como una alternativa de solución definitiva».

Entendiendo que todo lo anterior puede fallar, llama a continuar el fuego continuo en la frontera con Colombia, multiplicar el tráfico de combustible y otros bienes, el movimiento de los paramilitares, incursiones armadas y tráfico de drogas, provocando incidentes armados con las fuerzas de Seguridad de la Frontera venezolana y además «reclutar paramilitares mayormente de los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y del Norte de Santander».

Aquí viene el armado del golpe final cuando se planea «preparar el involucramiento de fuerzas aliadas en apoyo a los oficiales de la armada venezolana o para controlar la crisis interna en caso de que se demore mucho la iniciativa (…) establecer en una línea de tiempo rápido que prevenga que el dictador continúe ganando el control del escenario interno. Si fuera necesario actuar antes de las elecciones estipuladas para el próximo mes de abril», señala, aunque los comicios fueron trasladados al 20 de mayo, pero directamente no las reconocen.

El nudo de la cuestión es «obtener el apoyo de cooperación de las autoridades aliadas de países amigos (Brasil, Argentina, Colombia, Panamá y Guyana). Organizar las provisiones de las tropas, apoyo logístico y médico desde Panamá”. 

En uno de sus últimos  párrafos se trata de «asegurar» o mostrar el uso de medios violentos por parte de la dictadura para obtener el apoyo internacional, utilizando «todas las capacidades de la Guerra Psicológica de la armada de Estados Unidos». Es decir, repitiendo los mismos escenarios de mentiras, armados de noticias, fotografías y videos falsos, y todo lo usado en las guerras coloniales del siglo XXI.

«EEUU deberá apoyar internamente a los estados americanos que lo apoyan», levantar la imagen de estos y del «orden multilateral de instituciones del sistema interamericano, como instrumentos para la solución de los problemas regionales. Promover la necesidad de envío de la Fuerza Militar de la ONU para la imposición de la paz, una vez que la dictadura corrupta de Nicolás Maduro sea derrocada.»

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