En las últimas semanas todas las noticias del coronavirus se centraron en América. Pareció como si Europa hubiera erradicado el covid–19. Pero en la realidad los contagios continúan, y países como Alemania, España e Irlanda debaten la posibilidad de confinamientos sectorizados ante la aparición de nuevos brotes.

En la península ibérica las regiones más complicadas son Catalunya y Aragón, donde los casos triplican la cifra con la que España entró en lo que llaman «nueva normalidad», y alcanzaron esta semana su pico en el último mes y medio: 5182 positivos en siete días. Por gran amplitud, Catalunya es la comunidad con más casos (2720), seguida de Aragón, que registró 820 en esta última semana, Andalucía (303) y Madrid (269), según las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad.

Las autoridades hablan de «brotes controlados», y los expertos sostienen que no es el mismo escenario que en marzo. El sistema de notificación cambió, y la gran mayoría de los casos se detectan por rastreo y testeos masivos. Eso se traduce en que entre el 60% y el 70% de los diagnosticados son asintomáticos o presintomáticos, aquellos que tienen su positivo antes de desarrollar síntomas. Lo que permite también aislar a sus contactos estrechos a tiempo, y no se saturan los centros de salud. Pero algo es seguro: a pesar del calor, el virus sigue circulando.

Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), aclaró que a pesar de que la mayoría sean asintomáticos, no deben relajarse: «Aunque el porcentaje de asintomáticos sea elevado, si no para de crecer, siempre una cadena de transmisión acaba llegando a grupos de riesgo. Y eso puede llevar a una complicación de la situación».

La cantidad de nuevos casos generó entonces el retorno de ciertos confinamientos. Aragón volvió a una fase 2 «flexibilizada», y Lleida tomó también medidas restrictivas que se replicarán en el área metropolitana de Barcelona: este viernes, la Generalitat de Catalunya le pidió a los casi tres millones de vecinos de la región barcelonesa no salir de casa salvo para lo imprescindible y que no acudan a sus segundas residencias, debido al incremento de la transmisión comunitaria del coronavirus.

Suspendieron la apertura al público de teatros y cine, la actividad de los gimnasios y los establecimientos de ocio nocturno, como salas de fiesta y discotecas, así como los acontecimientos deportivos en espacios cerrados. En los bares y restaurantes limitaron el aforo al 50% y prohibieron consumir en la barra.

Otro tema en Barcelona es que las disposiciones restrictiva deben ser aprobadas por un juez. Así, por ejemplo, la prohibición de los encuentros de más de diez personas fue desestimada por un magistrado catalán. Ahora esperan que un nuevo juez de guardia dé el visto bueno para esa reglamentación.

En Portugal, el gobierno decidió prolongar dos semanas más el cierre parcial en 19 zonas del área metropolitana de Lisboa, donde se siguen registrando la mayoría de los nuevos contagios, en plena temporada turística. Grecia se plantea prohibir las fiestas religiosas, al no percibir un gran acatamiento de la población local respecto a las medidas sanitarias y de distancia social. Y en Alemania, un proyecto de acuerdo entre el gobierno federal y los estados regionales autoriza a que el país refuerce medidas de confinamiento reforzadas a  nivel local en caso de riesgo de una segunda ola.

Irlanda es uno de los países europeos que dispuso una medida más férrea. Ayer frenó la desescalada y retrasará el inicio de la Fase 4, prevista para este lunes, hasta el próximo 10 de agosto, a fin de evitar «una segunda ola» de contagios de coronavirus, según explicó el ministro de Sanidad, Stephen Donnelly. Desde el pasado 29 de junio, solo pueden abrir sus puertas los pubs y bares que sirvan comidas en mesa -con un precio mínimo de nueve euros- a grupos de hasta cuatro comensales, quienes disponen de 105 minutos en el establecimiento. A partir de este lunes, indicó Donnelly, será obligatorio el uso de mascarillas en tiendas y centros comerciales, mientras que se mantienen las restricciones sobre eventos y reuniones, y las medidas de distanciamiento social.

En Inglaterra, el gobierno reconfinó a la ciudad de Leicester, con el cierre de comercios no esenciales, a causa de un aumento local de los casos de Covid–19 y estipularon un uso obligatorio de las mascarillas en todas las tiendas del país, al igual que Francia, donde además las farmacias ya tienen disponibles los test rápidos para comprobar la presencia de anticuerpos contra el coronavirus sin necesidad de receta médica. El principal temor es el regreso de los alemanes que vacacionan en Mallorca, España, una región con casos y donde el fin de semana se vieron imágenes de fiestas sin ninguna medida de seguridad ni de distanciamiento.

En Israel también crecen los casos, con 1898 en las últimas 24 horas, y el gobierno dispuso que hasta las cinco de la mañana del domingo, todos los locales no esenciales permanezcan cerrados, entre ellos los gimnasios y restaurantes. Y prohibieron las reuniones de más de diez personas en espacios cerrados y más de 20 en lugares abiertos. En el debate urgente realizado por todo el gabinete de ministros consideran una serie de opciones, incluida el fin de los campamentos de verano y todo tipo de actividad para los chicos, cierre de universidades y pasar al estudio a distancia, así como limitar el transporte.

En cuanto a nuestro continente, uno de los países más afectados es Colombia. Ayer los médicos en Bogotá pidieron el regreso a una estricta cuarentena para frenar las infecciones por coronavirus en la capital colombiana, advirtiendo que los servicios en las clínicas y hospitales están a punto de colapsar. El gobierno dispuso cuarentenas focalizadas, pero según los especialistas no tiene efecto en una ciudad que posee el tercio de los 173 mil casos del país, con una sociedad en relajo ascendente. “Creemos que la cuarentena zonal no alcanza a frenar la velocidad de contagio”, aseguró Herman Bayona, presidente del Colegio Médico de Bogotá. El presidente Iván Duque rechazó una cuarentena total, y aseguró que el confinamiento «no es sostenible en el tiempo», igual que su colega de Perú,´Martín Vizcarra, a pesar de que en la nación incaica los casos tienen uno de los  mayores porcentajes de aumento de América. “La enfermedad nos ha enseñado que este virus va a atacar a todos que nadie se va a salvar. Unos más temprano, otros más tarde, pero nadie se va a salvar», afirmó el presidente peruano.

En Estados Unidos, a pesar de ser el país con más casos y distritos como Florida superan a todo lo que tuvieron Italia y España, las autoridades centrales abogan por no cerrar. Desde la Casa Blanca, incluso, confrontaron con asesores epidemiológicos sobre la reapertura de las escuelas: «La ciencia no debe entrometerse», sostuvo la portavoz Kayleigh McEnany.