Lois Pérez Leira

Henry Boisrolin es el coordinador del Comité Democrático Haitiano (CDH) en Argentina, formado luego de la ocupación de la Embajada de Haití por jóvenes haitianos, «el mismo día de la fuga del dictador Duvalier (Jean-Claude, el hijo y sucesor de François, el fundador de esa dinastía brutal), el 7 de febrero de 1986”, recuerda. Henry estuvo entre esos jóvenes. En la actualidad ejerce la docencia, colabora con las Coordinadoras de Solidaridad con Haití de Uruguay y de Argentina y participa con organizaciones populares y de izquierda de Haití en la traducción y difusión de los documentos y las actividades que realizan.

 «Llegué a Córdoba para estudiar en 1974 debido a la persecución de la sanguinaria dictadura de la familia Duvalier. Yo militaba en las filas de una organización de izquierda», añade. En su curriculum también anota que emprendió otra ocupación a la embajada en 1991, cuando el golpe de contra Jean Bertrand Aristide, el primer gobernante surgido de elecciones libres y democráticas. Aristide, sacerdote salesiano, regresó en 1993 para completar su mandato. Reelegido en 2001, fue nuevamente derrocado en 2004. Entre sus “culpas” figuraban el acercamiento a Hugo Chávez y reanudar las relaciones con Cuba.

Haití, primer país en América en romper sus lazos con el colonialismo, en 1804, es ahora una nación empobrecida por una dirigencia voraz y corrupta sustentada en sucesivas intervenciones militares estadounidenses. Convulsionada, con protestas, paros, movilizaciones multitudinarias desde julio del año pasado, cuando el gobierno del empresario Jovenel Moïse decretó abusivos aumentos en combustibles tras acuerdos leoninos con el FMI,el futuro del país está en la nebulosa.

-¿Por qué Haití es uno de los países más pobres del mundo?

-Tuvo una construcción social y política autónoma hasta 1825 más o menos. Pero es necesario señalar que triunfó una contrarrevolución luego del asesinato de nuestro libertador, Jean-Jacques Dessalines, en 1806. Se convirtió en el oasis más empobrecido, no el más pobre, al ser transformado en una nación neocolonial de los EE UU. Este sistema neocolonial es la b ase explicativa de la tragedia haitiana.

-¿Nunca vivió una verdadera democracia?

-Hubo una muy corta experiencia popular y democrática con la elección de Aristide en 1990, pero solo duró siete meses. Esa experiencia fue interrumpida por tropas al servicio del imperialismo yanqui.

-¿Cómo vivió Haití la presidencia de Donald Trump y qué espera de Joe Biden?

-La situación de Haití con Trump no varió mucho, se mantuvo el tutelaje. Lo mismo sigue hasta ahora con Biden. El sistema neocolonial que impusieron desde la primera ocupación militar norteamericana, entre 1915 y 1934, sigue vigente.

-Los haitianos que pueden se van del país. ¿Dónde terminan y cómo son tratados en el exterior?

-Los exiliados, o ahora mejor dicho los migrantes haitianos, van mayoritariamente a los EE UU, luego a República Dominicana y Canadá, y a partir de 2010, después del terremoto, muchos llegaron a Brasil y Chile. El trato en el exterior no es bueno, por diversas razones. Entre éstas, están el racismo y las tergiversaciones que se han difundido ampliamente sobre la cultura haitiana y las causas fundamentales de su enorme empobrecimiento.

-En cuanto a las luchas contra el régimen de Moisë, ¿hay alguna conducción política unificada?

-No hay una dirección única de la lucha actual. La izquierda tiene un rol bastante significativo, sobre todo a través de las organizaciones que se unieron para conformar el Foro Patriótico. Lo que se plantea es la formación de un gobierno de transición, de ruptura con el sistema neocolonial, organizar una Conferencia Nacional para definir un nuevo proyecto de país, recuperando nuestra soberanía y autodeterminación. Redactar una nueva Constitución y organizar elecciones después de 2 años. También enjuiciar a los autores de crímenes, asesinatos y masacres, como así también a los responsables de las malversaciones de los fondos del Estado. «