Rusia y Venezuela son aliadas. De hecho, el país gobernado por Nicolás Maduro es de todos los sudamericanos el que salió decididamente a apoyar a Vladimir Putín. Sin embargo, la guerra en Ucrania puede significarle una oportunidad única: que Estados Unidos vuelva a comprarle petróleo a la nación chavista. Mientras, la Unión Europea y gigantes del sector energético avanzan en restringir la dependencia de hidrocarburos con Rusia, aunque Alemania advierte por la imposibilidad de suplantar el abastecimiento a corto plazo. Detrás de las bombas y los tanques, se libra una batalla económica en todo el mundo.

Primero, lo más actual: durante esta mañana (en horario argentino) el gigante energético Shell anunció que dejará de comprar petróleo y gas a Rusia. Además cierra sus estaciones de servicio y suspende todas sus operaciones en el país. Al mismo tiempo, Estados Unidos estudia prohibir las importaciones de petróleo ruso por su cuenta: Joe Biden anunciará «acciones para continuar sancionando a Rusia por su guerra no provocada e injustificada contra Ucrania», informaron desde la Casa Blanca. Estarán centradas en un embargo a petróleo y gas rusos (por ahora sin que se sume la UE), algo que seguramente aumentará el valor de los hidrocarburos.

EE.UU. importa unos 20 millones de barriles de crudo y productos refinados al mes desde Rusia. ¿Cómo los suplantará? Por un lado, volviendo a mirar a un país denostado: Venezuela.

Desde la administración Biden dejaron trascender que están estudiando levantar las sanciones a Venezuela para que la entrada de su petróleo en los mercados internacionales baje los precios, tras las medidas que impuso contra PDVSA en 2017. Diplomáticos estadounidenses ya habrían acudido a Caracas a negociar.

«Estamos preparados para crecer uno, dos, tres millones de barriles (diarios) si hiciera falta para la estabilidad del mundo», anunció Maduro, que mantuvo en la noche del lunes una reunión con el alto mando político, el consejo de vicepresidentes y el alto mando militar. Y acotó que su país «siempre va a estar al frente de las iniciativas para estabilizar el mercado petrolero, el mercado gasífero y el mercado energético». Hay una mirada más de Estados Unidos que va hacia el otro enemigo histórico: la administración Biden también avanza en el levantamiento de las sanciones al petróleo iraní. Cinco analistas encuestados por Reuters estimaron en promedio que las reservas de crudo de EE. UU. disminuyeron en unos 800.000 barriles en la semana hasta el 4 de marzo.

260 millones de euros por día

Mientras Estados Unidos avanza con sanciones y búsqueda de alternativas, en Europa el debate permanece abierto, sobre todo por la posición de Alemania. Y el valor del petróleo no para de subir.

La Unión Europea (UE) paga unos 260 millones de euros ($ 285 millones) cada día por las importaciones de petróleo ruso, según un informe publicado por la organización ecologista Transport & Environment (T&E). T&E cifra en 104.000 millones de euros el importe que sumaron las exportaciones rusas de crudo a Europa y al Reino Unido durante el año pasado, muy por encima de los 43.400 millones de las compras de gas natural ruso. Pero entre el 4% y el 8% del suministro de petróleo de Europa proviene de oleoductos rusos.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) sostiene que puede reducirse la «dependencia» de los hidrocarburos de Rusia «en el corto plazo», sobre todo el gas. En Alemania no opinan lo mismo. El país germánico importa de Rusia el 55% del gas que consume y el 42% del petróleo y carbón (muchísimo más que el 5% de petróleo ruso que llega a Reino Unido, o el 3% a Estados Unidos). Al mismo tiempo, Alemania busca importar más GNL y no descarta extender la vida operativa de sus centrales nucleares. BP y Equinor anunciaron que se desprenderán de sus activos en Rusia y abandonarán el país. Pero el problema al que se enfrentan es el corto plazo, en un invierno que aún no culmina.

El canciller alemán Olaf Scholz afirmó este lunes que las importaciones de energía fósil procedentes de Rusia son «esenciales» para la «vida diaria de los ciudadanos» en Europa y que por el momento el suministro del continente no puede garantizarse de otra manera: «El suministro de energía en Europea para la producción de calor, movilidad, electricidad e industria no puede garantizarse de otra manera en este momento», aseguró Scholz. Si bien manifestó que están trabajando con sus socios de la UE y fuera de Europa «para encontrar alternativas a la energía rusa, esto no puede lograrse de un día para otro».

En el mismo sentido se refirió Josep Borrell, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad: «El 40% de nuestras importaciones de gas provienen de Rusia. No se pueden reemplazar de la noche a la mañana». Hoy la Comisión Europea propuso «acelerar drásticamente la transición hacia la energía limpia y aumentar la independencia energética de Europa frente a proveedores poco fiables y combustibles fósiles volátiles». De acuerdo a eldiario.es, el plan de Bruselas intenta afrontar la escalada de los precios de la energía en Europa y hacer acopio de reservas de gas para el próximo invierno: «Diversificar el suministro de gas, acelerar el despliegue de gases renovables y reemplazar el gas en la calefacción y la generación de energía. Esto puede reducir la demanda de gas ruso en la UE en dos tercios antes de fin de año». Además, estudian que los Estados puedan fijar «precios regulados» y establezcan «límites de precios temporales»

Del lado ruso respondieron a su manera: «Rusia podría cortar el suministro de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 a Alemania, pero aún no ha tomado esa decisión», sostuvo el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak.

Este martes, distintos analistas aseguraron que si bien existen alternativas al petróleo ruso, serán insuficientes o logísticamente difíciles si Estados Unidos y sus aliados prohíben las importaciones de energía rusa: “No hay forma de que incluso la OPEP+ e incluso Irán y Venezuela combinados puedan compensarlo”, afirmó Vandana Hari, fundadora de la firma de inteligencia energética Vanda Insights, a Squawk Boxes Asia de CNBC.

Aún si Venezuela volcara cien mil barriles por día al mercado, es imposible de suplantar lo que aporta Rusia, el segundo mayor exportador del mundo, con 7 millones de barriles de crudo diarios. De acuerdo a la Agencia Internacional de la Energía, dos millones de esos cinco podrían ser reemplazados por los miembros de la OPEP Arabia Saudita, Irak, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, si aumentan «sus capacidades al mismo tiempo a su máximo potencial». Aún así, no reemplazarían todo el aporte ruso.

Un temor de Alemania (y algunos otros países europeos) es que las sanciones más duras generen desabastecimiento. Pero también miran con temor el otro factor: los precios internacionales. Esta semana, el precio del barril llegó a casi 130 dólares. El valor más alto desde 2012, y muy cerca de los 140 dólares que fue el valor histórico, en 2008. «No sirve de nada si en tres semanas descubrimos que solo tenemos electricidad para algunos días en Alemania y hay que replantearse estas sanciones», apuntó la ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock. Rusia advirtió de las «consecuencias catastróficas» en caso de un embargo occidental sobre el petróleo ruso: Novak sentenció que, de ocurrir esa acción, «el aumento del precio podría ser imprevisible y alcanzar más de 300 dólares por barril o más».