Envalentonada más por el magro resultado del oficialismo de Emmanuel Macron en las recientes elecciones legislativas que por su propia cosecha, la izquierda en Francia presiona al gobierno anticipando una crisis de gobernabilidad o la forzosa necesidad de hacerlo negociar con sectores que se oponen a su programa liberal.

Jean-Luc Mélenchon, líder del NUPES, que obtuvo un considerable número de bancas en el Parlamento, instó a la primera ministra, Élisabeth Borne, a someterse al voto de confianza de la Asamblea Nacional. «La primera ministra debe comparecer ante la Asamblea Nacional y solicitar el voto de los diputados para tener la confianza. Si no la obtiene, deberá presentar la dimisión», señaló en Twitter luego de un mensaje televisado del presidente, quien pidió a las fuerzas opositoras la cooperación para efectuar reformas “urgentes”. Después de haber logrado un tercer puesto muy cerca de la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, en las presidenciales de abril, Mélenchon trabajó la estrategia de obtener el respaldo legislativo suficiente como para ser nombrado primer ministro, aunque no obtuvo la mayoría absoluta de 289 bancas, cosa que tampoco logró el oficialismo.

Otras expresiones en línea con el líder de izquierda no tardaron en llegar. La diputada de izquierda Valérie Rabault advirtió que Macron «es quien está entre la espada y la pared, no nosotros. Si continúa con su proyecto, no tiene mayoría absoluta, y es él quien está atrapado, quien bloqueará Francia». A su vez, el senador socialista Rachid Temal señaló que si Macron y la primera ministra quieren «llegar a acuerdos con la derecha, que lo hagan. Si no, que vengan con propuestas ante el Parlamento», presionó. La oposición pretende negociar cada una de las reformas de Macron, pero sin la meta de arribar a un pacto o coalición de gobierno. En esto último coincide con el gobierno.

En las legislativas del domingo pasado, la coalición de centroderecha de Macron, ¡Juntos!, obtuvo 245 de los 577 escaños de la Cámara baja. El resto se reparte principalmente entre la alianza de izquierda Nupes, que logró cerca de 140 bancas (falta el conteo definitivo) la extrema derecha de Le Pen (89) y la derecha tradicional (61).

Ante la situación de bloqueo, Macron se reunió con los dirigentes de los distintas espacios y el miércoles por la noche emitió un mensaje público en que llamó a los partidos franceses a buscar «compromisos» para asegurar la gobernabilidad del país.

«Tendremos que alcanzar compromisos, pero hacerlo en total transparencia, a cielo abierto por así decirlo, con una voluntad de unión y de acción por la nación», dijo al romper el silencio que mantenía desde el domingo, día de las elecciones, a la vez que reconoció la existencia de «fracturas» que, según dijo, obligan al conjunto de los grupos políticos a «aprender a gobernar y legislar de una manera diferente». Tras realizar consultas con los líderes de los demás partidos, descartó la formación de un gobierno de unión nacional, pero subrayó que «ninguna fuerza política puede hoy hacer las leyes sola».

Previamente, Borne había presentado su renuncia en la conducción del gabinete, lo que se conoce como una “renuncia de cortesía” como consecuencia de la derrota electoral, pero Macron la rechazó con el argumento de que es necesaria para continuar con su programa de reformas, entre ellas la ampliación de la edad jubilatoria, la flexibilización impositiva para el empresariado y reformas en educación y salud.

Mélenchon había declarado que si los diputados de la Asamblea Nacional expresaban confianza a Borne, entonces ella estaría en condiciones de presentar los proyectos de leyes que después se someterán a debate.

El líder de NUPES además tiene una lectura propia de las razones por las cuales Macron fue reelecto en segunda vuelta ante Le Pen para un nuevo mandato de cinco años. Para el líder de 70 años la ciudadanía no votó al presidente por su gestión y sus planes futuros sino porque “la mayoría de los franceses y las francesas no quiso ver a los de ultraderecha a la cabeza de nuestra República», afirmó. «

Huelgas aéreas en toda Europa

Una huelga de personal aeronáutico paraliza los vuelos en gran parte de Europa, en plena temporada y sin solución a la vista. Comenzó por demandas salariales de trabajadores de la irlandesa Ryanair y se plegaron los empleados de la low-cost Easy Jet, en España, generando demoras y cancelaciones en distintos países.

Los aeronáuticos reclaman por sus bajos salarios, según dijo en un comunicado Miguel Galán, secretario general de la sección EasyJet del sindicato USO, quien lamentó que la aerolínea «no tiene interés en negociar la mejora de las condiciones laborales de los tripulantes en España». En Ryanair son varios los países que se sumaron a la medida: España, Francia, Bélgica, Portugal e Italia. Los sindicatos critican la precaria remuneración en un momento en el que la compañía va a mejorar sus cifra de tráfico.

En Francia los paros provocaron que se anularan unos 50 vuelos hace varios días y en España los sindicatos USO y Sitcpla prevén la huelga los días 24, 25, 26 y 30 de junio y los días 1 y 2 de julio. En Portugal, el personal de Ryanair prevé paros del 24 al 26 de junio. «Tenemos 2500 vuelos por día. La mayoría de estos vuelos estarán asegurados», dijo Michael O’Leary, CEO del grupo.