Al menos 94 muertes produjo el ataque de Estados Unidos con la bomba GBU-43, el proyectil no nuclear más potente del arsenal estadounidense, que destruyó una importante instalación del grupo yihadista Estado Islámico, según el último informe del Ministerio de Defensa afgano.

Entre los muertos habría un hombre identificado como «Hamza», hermano de un alto comandante de EI, también fallecido, y otros dos comandantes identificados como «Abubakar» y «Mohammad Abrani», según la declaración oficial recogida por la agencia de noticias afgana Pahjwok y reproducido por Europa Press. Sin embargo, la organización yihadista desmintió que el ataque haya causado alguna baja entre sus filas, según un comunicado recogido por el portal Amaq, que utilizan habitualmente.

Según el portavoz de la Gobernación de Nangarhar (fronteriza con Pakistán), Ataulah Khogyani, el ataque resultó en la completa destrucción de la zona del impacto: tres túneles que los yihadistas empleaban como depósitos de armas y otros equipos.

La casi triplicación del número inicial y la permanencia de falta de pruebas, pone en duda la precisión de la información, sobre todo por los antecedentes más recientes en otros ataques perpetrados por Estados Unidos. Por ejemplo, el ataque realizado semanas atrás por la coalición militar encabezada por EE UU en la localidad iraquí de Mosul, en la que murieron más de 250 civiles, muchos de ellos niños, transformándose en el peor incidente de muertos civiles desde que empezó la guerra contra el Estado Islámico hace dos años.

Más aún, desde que llegó Donald Trump a la Casa Blanca, organizaciones de Derechos Humanos calculan que aproximadamente 1.500 civiles murieron por ataques aéreos estadunidenses, según informó el semanario Newsweek.

Los rebeldes talibanes, que combaten tanto al EI como al gobierno afgano y a las tropas estadounidenses presentes en Afganistán, condenaron la «creciente brutalidad» y el «crimen» de Washington y dijeron que la eliminación del grupo terrorista debe ser cosa de los afganos, no de extranjeros. Hamid Karzai, ex presidente de Afganistán, afirmó este sábado que el actual gobierno está formado por un conjunto de «traidores» por permitir que Estados Unidos lanzara la bomba no nuclear más potente jamás usada en combate.

El ex mandatario agregó que deja de reconocer la legitimidad del actual Ejecutivo y su decisión de comenzar a trabajar para «deshacerse de la presencia estadounidense en Afganistán». «El bombardeo es un insulto a Afganistán, y Estados Unidos ha empleado como excusa a Estado Islámico», declaró al canal de televisión afgano Tolo News. «Si el gobierno afgano ha dado su aprobación, se trataría de un acto de traición», añadió.

El bombardeo con “la madre de todas las bombas” –un proyectil de diez toneladas que mata con una onda de presión aérea– fue ejecutado el jueves a las 19.32 hora local, en el distrito de Achin, en la provincia oriental de Nangarhar, con la aprobación del presidente estadounidense, Donald Trump. Este explosivo está diseñado para explotar antes de tocar el suelo creando así una gran capacidad destructiva mediante una onda expansiva capaz de destruir túneles y hasta bunkers militares. Tiene la capacidad de generar un terremoto a pequeña escala.