Miles de británicos salieron a las calles este sábado para protestar contra el aumento de los precios tras una semana de caos en los mercados, con un desplome de la libra con pocos precedentes en la historia reciente, lo que golpea de lleno en el gobierno de la primera ministra Liz Truss, que todavía no asimila su designación y ante un país que con el nuevo rey, percibe un profundo cambio de rumbo, aunque sin saber para dónde. 

«Apoyen las huelgas», «Congelen los precios, no las personas» o «Impuestos para los ricos», decían los carteles que portaban los manifestantes. Este nuevo capítulo de la crisis que viene desde el anterior gobierno conservador, se desató ni bien Truss anunció un «minipresupuesto», un plan de medidas que con el objetivo declarado de relanzar la economía y atenuar la inflación, incluye el congelamiento de las facturas energéticas, pero una baja de impuestos y la desregulación en el sector bancario que para los críticos de la medida beneficia a los ricos en momentos de incertidumbre por los costos de la energía derivados de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia.

Por lo pronto, los ferrocarriles británicos estaban prácticamente paralizados a raíz de que los principales sindicatos del sector convocaran una nueva jornada de movilización colectiva, la huelga más importante del año, para pedir un aumento de los salarios frente a una inflación récord.

La fortaleza de la jefa de gobierno, por otro lado, quedó muy deteriorada y según una encuesta del instituto YouGov publicada el viernes, el 51% de los consideran que la primera ministra debería renunciar. Entre los electores conservadores, la cifra es menor pero también alta y el 36% piensa que debería abandonar el puesto, al que llegó el 5 de setiembre luego de una votación entre los afiliados de su propio partido con el voto de apenas 81.326 ciudadanos.

La caída de la libra es explicada por la desconfianza de los inversores en que la rebaja de impuestos y el incremento de las ayudas a las familias que no puedan pagar por la energía no genere un aumento del déficit fiscal. Pero además, por los anuncios de recompra de unos 65.000 millones de libras de deuda a largo plazo con el propósito de ponerle freno a la inestabilidad financiera. Una medida que representa una inyección de una monumental masa de dinero en tiempos de inflación, mientras mantiene los tipos de interés sin cambios «por ahora». En un contexto de más de 10% anual de inflación los gurúes de los mercados recomiendan precisamente lo contrario, secar la plaza.   «