La XIV Cumbre de Jefes de Estado de los países BRICS sirvió para marcar la cancha sobre quiénes son los contendientes de este nuevo escenario mundial que desnudó la intervención militar en Ucrania el 24 de febrero. Si desde Washington el desafío a la supremacía estadounidense parece centrarse en Rusia y China, este grupo de países que se constituyeron oficialmente en 2009 es bastante más grande e influyente en el concierto de las naciones en todos los rubros. Como resaltó el Kremlin en un mensaje de bienvenida al encuentro del presidente Vladimir Putin, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica –los titulares del acrónimo– tienen 3000 millones de habitantes y representan no solo el 40% de la población del planeta, sino la cuarta parte del PBI, el 20% del comercio, cerca del 25% de las inversiones directas, y acumulan el 35% de las reservas internacionales.  Suficiente como para comenzar a desplegar un programa de gobernanza global sin pruritos, que fue lo que hicieron.

De la reunión, que fue organizada por China como país en ejercicio de la presidencia pro témpore del organismo, participó también como invitado Alberto Fernández (ver aparte), quien expresó el deseo de incorporar a la Argentina como miembro pleno. No es la primera vez que desde la Casa Rosada se expresa la voluntad de sumarse al grupo que se vislumbra desde 2001 –una visión acertada del economista británico Jim O’Neill– como los países destinados a convertirse en líderes del siglo XXI. Ya lo había hecho Cristina Fernández en su mandato.

Para tener en cuenta la importancia que alcanzaron los BRICS, sobre todo en el contexto de la guerra en Ucrania, baste decir que uno de los más activos resultó ser el presidente brasileño Jair Bolsonaro que, a pesar de las diferencias con Lula da Silva –quien fue el principal impulsor de la primera cumbre durante su gestión–, no solo respaldó cada una de las propuestas esbozadas en esta ocasión sino que avanzó en el reclamo de reformar organismos como la ONU. Itamaraty impulsa un lugar en el Consejo de Seguridad permanente para Brasil desde hace décadas. Lo mismo pretenden la India y Sudáfrica.

Ese apoyo quedó plasmado en la Declaración de Beijing, que pide además “intensificar la actividad de la Asamblea General y fortalecer los Consejos Económico y Social” de ese organismo. En ese documento, los BRICS expresan el apoyo a conversaciones de paz entre Moscú y Kiev. Unos días antes, el presidente chino, Xi Jinping, había reafirmado la alianza con Putin en torno a cuestiones de soberanía y seguridad, lo que fue leído desde la Casa Blanca como un nuevo desafío a su hegemonía, al punto que le reclamó a China no ubicarse “en el lado equivocado de la historia”.

Pero los BRICS también se dieron tiempo para promover los “esfuerzos de paz y estabilidad en Oriente Medio y África del Norte” y “para resolver las diferencias por el plan nuclear iraní por medios pacíficos y diplomáticos”.

Putin fue bastante específico en cuanto a la crisis desatada por las sanciones económicas dictadas por Occidente tras la invasión a Ucrania. «Los empresarios de nuestros países están obligados a desarrollar sus actividades en condiciones difíciles ya que los socios occidentales omiten los principios de base de la economía del mercado, del comercio libre», dijo.

Sin embargo, destacó que esas medidas llevaron al fortalecimiento de las relaciones dentro del bloque. «Las entregas de petróleo ruso a China e India aumentan. La cooperación agrícola se desarrolla de forma dinámica», dijo. Esto le da pie para esbozar su propuesta de que los BRICS elaboren una política unificada para crear un sistema económico y financiero multipolar.

Ante la suspensión del sistema de transferencias Swift y la incautación de las reservas internacionales de Rusia en bancos extranjeros, por ejemplo, una medida que estratégicamente representa una amenaza para otros países que quieran “sacar los pies del plato” occidental, Putin dijo que “el sistema ruso de transmisión de datos financieros está abierto a la conexión de bancos de los cinco países”. Y afirmó que se expande “el uso del sistema ruso de pagos Mir”, al tiempo que, aseguró, “se está resolviendo la creación de una moneda de reserva internacional a partir de una canasta de monedas de nuestros países”. Un contragolpe abierto de los BRICS contra el “sistema dólar”. «