Con sus partidarios reclamando un golpe de Estado militar, un polémico indulto y el viaje a EE UU, con la “amenaza” de no regresar por largo tiempo, justo antes de la ceremonia de asunción del nuevo gobierno, el saliente, Jair Bolsonaro, transita sus últimos momentos como presidente del Brasil, tras una cuestionada gestión que no pudo revalidar frente al electorado.

A pocas horas de entregar el poder a su sucesor, su archienemigo Lula Da Silva, Bolsonaro enfrenta una investigación federal por «delitos contra la paz pública e incitación a cometer crímenes» por la propagación de noticias falsas entre la población que vinculaban a la vacuna contra la Covid-19 al riesgo de contraer VIH/Sida y otras que desalentaban el uso de barbijos para evitar contagios en la pandemia. Lo salpican, además, los movimientos golpistas de sus seguidores más extremos, que nunca aceptaron la derrota electoral –así como él mismo no la reconoció en público-, y que se movilizaron durante semanas frente al cuartel general del Ejército en Brasilia, exigiendo una intervención militar para impedir el regreso de Lula. «Bolsonaro, accione a las Fuerzas Armadas contra el fraude electoral», decía uno de los carteles que montaron junto a las tiendas donde acampan desde el 30 de octubre. Un hombre ya había sido detenido el sábado por colocar una bomba en un camión en los alrededores del aeropuerto de Brasilia, acusado de terrorismo, y el jueves la Policía Federal lanzó una operación para capturar a más sospechosos de los actos de vandalismo del 12 de diciembre en Brasilia, en la que detuvo a cuatro personas y buscaba a otras siete. Los equipos de transición de Lula consideran que los organismos de seguridad, aun bajo el mando de Bolsonaro, tuvieron una actuación deficiente o esquiva frente a los agitadores bolsonaristas.

Durante las últimas horas del presidente se especuló con un viaje a los Estados Unidos  de al menos tres meses que finalmente se confirmó ayer por la tarde. En el país del norte sería recibido por el expresidente estadounidense Donald Trump, su mayor referente internacional, en el Estado de Florida, donde residen los principales exponentes de la derecha brasileña en el exterior. El viaje anticipado permitiría no solo eludir la imagen de entrega de la banda presidencial a su rival, sino también mantenerse lejos de los posibles requerimientos judiciales ya en marcha debido a que perdería sus fueros. La versión sobre ese plan fue ganando fuerza luego de que el Diario Oficial de la Unión indicara que una sargento del Ejército viajó a Miami como parte de una avanzada de la custodia familiar del presidente. Primero, Bolsonaro muy escuetamente dio a entender que la información era “fake news”. Pero este viernes se develó el misterio cuando emprendió al viaje. Ahora podría caberle una nueva causa por utilizar un avión de la Fuerza Aérea para salir del país sin previsión de regreso para antes del 1° de enero.

Esta semana, también, Bolsonaro nombró a ocho asesores que lo asistirán como expresidente, lo daba entender que permanecería en su país, o regresará no tan lejanamente. La ley permite a los expresidentes contar con cuatro agentes de seguridad, dos asistentes, dos asesores y dos choferes. Todos los nombrados son personas de su mayor confianza, entre ellas, militares como él.

En lo que probablemente fue uno de los últimos actos de su gobierno, Bolsonaro firmó el decreto para designar como jefe del Ejército al general Julio César de Arruda, quien fuera elegido por el futuro mandatario para ocupar ese cargo. La designación contó con la aprobación del equipo de transición y había sido anticipada por el futuro ministro de Defensa de Lula, el jurista José Mucio Montero.

La semana pasada, Bolsonaro había otorgado un cuestionado indulto de Navidad a militares y policías, incluyendo a los responsables de la mayor masacre carcelaria registrada en el país, la de Carandiru de hace 31 años en San Pablo, que dejó 111 muertos, todos asesinados por fuerzas de seguridad. La medida beneficia a los 69 agentes que siguen vivos de los 74 que fueron condenados por la brutal matanza. La masacre se vio retratada en una película que lleva como título el nombre del penal. y que dirigió el argentino Héctor Babenco.

“Otorgamos el indulto de Navidad a militares en cumplimiento del deber, que fueron presos por muertes, sin la intención de matar, solo de defenderse”, justificó Bolsonaro.  «