El canciller ruso, Serguéi Lavrov, hizo una recorrida por América Latina en coincidencia con la visita de altos cargos de la administración de Joe Biden a Argentina, Chile y Panamá, en una evidente puja por la influencia en la región. O en una demostración de que si es por tocar la oreja, el Kremlin no se queda atrás. Lavrov estuvo en Brasil, Venezuela, Nicaragua y cerró en Cuba. Salvo el gobierno de Lula da Silva, los otros tienen viejos enfrentamientos con la Casa Blanca y esta gira se percibe en respuesta a las que están frecuentando con Taiwán las principales espadas bipartidarias de Washington. Señales cada vez más explícitas de que nadie se guarda nada en esta disputa por la multipolaridad que se destapó con la guerra en Ucrania.

En este contexto, tras el encuentro de la semana pasada con su par chino, Xi Jinping, Lula estuvo en Lisboa, donde explicitó su deseo de colaborar para llegar a la paz en el este europeo. Al mismo tiempo, su asesor en política exterior y excanciller, Celso Amorim, viajó a Kiev para entrevistarse con miembros del gabinete o el propio presidente Volodimir Zelenski.

Lula estará en la capital portuguesa hasta el martes, cuando se cumpla un nuevo aniversario de la Revolución de los Claveles, y después cruzará para reunirse con Pedro Sánchez en Madrid. En Lisboa celebró acuerdos bilaterales y respondió a las demandas de los periodistas. La inquietud de los medios se basaba en la irritación de la Casa Blanca ante las últimas movidas del líder metalúrgico y por el nuevo rol que le quiere imprimir a Brasil en el mundo.

«Estados Unidos y Europa deben dejar de alentar la guerra», había dicho Lula ante Xi. «Se hace eco de la propaganda rusa y china, sin tener en cuenta los hechos», dejaron caer voceros del gobierno estadounidense. «Nunca equiparé a los dos países, porque sé lo que es invasión y lo que es integridad territorial. Todos pensamos que Rusia cometió un error y ya lo hemos condenado en todas nuestras decisiones de la ONU. Pero creo que la guerra ya ha comenzado, la guerra debe detenerse ahora. Y, para parar la guerra, tiene que haber alguien con quien hablar», declaró el fundador del PT en una conferencia junto al presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa. Pero insistió: «Si no hablas de paz, contribuyes a la guerra».

Contraofensiva

Los países de la OTAN siguen jurando su compromiso con Kiev para una anunciada contraofensiva de primavera. Algunos analistas ironizan que es la maniobra militar más anunciada de la historia bélica y hasta los oriundos de España recuerdan los gags del humorista Gila en los que un militar negocia con el enemigo la hora del ataque para que no los tome durante la siesta o cosas así.

Este viernes, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se reunió en la base militar estadounidense en Ramstein, Alemania, con representantes de unos 50 países que comulgan con Ucrania. «Confío en que los ucranianos están en condiciones de liberar más territorios», dijo el noruego, luego de haberse reunido con Zelenski en Kiev y escuchar su enésimo reclamo de armas y pertrechos. El secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, se sumó al apoyo. «Juntos nos aseguraremos de que Ucrania tenga todo lo que necesita», dijo el exdirectivo de Raytheon, uno de los mayores proveedores de armas del Pentágono. Un caso paradigmático de «puertas giratorias», como se llama a esos personajes que atienden en los dos lados del escritorio, según la ocasión.

Zelensky también reclamó el ingreso de su país a la organización atlántica. «Todos los aliados de la OTAN han acordado que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN, pero el principal objetivo ahora es, por supuesto, cómo garantizar que Ucrania prevalezca», esquivó el bulto Stoltenberg. «Sin una Ucrania soberana e independiente, no tiene sentido hablar de la adhesión», concluyó.

Granos del conflicto

Pero ese no es el único altercado que inquieta a Kiev. Así, mientras Polonia se postula como adelantado en la guerra contra Rusia, una enemistad de siglos que ahora puede eclosionar definitivamente, por otro lado junto con Hungría prohibió importaciones de granos y productos alimenticios ucranianos para no perjudicar a los productores locales.

Por un lado, el gobierno del primer ministro Mateusz Morawiecki da su apoyo irrestricto a Ucrania. Polonia fue el país que más emigrados recibió y está entre los que más armamento proveyó. Ahora en la cumbre de la OTAN se acordó que incluso en su territorio se erigirá un centro de reparación para los tanques Leopard de fabricación alemana que se comprometieron a enviar varios países.

Pero al mismo tiempo desde principios de abril se están aplicando medidas de restricción al ingreso de cereales. Primero por razones sanitarias, luego se reconoció que era porque afectan a los agricultores y de hecho por esa situación ya cayeron dos ministros polacos. En realidad, se arregló en julio pasado el paso de mercadería por el bloqueo de los puertos del Mar Negro. Luego de muchos tironeos, el jueves se firmó un acuerdo para que los granos puedan circular libremente pero con un mecanismo de control para que ni uno solo quede en Polonia. Algo similar se negociaba con Hungría.  «

Biden y la reelección

Los principales medios de EE UU especulan con que este martes el presidente Joe Biden anunciará si se presentará a una nueva candidatura presidencial o preferirá volver a su mansión en Delaware a calzarse las pantuflas cuando termine su período. El mandatario, de 80 años y con visibles señales de deterioro físico y cognitivo, respondió el viernes pasado ante una requisitoria periodística con un lacónico «no sé» sobre la decisión que tomará.

El 25 de abril se celebra el cuarto aniversario del anuncio de que se presentaría para derrotar a Donald Trump como candidato por el partido demócrata en los comicios de ese año. Esa ocasión despertó las operaciones más disparatadas entre quienes se empiezan a peinar para la foto, tanto en el oficialismo como en la oposición. Así, el principal contendiente de Trump, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, hará una minigira por países aliados de EE UU, como Corea del Sur, Israel, Japón y Gran Bretaña.

Al mismo tiempo, las caras más visibles de los republicanos en el Capitolio y sus medios afines, como el canal Fox, volvieron a insistir en la necesidad de profundizar la investigación sobre hechos de corrupción del hijo del presidente, Hunter Biden, que podrían salpicar al inquilino de la Casa Blanca.

Estos días, en una investigación que lleva adelante la Cámara de Representantes, Mike Morell, exsubdirector de la CIA, testificó bajo juramento que el actual Secretario de Estado, Antony Blinken, siendo jefe de la campaña electoral demócrata, lo llamó para coordinar acciones tendientes a tapar los negociados de Biden Jr. Y fruto de esa operación es una carta que les hizo firmar a medio centenar de funcionarios negando publicaciones del New York Post donde se revelaban los datos de una computadora del hijo presidencial que confirman sus chanchullos.