El presidente Emmanuel Macron intenta salvar la Quinta Republica, a justo 60 años de su instauración, pero las últimas medidas para calmar la protesta de los chalecos amarillos no parece que vaya a tranquilizar a un país que cuando se levanta, según dice la canción de Maurice Vidalín y Maurice Jarre que cantaba Mireille Mathieu y preanunciaba el Mayo francés, no hay vuelta atrás. «Cuando París entra en cólera/ cuando en París suena la alarma/ se oye en el confín de la tierra/ y el mundo tiembla».


Luego de un nuevo sábado de cruces violentos en la capital gala, con más de mil detenidos y la ciudad convertida en otro caos, este lunes el primer mandatario habló por no más de 13 minutos en cadena nacional para explicar las medidas con las que piensa reencausar su gobierno.

La semana anterior, ni bien regresó de la cumbre del G-20 en Buenos Aires, Macron había anunciado que el controvertido aumento en el impuesto al combustible fósil se demoraba por seis meses más para estudiar alternativas.

Este lunes, entre los puntos más destacados de su discurso figuró un aumento de 100 euros al salario mínimo aunque, fiel a su credo neoliberal, «sin costo alguno para el empleador». Por la dudas, y como una forma de equilibrar su primera decisión cuando llegó a la presidencia el 14 de mayo de 2017 -que fue disminuir impuestos a las más grandes empresas para que «generen empleo»- ahora exime de pagar un incremento impositivo a los jubilados que ganen menos de 2000 euros y retira el impuestos las las horas extras a partir de 2019.

Al mismo tiempo, en otro giro bastante conocido por estas latitudes, pidió a las empresas -eso si, a las «que puedan»- que den un bono de fin de año, que será libre de impuestos y cargas sociales.

Pero los anuncios no convencieron al grueso de los manifestantes que, bueno es recordar, carecen de líder y de una plataforma sobre la que plantar reclamos, aunque hay coincidencia en que pretenden recuperar beneficios del Estado de Bienestar que fueron limados escalonadamente en estos últimos 15 años.


Pero como también coinciden analistas y simples observadores, sin bien en las manifestaciones comenzaron a aparecer grupos de derecha vinculados al Frente Nacional de Marine Le Pen, no hubo consignas xenófobas ni racistas. Son, al decir del diputado chileno-francés Sergio Coronado en una entrevista con el programa de Nancy Pazos, «este movimiento tiene mucho de la historia revolucionaria francesa, hablan de igualdad, fraternidad». Y cantan La Marsellesa, emblema de los valores de aquella gesta de 1789.

Esa tradición revolucionaria que hace 170 años, en febrero de1848, protagonizó otro momento cumbre con una rebelión que se extendió por el resto de Europa en pocos meses, y que se inició al tiempo que Carlos Marx y Federico Engels publicaban el Manifiesto Comunista, dio origen a la Segunda República tras la caída de Luis Felipe I.

Como una tradición francesa también, en otro año terminado en 8, 1958, el líder conservador Charles De Gaulle, general y héroe de la Segunda Guerra Mundial, logra que se apruebe en referéndum una nueva constitución y el 4 de octubre entra en vigencia lo que se conoce como la Quinta República.

Diez años más tarde, en otras históricas jornadas, la Ciudad Luz fue el escenario del Mayo francés, que como dice la canción «Paris en cólera» (conocida en una versión en castellano como «Arde Paris») «Hay que ver volar los adoquines/cuando Paris entra en cólera/hay que ver los fusiles oxidados/guiñar el ojo en los ventanales/en las barricadas/que brotan en las calles». Para recuperar iniciativa, De Gaulle llamó a otro referéndum, pero esta vez perdió. Terminó renunciando en abril de 1969

Según las últimas encuestas de OpinionWay, una mayoría del 54% preferiría que los chalecos amarillos cesen la movilización, frente a un 45% que apoya la continuidad. Otro sondeo, en este caso de Odoxa, muestra resultados totalmente contrarios, según destaca un cable de la agencia AFP., con 54 % que banca la protesta y 46 que ahora dicen basta. En similares resultados se expresaron las encuestadoras sobre si el mensaje de Macron fue o no convincente.

En todo caso, al reclamo original -contra el aumento de un impuesto que en teoría era para fomentar el uso de energías alternativas y frenar la emisión de gases de efecto invernadero- ahora se le suma en descontento por políticas neoliberales que se fueron aplicando con gobiernos socialistas o conservadores desde hace casi dos décadas y que resultaron en menos impuestos para los que más tienen, más para los necesitados y a cambio, por irónico que suene, menos cobertura del Estado en educación, salud y seguridad. De allí que los estudiantes se sumaran a la manifestación y decretaran un paro en las Universidades y los liceos secundarios y exigen la renuncia del mandatario.

Los partidos de la izquierda a su modo también se suman al reclamo y anunciaron que presentarán una moción de censura contra el Gobierno. La movida tiene el respaldo de la Francia Insumisa (el partido de Jean-Luc Mélenchon, que por un poquito no fue a segunda vuelta en los comicios de abril de 2017 ) y del Partido Comunista.