Duró 12 años. En la madrugada del 27 de junio de 1973, con el Parlamento de Uruguay cercado por los tanques, sin quorum, se efectuó la sesión del Senado. Se pronunciaron discursos históricos en defensa de la democracia y la libertad, incluso de parte de Wilson Ferreira Aldunate (Partido Nacional) y Amílcar Vasconcellos (Colorado, el mismo del gobierno), aunque sectores de sus fuerzas tramaban el golpe. También fue épica la alocución de Francisco Rodríguez Camusso (del Frente Amplio creado dos años antes por Líber Seregni y Zelmar Michelini, entre otros), quien advertía: «La clase obrera no fallará».

Horas después, el propio presidente «en funciones», el ganadero Juan María Bordaberry Arocena, obedecía a la oligarquía y los militares fascistas firmando el decreto de disolución del Parlamento, al que intentaba enrostrarle la brutal crisis social, política y económica. Con la oposición de la marina decide «salvar la libertad, la democracia, la patria y el honor contra la influencia extranjera». Se mantuvo en su sillón tres años más. En 1975 les propuso a los militares un nuevo sistema constitucional inspirado en el franquismo español: eliminaba los partidos políticos (ya eran ilegales) y suprimía otras instituciones liberales. Para ellos fue demasiado y lo reemplazaron por Alberto Demicheli, otro Colorado, historiador, periodista y expresidente de Peñarol. Una de sus primeras medidas fue suspender las elecciones previstas para ese año, y crear un Consejo de Estado, que integraba la Junta de Oficiales Generales.

Poco después, el 1 de septiembre de 1976, la presidencia pasó a manos de un Blanco, Aparicio Méndez. Si eso no demuestra la complicidad civil…

Sangre y horror

La represión y la censura habían comenzado mucho antes del golpe. Casi una década antes el Estado de Derecho fue transformado en un Estado policial, como contracara de la creación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) en 1964. Al tiempo, irrumpían organizaciones como el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN), en un momento en el que trascendían la agitación revolucionaria, las movilizaciones sociales, los procesos sindicales y el crecimiento de la izquierda. Como contrapartida surgían grupos de ultra derecha como el Escuadrón de la Muerte. El 10 de julio de 1972 se implementa la Ley de Seguridad del Estado.

El 27 de junio siguiente de produjo el golpe. En respuesta, esa misma madrugada, el secretariado de la CNT, acompañado por la Federación de Estudiantes Universitarios, lanzó la huelga general más larga en la historia del país (15 días). El mismo 30 de junio el gobierno disolvió la CNT, clausuró sus locales y arrestó a cientos de dirigentes, muchos de ellos en el Cilindro Municipal, un recinto deportivo habilitado como centro de detención. A pesar de ello, hubo manifestaciones relámpago. Por caso, en el apagado de la llama de la refinería de ANCAP, en el barrio La Teja, o la marcha del 9 de julio sobre la mítica avenida 18 de julio. Pero 48 horas después, la represión y la muerte de dos obreros (Walter Medina, el 6, y Ramón Peré, el 9) precipitó el final de la huelga.

La planificación

El 11 de setiembre posterior se produciría el sangriento golpe en Chile, contra Salvador Allende. En Guatemala, desde el 24 de junio de 1954, había un gobierno devenido de una asonada. Hugo Banzer Suárez desde 21 de agosto de 1971 era el presidente de facto en Bolivia. La dictadura de Alfredo Stroessner había nacido en 1954 en Paraguay, así como en Brasil, los militares derrocaron en 1964 al gobierno de João Goulart. La Argentina se encaminaba al sangriento golpe del miércoles 24 de marzo de 1976. También hubo oscuridad en otros países. Se desataba a pleno en la región el siniestro Plan Cóndor, el feroz terrorismo institucional dirigido por la CIA. La dictadura uru-guaya se mantendría hasta marzo de 1985. Poco antes se fueron recuperando derechos, como la creación del Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), que luego articularía con la CNT. El acto del 1 de mayo de 1983 resultó multitudinario. También cobraba fuerza el movimiento estudiantil. El 25 de noviembre de 1984 hubo elecciones, a pesar de las miles de proscripciones para candidatos e incluso para votar. Ganaron los colorados. El presi-dente sería Julio María Sanguinetti.

Fueron casi 12 años de torturas, desapariciones, cárcel, persecuciones a militantes, sindicalistas, trabajadores, a todo opositor. Unos 15 mil fueron prisioneros y torturados. Cientos de miles se exiliaron, de un país, entonces, de menos de tres millones de habitantes.

Hace 50 años.   «