En otro quiebre con la corrección política durante su primera semana de gestión, el presidente Donald Trump justificó la tortura y dio señales de que piensa mantener abierta la prisión de Guantánamo. «Cuando el Estado Islámico está haciendo cosas de las cuales nadie ni siquiera ha oído hablar desde la época medieval, ¿no estaría uno a favor del ahogamiento simulado? En lo que a mí concierne, tenemos que combatir el fuego con fuego», dijo el mandatario en una entrevista con la cadena de televisión estadounidense ABC. Una forma de decir que piensa responder al medievalismo con más medievalismo.

«La decisión definitiva sobre la aplicación o no de la tortura a presuntos terroristas dependerá del nuevo secretario de Defensa, James Mattis, y del también recién designado director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo», se atajó Trump. «Si no quieren hacerlo, está bien. Si quieren, trabajaré con ese fin», subrayó.

El presidente de EE UU está preparando órdenes ejecutivas para mantener abierto el centro de detención militar en la bahía cubana de Guantánamo y levantar la prohibición de las cárceles secretas de la CIA, informan los grandes medios estadounidenses.

Estas medidas, adelantadas por el diario The New York Times, eliminarán las órdenes firmadas anteriormente por el expresidente Barack Obama de cerrar Guantánamo, poner fin al uso de la tortura y prohibir las cárceles clandestinas de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) conocidas como «black sites».

El proyecto de orden ejecutiva de Trump establece la creación de una junta de revisión para hacer recomendaciones sobre técnicas de interrogatorio, incluyendo el uso de los sitios de la CIA, de acuerdo con el diario estadounidense.

Para ello, deberá volver a imponer una orden ejecutiva emitida en 2007 por el entonces presidente George W. Bush (2001-2009) que permitió a la CIA utilizar técnicas que llamaron de «interrogatorio mejorado».

El actual mandatario de EE UU ha defendido repetidamente estas prácticas aplicadas a sospechosos de terrorismo «porque lo merecen», así como el uso continuado del centro de detención de Guantánamo.

A raíz de la guerra contra el terrorismo emprendida por el entonces presidente estadounidense George W. Bush, las agencias de inteligencia norteamericanas establecieron cárceles especiales para las personas sospechosas de estar implicadas en actos de terrorismo.

Según se ha informado, en esas prisiones clandestinas los reos eran sometidos a varias torturas, entre ellas el ahogamiento simulado, la privación del sueño y el abuso físico.

Esta práctica tensó las relaciones de EE UU con los países de Oriente Medio y empañó su propia imagen en la arena mundial.

En enero de 2009, una vez que tomó posesión de su cargo, Barack Obama firmó una orden ejecutiva presidencial para cerrar esas cárceles y poner fin a la tortura de presuntos terroristas.

Tras ocho años, muchos políticos en Washington han dejado de apoyar estas drásticas medidas punitivas.

Fuentes allegadas al gobierno estadounidense citadas por los medios locales dijeron que era posible que Trump firmase en breve una orden ejecutiva en tal sentido.

«El presidente puede firmar cualquier orden ejecutiva que quiera. Pero la ley es la ley. No vamos a hacer que regrese la tortura a EE UU», dijo sin embargo el senador republicano John McCain, representante en el Congreso de la línea dura.

«Cuando están cortándoles las cabezas a nuestra gente y a otras personas… cuando el EI está haciendo cosas que nadie había oído desde los tiempos medievales. En lo que a mí concierne, tenemos que combatir el fuego con fuego», dijo Trup.

Luego aseguró que seguiría el consejo del jefe del Pentágono y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Mike Pompeo. «Voy a respetar lo que ellos digan», indicó. «Si ellos no quieren hacer eso, está bien. Si ellos lo quieren hacer, entonces voy a continuar hasta el final. Quiero hacer todo lo que uno está autorizado a hacer legalmente», abundó.

«Pero, ¿siento que funciona? Totalmente, siento que funciona», finalizó.