Podría ser una «devolución de gentilezas» o una escalada de la guerra del ex presidente paraguayo, Horacio Cartés, contra gran parte del establishment del partido Colorado. Y tiene su antecedente, porque cuando el polémico empresario anunció el traslado de la embajada de Paraguay en Israel a Jerusalén, la decisión causó rechazo en el equipo de Mario Abdo Benítez, elegido como primer mandatario por la misma agrupación política. Como corolario, podría ser que el tradicional partido nacido al fin de la guerra de la Triple Alianza -esa que con la colaboración de las presidencias de Bartolome Mitre y Domingo F. Sarmiento destruyó a Paraguay entre 1865 y 1870- decidió tomar el toro por las astas y romper con todo vestigio de este quinquenio de «semioficialismo». El caso es que el regreso diplomático a Tel Aviv, tras casi cuatro meses, generó el retiro de embajador israelí en Asunción y al mismo tiempo la apertura de la representación de Palestina en la capital paraguaya. Un enroque difícil de explicar en otro contexto.

El partido Colorado -que salvo breves períodos gobernó ese país en forma continua y hasta acompañó al dictador Alfredo Stroessner entre 1954 y 1989, aunque también lo volteó cuando era un escollo para la gobernabilidad- había quedado bastante lastimado durante la gestión de Fernando Lugo, quien había avanzado hacia la integración regional y ciertos toques de estado de bienestar, y mucho más por el golpe de 2012 contra el ex obispo. Por eso en 2013 había aceptado llevar como candidato a un multimillonario que acumuló tanta fortuna como denuncias por evasión fiscal, lavado de dinero, tráfico de drogas y falsificación de cigarrillos. Eso a pesar de que no cumplía con los plazos de afiliación que los mismos estatutos preveían. Bien se sabe que «billetera mata galán». O a militante.

Pero ni bien ocupó el cargo, Cartes comenzó a gestionar sin ninguna consulta con sus compañeros electorales, lo que generó fuertes controversias que solo pudo acallar porque supo aprovechar un leve viento de cola por la expansión de la exportación de soja, lo que atrajo no pocas inversiones externas. Este año el PBI paraguayo aumentará dentro del promedio de los últimos seis, en torno del 4%, aunque tambièn es cierto que la pobreza no bajó nunca del 27 %.

En 2017, el empresario quiso reformar la Constitución o forzar su sentido para obtener un nuevo mandato, cosa que rechazaron los legisladores, encabezados por el coloradismo. El 22 de abril, sin demasiada sorpresa, el candidato del Partido Colorado, Mario Abdo Benítez, hijo del que fuera secretario privado de Stroessner, ganó las elecciones.

Los votos todavía estaban calientes y faltaba poco para que terminara su mandato cuando el 9 de mayo Cartes anunció que, siguiendo la línea de Donald Trump, había decidido trasladar la embajada de Paraguay en Israel a Jerusalén. Junto con Guatemala y EEUU, fueron los únicos en hacer esa movida.

Paralelamente Cartes negociaba contrarreloj para obtener la banca en el senado a la que había sido autorizado por un amañado fallo de la Justicia. Buscaba obtener los fueros que lo tranquilizarían ante la presumible venganza política de quienes tomaran su lugar, los mismos a quienes había ninguneado por un lustro. Como ex mandatario, tiene derecho a una banca pero sin voz ni voto, pero eso no le resultaba suficiente.

El 28 de mayo, Cartes presentó su renuncia, tres meses antes de la entrega del poder, generando una crisis política que se resolvió un par de semanas más tarde, cuando se convenció de que el Congreso no iba a avalar su jugada. Tuvo que quedarse hasta el fin.

Abdo Benítez llegó al Palacio de los López el 15 de agosto. Apenas habían pasado 100 días cuando desde Asunción llegó la orden de levantar todo de las oficinas que le había destinado el gobierno de Benajamin Netanyahu, en el parque tecnológico de Jerusalén y volver a Tel Aviv. Fue una medida tomada entre cuatro paredes entre el nuevo presidente y su canciller, Luis Alberto Castiglione, cosa de no alertar a medios ni informantes de Israel.

Ni bien se supo la noticia, Netanyahu informó que retiraría su propia embajada en Asunción. Y la autoridad palestina indicó que recibía la novedad con beneplácito y a su vez enviaría un representante diplomático a la capital paraguaya.

La pelea entre Cartes y los dirigentes colorados siguió por tuit. Esto dijo Cartés:

Esto respondió Abdo Benítez:

El canciller Castiglioni se sumó al debate de este modo:


En ese sentido se habia expresado la cartera de Exteriores para justificar la vuelta a Tel Aviv. «La República del Paraguay se ha adherido con consistencia a la visión de una región en la que dos Estados democráticos, Israel y Palestina, vivan uno al lado del otro en paz y dentro de fronteras seguras y reconocidas, conforme al criterio plasmado en numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como ser la Nº 1397 (2002), Nº 1515 (2003), Nº 1850 (2008) y Nº 2334 (2016)», dice el comunicado de la cancillería. Recuerda luego que las relaciones con Israel datan de 1948 y que en 2005 inició relaciones con Palestina para dar su reconocimiento como estado en 2011.

En una conferencia de prensa, Castiglioni hizo hincapié en la necesidad de aceptar las decisiones de la ONU como vinculantes y señaló que la situación en Medio Oriente indica que se debe volver a las fronteras de 1967, antes de la ocupación de Jeruslaén Este y de gran parte de los territorios asignados a Palestina 20 años antes.

Ni Castiglioni ni Abdo Benítez son dirigentes incilnados a la izquierda. De hecho, el canciller fustigó duramente la cercanía de Lugo a Chávez y Abdo Benítez nunca rompió lanzas con el stronesnerismo, dijo que había conocido al dictador cuando era chico y que no tenía mal recuerdo de él como persona. «Hay que mirar adelante» se limita a decir cuando lo apuran sobre eso.

El tema es mas de fondo y tiene que ver con Cartes y con la influencia que Israel puede haber tenido en la inconsulta, como desde el coloradismo insisten, medida de trasladar la embajada. También Jimmy Morales, el presidente de Guatemala, el otro país en trasladar la  embajada jerosolimitana, lucha como gato entre la leña contra la oposición y algunos oficialistas ante sucesivas denuncias por corrupción