Vladimir Putin viajó a Sebastopol este sábado para celebrar el noveno aniversario de la incorporación de Crimea a la Federación de Rusia un día después de que la Corte Penal Internacional emitiera una orden de arresto en su contra por imputaciones de ser presuntamente responsable del traslado ilegal de niños de las áreas ocupadas de Ucrania a territorio ruso desde el inicio de las operaciones militares. En la misma orden quedó incursa la comisionada de los Derechos del Niño del país euroasiático, María Lvova-Belova.

La medida del tribunal de La Haya no sorprendió porque se sabe que desde el 24 de febrero de 2022 se preparaba alguna iniciativa para acusar a la dirigencia de Moscú por crímenes de guerra. Lo llamativo es el cargo, ya que Rusia no niega el traslado de unos 20.000 niños residentes del Donbass. El tema es que según su óptica, era necesario sacarlos de una zona de guerra por su propia seguridad.

Este juego revela más bien el insólito recurso a estrategias en torno a la guerra entre países que o no firmaron la adhesión a ese tribunal -como es el caso de Rusia, de Ucrania y de Estados Unidos, además de China, India e Israel, por decir algo- o se niegan a investigar violaciones a los Derechos Humanos que los involucran.

El fiscal que lleva adelante la denuncia de Kiev y otros gobiernos europeos, Karim Khan, es un ciudadano británico que asumió ese cargo en junio de 2021, en reemplazo de Fatou Bensouda. Heredó de la abogada gambiana dos casos que duermen en los cajones de su escritorio: las investigaciones sobre crímenes de guerra en Afganistán y casos similares en Palestina. El gobierno de Donald Trump había ordenado en 2019 su detención si se atrevía a viajar a EE UU para indagar a exsoldados.

A todo esto, el expresidente estadounidense denunció en su red Truth Social que este martes podría ser arrestado por orden de un fiscal del distrito de Manhattan acerca de un presunto pago de sobornos a una actriz porno antes de las elecciones de 2016 para que silenciara su relación. Trump llamó a sus seguidores a manifestarse en su defensa. “¡Protesta, recupera nuestra nación!”, alienta.

El caso contra Putin, por otro lado, enturbia aún más la situación en el continente europeo. El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, consideró que ahora “el mundo está descendiendo a una aceleración del conflicto en Ucrania” que lo acerca hacia la Tercera Guerra Mundial, y advirtió que también va a complicar las conversaciones a desarrollarse en Macedonia del Norte para normalizar las relaciones con Kosovo.

También salió a hablar el exprimer ministro británico Tony Blair, otro que tiene el placard lleno de muertos, al cumplirse el 20º aniversario de la invasión a Irak ordenada por George W. Bush en busca de armas de destrucción masiva que nunca aparecieron, sin mandato de la ONU y seguida sin dilación por el premier laborista. “Putin no puede de forma alguna remitirse a la guerra de Irak para justificar la invasión de Ucrania (…) si no hubiera esa excusa, habría usado otra”, señaló en una entrevista que consigna AFP.

Operaciones militares

Mientras tanto, las tropas rusas -con incidencia clave de efectivos del Grupo Wagner- mantienen el asedio en el nudo de Bajmut, convertido en una suerte de gran batalla que para algunos puede decidir el curso de la guerra.

Un incidente entre un avión ruso y un dron de EEUU elevó la tensión entre Washington y Moscú. La información, como suele ocurrir en estos casos, es contradictoria. Lo concreto es que un aparato no tripulado MQ-9 «Reaper» cayó al Mar Negro luego de cruzarse con un caza ruso SU-27. Según la Casa Blanca, era espacio aéreo internacional, según el Kremlin, se trató de una incursión en área exclusiva con una nave de espionaje. Según EE UU, el avión ruso rozó al dron con un ala, aunque luego difundió imágenes donde se ve que un caza le arroja combustible a su paso. Para Rusia, las imágenes fueron editadas.

La guerra en Ucrania dejó de ser de interés para los estadounidenses, embarcados en sus propias crisis bancarias (ver aparte). Los principales medios ahora dan cuenta de que Ucrania no puede resistir mucho más y hasta el gobernador de Florida, el republicano Ron de Santis, competidor de Trump en la interna partidaria, dijo estos días que “si bien Estados Unidos tiene muchos intereses nacionales vitales (…) enredarse aún más en una disputa territorial entre Ucrania y Rusia no es una de ellas”. «

Tembladeral en bancos de Suiza y de EE UU

Se sabía que la caída del Silicon Valley Bank era el preanuncio de una nueva crisis financiera global. Y todo está ocurriendo según las previsiones, aunque quizás mas rápido. Así, desde el lunes las bolsas del mundo reflejaron los temores al tiempo que los ahorristas comenzaron a huir de algunas entidades que mostraban signos de debilidad.

El Credit Suisse, uno de los más prestigiosos y venerados bancos de esa pequeña nación europea que hizo de sus entidades financieras un sacerdocio, está contra las cuerdas y busca desesperadamente un salvataje. Lo mismo ocurrió con el Signature Bank y el First Republic Bank de Estados Unidos.

La casa suiza pidió el jueves un préstamo de hasta 50.000 millones de euros, El Financial Times británico informó el viernes que el UBS, el mayor banco suizo, compraría la mayoría de las acciones del Credit Suisse para evitar que la mancha venenosa se extienda al total de las entidades de ese país.

En Estados Unidos, en tanto, once bancos, entre ellos los gigantes Bank of America, Citigroup y JPMorgan, anunciaron un acuerdo para aportar hasta 30.000 millones de dólares en depósitos en First Republic. Tanto el presidente Joe Biden como su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, afirman que la situación tiende a normalizarse. Pero nadie apuesta demasiado por lo que pueda ocurrir en los próximos días.

Este fin de semana las autoridades económicas helvéticas mantendrán urgentes negociaciones para encontrar alguna salida que permita devolver la confianza a los ahorristas. “El banco central suizo desea una solución simple y directa antes de que los mercados abran el lunes», publica el FT, citado por la agencia AFP.

No es que el CS estuviera en el mejor de los mundos. En octubre pasado presentó un plan de reestructuración que implicaba el despido de 9000 empleados hasta 2025, el 17% de su plantilla. Pero la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia golpearon de lleno en sus negocios en el país euroasiático. Y agravaron una crisis que se había gestado desde 2008.