«Podríamos atacar Kiev en cualquier momento, pero no lo hacemos por varias razones que no podemos revelar públicamente». El críptico mensaje de Vladimir Putin resonó en la sesión plenaria de la 26ª cumbre del Foro Económico Internacional de San Petersburgo de la que participaron delegaciones de un centenar de países y que culminó este sábado.

El presidente ruso fue el protagonista del encuentro que tuvo como lema «Desarrollo soberano, la base de un mundo justo. Unamos esfuerzos por el bien de las generaciones futuras», en el que representantes de naciones del sudeste asiático, Indonesia, Malasia y Tailandia compartieron reuniones de negocios con otros de América Latina y el mundo árabe.

Todo esto se da en el marco de la guerra en Ucrania, donde la contraofensiva de las fuerzas de Kiev hacia el Donbass camino a recuperar Crimea parece atascada ante un sistema de defensa ruso a lo largo de unos 1000 kilómetros en tres líneas sucesivas que resultan, de momento, inexpugnables.

«Rusia destruyó en las cercanías de Kiev cinco sistemas Patriot, ¿por qué le iba a ser difícil destruir un edificio o instalación en el centro de Kiev? Pues claro que no. Pero no lo hace por varias razones», dijo Putin. El mandatario habló también en el cónclave sobre los ataques en la provincia rusa de Belgorod, cerca de la frontera. «Fue un intento de provocarnos para que tomáramos potentes acciones de represalia. También hubo un intento de causar daños al Kremlin y a la residencia del presidente de Rusia», dijo al recordar la incursión de dos drones contra el edificio ubicado detrás de la Plaza Roja, en Moscú.

Negociaciones lejanas

La ciudad fundada por el zar Pedro I en 1703 sirvió de base para un encuentro de Putin con una delegación de paz integrada por representantes de países africanos. Se trata de un intento de mediación entre Rusia y Ucrania encarado por los presidentes de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa; de Comoras, Azali Assoumani; de Senegal, Macky Sall; de Zambia, Hakainde Hichilema; el primer ministro de Egipto, Mostafa Madbouly, y representantes especiales de los presidentes de Uganda, Ruhakana Rugunda, y la República del Congo, Florent Ntsiba.

El plan implica sentarse a negociar cuanto antes en base a garantías sobre la soberanía de los estados de acuerdo con la Carta de Naciones Unidas, brindar seguridad en todos los países involucrados y asegurar la exportación de granos y fertilizantes, entre otras cuestiones. Putin aprovechó para mostrar el Tratado de Neutralidad Permanente y Garantías de Seguridad para Ucrania, un acuerdo de 18 artículos firmado ni bien comenzaron las hostilidades y desechado, aseguró, por orden de la Otan y EE UU.

La delegación había estado un día antes en la capital ucraniana, con Volodimir Zelenski, quien rechazó de plano la propuesta considerando que se trata de una maniobra rusa. «Autorizar cualquier tipo de negociación con Rusia cuando el ocupante está en nuestra tierra, equivaldría a congelar la guerra, congelar el dolor y el sufrimiento», dijo el presidente ucraniano en una conferencia de prensa junto con los dirigentes africanos. «Está claro que Rusia intenta nuevamente utilizar su vieja táctica del engaño. Pero Rusia no conseguirá engañar más al mundo. No le daremos una segunda oportunidad».

Putin aprovechó la cumbre del FEISP para anunciar que ya se realizó el primer envío de armamento nuclear a Bielorrusia. «Para finales de año completaremos este trabajo en su totalidad», dijo el líder ruso, tras aclarar que no ve necesario recurrir a este tipo de artefactos letales, pero no descartó que si fuera necesario, apretaría el botón letal. «Dios no quiera que tenga que tomar la decisión de usar estas armas en tiempos modernos. Pero no lo dudaremos si hay una agresión contra nosotros», advirtió, para asegurar que no reducirá su arsenal atómico.

Horas más tarde, el canciller estadounidense, Antony Blinken, bajó un cambio y dijo: «No vemos ningún indicio de que Rusia se esté preparando para usar un arma nuclear», aunque criticó al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, por aceptar las armas rusas.