La guerra en Ucrania entró en su tercera semana sin que se alcanzara ninguno de los objetivos declarados por Rusia. Las bajas militares y civiles de ambos bandos se cuentan de a cientas, más de dos millones se convirtieron en refugiados y miles decidieron quedarse en ciudades sitiadas.

Los ministros de Relaciones Exteriores de Rusia y Ucrania se reunieron este jueves en Turquía. Se trata del contacto de más alto nivel entre los dos países desde que comenzó la guerra el 24 de febrero.

El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, dijo en vísperas de sus conversaciones con Sergei Lavrov de Rusia que sus expectativas eran bajas. El negociador ruso Leonid Slutsky dijo que Moscú «no concederá un solo punto de negociación».

La reunión no produjo avances en las negociaciones hacia la paz.

El canciller ruso, Serguei Lavrov, dijo tras la reunión que Rusia desea continuar negociando con Ucrania pese a que este país no parece tener voluntad real de alcanzar acuerdos. Lavrov criticó a Occidente por las sanciones que impuso a Rusia y por entregar armas al Ejército ucraniano.

Corredores humanitarios y bombardeos

Las conversaciones anteriores se han centrado principalmente en crear un alto el fuego local limitado para llegar a los civiles en las ciudades sitiadas, especialmente Mariupol, un puerto del sur donde cientos de miles de personas han quedado atrapadas sin acceso a agua, medicamentos o alimentos que alarmaron a la Cruz Roja.

Ucrania denunció que Rusia bombardeó un hospital de materno infantil en esa ciudad el miércoles. Rusia dijo que el edificio ya no se usaba como hospital y que las tropas lo tomaron hace mucho tiempo.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania publicó imágenes de video del hospital, que mostraba agujeros donde deberían haber estado las ventanas en un edificio de tres pisos. Enormes pilas de escombros humeantes cubrían la escena.

Un avance más lento del esperado

Los objetivos declarados de Moscú de aplastar a las fuerzas armadas de Ucrania y destituir a sus líderes permanecen hasta el momento fuera de su alcance. El presidente ucraniano Zelenski se sostiene en su cargo y la ayuda militar occidental sigue llegando a través de las fronteras polaca y rumana.

Las fuerzas rusas han avanzado en el sur pero todavía no han logrado capturar ciudades en el norte o el este. Se cree que el plan de ataque relámpago planeado contra Kiev fracasó en los primeros días de la guerra y a partir de ese momento Moscú ha recurrido a tácticas más cuidadosas.

Sin embargo, Vladimir Putin insistió en que el avance de las fuerzas rusas en Ucrania sigue «de acuerdo al plan y al cronograma». Rusia llama a su incursión una «operación especial» para desarmar a su vecino y desalojar a los líderes que llama «neonazis».