Stephen Kevin Bannon descubrió que en estos tiempos ser políticamente incorrecto reditúa y, siendo un “paleoconservador” de los más radicalizados, no se cuida para nada de mantener las formas. Saltó a la fama internacional cuando era asesor de Donald Trump en la campaña electoral de 2016, pero tras siete meses en la Casa Blanca, el presidente lo echó. Las peleas constantes con el yerno presidencial, Jared Kushner, lo pusieron en el trance de tener que elegir. Bannon se desquitó como fuente en un libro, Fuego y furia, de Michael Wolff. Con el tiempo, la relación se fue suavizando pero ahora el primer mandatario intenta despegarse de la última hazaña de este hombre que fue tejiendo una internacional de la derecha juntando a líderes reaccionarios de todo el mundo. Steve Bannon fue detenido bajo el cargo de fraude con fondos de recaudaciones privadas para construir el muro en la frontera con México. Quedó libre tras pagar una fianza de 5 millones de dólares.

Este caso ilustra un modo de entender la política aplicando armas de la peor calaña con tal de obtener resultados. Bannon, de 66 años, es un hombre determinante en el rumbo incierto de las democracias occidentales. Consejero de Trump, su participación fue clave también para el sorpresivo resultado del referéndum que terminó en el Brexit, en 2016.

Promovió alianzas con el húngaro Viktor Orban, la francesa Marine Le Pen, el italiano Matto Salvini, armó la estrategia para el triunfo de Jair Bolsonaro y para la formación de Vox en España. En Argentina, desde una plataforma que ayudó a crear, Cambridge Analytica, logró incidir en el resultado de las elecciones de 2015 con operaciones en contra del gobierno de Cristina Fernández. El año pasado se lo vio más cerca de la diputada Cynthia Hotton y el excarapintada Juan José Gómez Centurión.

Si Trump se atrevió a basar su campaña de hace cuatro años en un discurso xenófobo, fue por el impulso de Bannon. No es que el actual ocupante de la Casa Blanca promoviera la hospitalidad humanista, pero Bannon lo convenció de que eran tiempos de una derecha “sin vergüenza”. Mal no le fue.

La campaña se centró en la promesa de construir un muro para impedir que los mexicanos siguieran “invadiendo” Estados Unidos con sus malas costumbres. Y para peor, dijo que se los iba a hacer pagar a los mexicanos. Pero la cosa no era tan sencilla y ahí Bannon vio la oportunidad para meter baza.

Junto al veterano de Irak Brian Kolfage, al inversor Andy Badolato y al ciudadano de Castle Rock, Timothy Shea, armaron la ONG We Build the Wall (Construimos el muro), para erigir un paredón con aportes de ciudadanos decididos a impedir el ingreso de inmigrantes.

Convencieron a cientos de miles que en poco tiempo aportaron unos 25 millones de dólares. Incluso Donald Trump Junior, el mayor de los hijos presidenciales, apoyó la iniciativa alegando que se trataba de “una empresa privada en su máxima expresión”. Para que no quedaran dudas, agregó que así, será “mejor, más rápido y más barato que cualquier otra cosa”. Es decir, mejor que una construcción estatal.

Pero la tentación fue grande y también los gastos del líder ideológico de la internacional ultraderechista y sus secuaces, muchos para mantener el ritmo de vida que llevaban. Así fue que una fiscalía de Manhattan abrió investigaciones sobre el colosal desvío de fondos de WBTW. Aquí entra en juego también una pelea en el establishment estadounidense.

El presidente Trump viene presionando al correo en un intento, según la oposición, de perjudicar el voto postal en noviembre. En medio de una pandemia, el sufragio por correo puede facilitar la asistencia de simpatizantes de los demócratas.

La investigación contra Bannon fue iniciada por al Servicio de Inspección Postal, una institución anterior al FBI que investiga delitos cometidos a través del correo postal. Hace dos meses, además, el procurador de Justicia de EE UU, William Barr, destituyó a Geoffrey Berman como fiscal en Nueva Jersey. Pero la investigación prosiguió y la sucesora en el cargo, Audrey Strauss, logró una orden de arresto dictada por la jueza Analisa Torres contra Bannon y sus socios de la próspera ONG.

“Mientras aseguraban repetidamente a los donantes que Brian Kolfage, el fundador y rostro público de WBTW, no recibiría ni un centavo, los acusados planearon en secreto pasar cientos de miles de dólares a Kolfage, que utilizó para financiar su lujoso estilo de vida”, dijo Strauss. El dinero sirvió para comprar un yate, un Range Rover y pagar un generoso salario que salió del aporte destinado al muro.

El jueves, agentes del USPS allanaron frente a la costa de Westbrook, en Connecticut, un yate de 150 metros de largo, el Lady May, perteneciente al empresario chino Guo Wengui, uno de los sponsors de los levantamientos que se produjeron en Hong Kong desde fines del año pasado. Bannon pasó la noche en una celda, sus compinches fueron apresados en otros procedimientos. 



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El CEO que viene a la Argentina a jugar el polo

El referéndum por el Brexit fue una sorpresa para todos, y principalmente para la dirigencia británica. La sospecha sobre el origen de una colosal manipulación devino en una investigación del Comité de Cultura, Medio de Comunicación y Deportes de la Cámara de los Comunes, que en julio de 2018 emitió un informe lapidario: Cambridge Analytica -la firma consultora que había ayudado a crear Steve Bannon y el millonario Robert Mercer- había usado datos obtenidos ilegalmente de Facebook de millones de votantes para “convencerlos” mediante fake-news de que era mejor irse de la UE.

El informe destaca que Alexander Nix, el CEO de la compañía, admitió que habían realizado acciones similares en unas 200 elecciones de todo el mundo, incluido Brasil y EEUU y México. Sobre Argentina, dijo que habían trabajado contra el gobierno de Cristina Fernández, aunque no reveló quién había pagado los gastos. Como informó este diario ese año, Nix suele visitar Argentina, donde juega polo con los hermanos Nicolás y Lucas Talamoni.