Washington, Estados Unidos

El presidente estadounidense, Donald Trump, dio los primeros pasos para cumplir su promesa de construir un muro en la frontera con México, luego de firmar un decreto que autoriza dicha medida.

«El pueblo de EEUU es quien decide quién puede entrar a nuestro país. Vamos a ponerle fin a la política del gobierno anterior y ahora sí vamos a perseguir a los inmigrantes ilegales con antecedentes criminales», declaró durante la tarde del miércoles Sean Spicer, secretario de prensa de la Casa Blanca.

«Planeamos gran día para la SEGURIDAD NACIONAL. Entre muchas otras cosas, ¡construiremos el muro!» tuiteó el flamante presidente el martes en la noche, en una adelanto de lo que se confirmó pocas horas después.

Trump también firmó decretos contra las ciudades «santuario», aquellas donde las autoridades locales rehúsan ayudar a detener a migrantes indocumentados para ser deportados, dijo el diario The Washington Post. La cadena CNN informó que también planea aumentar el número de agentes de aduanas y fronteras.

Eliminar la inmigración fue un elemento central de la campaña electoral de Trump, quien prometió construir un muro a lo largo de la frontera de 3.200 kilómetros entre Estados Unidos y México.

Algunos tramos de la frontera ya están cercados, pero Trump afirma que se necesita un muro en toda su extensión para detener el flujo de inmigrantes ilegales procedentes de América Latina.

Los expertos han expresado dudas de que un muro pueda acabar con la inmigración o si vale la pena gastar miles de millones de dólares en un muro cuando hay métodos más baratos, como la vigilancia electrónica, para alcanzar similares resultados.

Pero el muro fronterizo se ha convertido en el toque de clarín para la derecha y extrema derecha de Estados Unidos, la base de apoyo a Trump.

Cualquier acción de la Casa Blanca sería fragmentada, desviando sólo fondos ya existentes para el proyecto. Por lo tanto, el Congreso controlado por los republicanos tendría que suministrar dinero nuevo para terminar el muro, a pesar de que el partido de Trump ha pasado décadas predicando la prudencia fiscal.

Además, buena parte de los terrenos para construir el muro son de propiedad privada, lo que implica largos proceso legales, retrasos políticos y sustanciales pagos por expropiación.

Incluso el secretario de Seguridad Interior, John Kelly, declaró en su audiencia de confirmación en el Senado que el muro «podría no ser construido pronto».

¿»Que México pague»?

Trump ha prometido hacer que «México pague» el muro, algo que el gobierno mexicano ha declarado repetidamente que no hará.

Los asesores de Trump han estado evaluando incrementar las tarifas aduaneras o los costos del tránsito fronterizo como una vía para hacer que «México pague». Otra amenaza es financiar el muro gravando las remesas que los migrantes mexicanos envían a sus familias, que el año pasado ascendieron a unos 25.000 millones de dólares.

Por coincidencia, el canciller mexicano, Luis Videgaray, y el ministro de Economía, Ildefonso Guajardo, se encuentran en Washington preparando la visita del presidente Enrique Peña Nieto, programada para el 31 de enero.

«Hay clarísimas líneas rojas que se tienen que pintar desde el principio», dijo Guajardo a la red Televisa antes de partir a Washington.

Consultado sobre si México abandonaría las conversaciones si el muro o las remesas están en la agenda, Guajardo respondió: «totalmente».

Trump también desea renegociar el Tratado de Libre Comercio en América del Norte (TLCAN) con México y Canadá, advirtiendo la semana pasada que abandonaría el pacto a menos de que Estados Unidos obtenga «un acuerdo equitativo».

México ha dicho que está abierto a «modernizar» el tratado, en vigor desde 1994 y que representa un comercio anual de 531.000 millones de dólares entre México y Estado Unidos.

Casi el 80% de las exportaciones mexicanas van al mercado estadounidense.